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martes, 1 de noviembre de 2011

Alas del cielo (Capítulo I)

I. CAÍDO DEL CIELO

1
   Boca ganaba uno a cero a Atlético de Rafaela e iban diez minutos del primer tiempo. La alegría de Alejandro después del gol de Blandi se notaba a leguas: su cara de boludo acentuaba esa felicidad al ver ganar a su equipo, puntero del torneo local e imbatible.
   Fuera, el día estaba radiante. Marcos estaba leyendo unos apuntes mientras se dejaba calentar por el sol de primavera. Debía estudiar bastante ya que se acercaban los parciales y había perdido demasiado tiempo jugando a la Play con sus amigos, era hora de asentar cabeza.
   Laura dormía una siesta bastante larga. La noche del sábado había hecho estragos en su persona. Sus amigas eran de lo peor a la hora de tomar alcohol y ella se dejó llevar por sus comentarios. El enojo de Marcos había sido severo: habían tenido una pequeña discusión al respecto y ella finalmente se había ido a descansar. Luego estudiaría junto a él, cuando pudiera levantarse, y ya eran las seis y media.
   Este era el panorama que se planteaba para un domingo que no estaba lejos de tocar a su fin. Todo transcurría con calma, era un día más en el calendario. Pero algo cambiaría el destino de estos muchachos que asesinaban la adolescencia para recibir a la adultez.

   Un fuerte estruendo rompió la calma del domingo. Se oyó en el baldío que se hallaba junto a la casa de Marcos. Este se levantó de su silla, dejó allí sus apuntes y se dirigió hacía el terreno abandonado.
   ―¿Qué mierda fue ese ruido? ―preguntó Alejandro al tiempo que abría la puerta de la casa y asomaba su cabeza repleta de curiosidad.
   ―Creo que vino de al lado, en el baldío. Parece el ruido de un golpe de algo grande. Vamos a ver.


2
   Marcos se abría paso entre la maleza del baldío, era una vegetación prácticamente interminable, repleta de bichos extraños y basura que los borrachos arrojaban cuando pasaban junto a la vereda, algunos preservativos indicaban que se echaban uno que otro polvo por allí. Pero a Marcos no le interesaba nada de esto. Estaba absorto en la columna de humo que se elevaba a unos veinte metros frente a él. Luego, todo era silencio absoluto. Demasiado silencio para el gusto de unos simples mortales.
   Del interior de la casa, Araujo gritaba el segundo gol de Boca convertido por el pibe Blandi. Este muchacho prometía mucho a un equipo en plena recuperación.
   ―¿Es un meteorito? ―preguntó Alejandro, intranquilo.
   ―Así parece ―contestó Marcos mientras miraba a su alrededor. No había salido ningún vecino a chusmear y eso era muy raro; o estaban todos durmiendo o estaban muy sordos para no oír tremendo sonido. Pero no importaba ahora, el descubrimiento que allí habían hecho acaparaba toda su atención―. Hay un enorme cráter aquí, Ale.
   Continuó caminando hasta llegar al enorme pozo quemado que había en medio del baldío.
   ―¡Mierda! ―gritó Marcos.
   ―¿Qué...? ¿Qué hay, Marcos? ―preguntó Alejandro.
   ―No me vas a creer ―susurró el aludido sin quitar su mirada a lo que se hallaba en el agujero.

3
   ―¿Estás bien? ―le preguntó Marcos al hombre que se encontraba acurrucado en el fondo del cráter.
   ―Creo que sí ―respondió éste mientras se levantaba del suelo―. Creo que me rompí un ala.
   Marcos se quedó boquiabierto al ver dos enormes alas blancas en la espalda de aquel extraño personaje, sin contar que estaba desnudo.
   ―¿Eso es un ángel? ―inquirió Alejandro en voz baja cuando hubo llegado al lado de su amigo.
   ―Sí ―contestó el extraño mientras se sacudía el polvo de sus brazos. Salvo el daño en su ala, no presentaba ni un rasguño―. Me caí del cielo. ―Rió.
   El ángel extendió sus alas para examinárselas: la derecha se encontraba ligeramente torcida.
   Marcos miró a Alejandro y le hizo un gesto de «no entiendo un carajo».
   ―¿Esto es alguna clase de joda o algo por el estilo? Porque, si es así, debo decirte que está muy bien realizado ―dijo Marcos mientras se acercaba al «ángel».
   ―Nada que ver, soy un ángel de verdad. Estábamos en el cielo jugando un partidito de fútbol con Jesús y otros ángeles más ―relató el extraño alado―. La semana que viene tenemos un partido contra unos arcángeles que nos vienen rompiendo las pelotas desde hace rato y no queríamos presentarnos así nomás, sin practicar. La cagada fue que Jesús le pegó a la pelota y la mandó a la mierda. Yo fui a buscarla, estaba al borde de la nube que llamamos «Monumental» y, como un boludo, me resbalé y caí acá, en el baldío.
   ―Como en una canción de La Renga ―acotó Marcos.
   El ángel se quedó mirándolo sin entender el comentario.
   ―No importa ―dijo Alejandro―. Yo creo en ustedes. Vení, vamos adentro de casa. Te voy a dar algo para que te pongas. No podés andar en pelotas por la calle o nos va a llevar la cana. Aunque debo admitir que debe ser muy gratificante dejar al amiguito al aire libre.
   ―Que no te quepas dudas. No hay nada mejor que dejarlo respirar al loquito, mi fiel y enorme compañero.
   Luego de este comentario, Marcos les indicó el camino a casa. Nadie andaba por la calle. El domingo era extremadamente tranquilo. Y eso despertaba sospechas en su interior. No confiaba en nada ni en nadie. Y este ángel no era la excepción.

4
   Laura estaba en la cocina tomando un vaso con agua para apagar el incendio de la noche cuando vio al tipo desnudo con unas enormes cosas blancas a su espalda parecidas a unas alas. Profirió un grito de susto que ahogó al instante luego de ver a Marcos a su lado.
   ―Hola ―saludó el hombre totalmente desnudo mientras apoyaba su hombro en el umbral de la puerta―. Mi nombre es Renso y vos sos...
   ―Laura ―se presentó mientras le relojeaba el enorme paquete a Renso.
   ―Soy un ángel que cayó del cielo.
   ―Bueno, bueno ―interrumpió Marcos―. Ella es mi novia. Así que ni la mires. Vení, te voy a dar unos pantalones para que te pongas.
   ―Está bien ―dijo Renso mientras extendía sus brazos en el aire―. Veo que acá no puedo presumir mi enorme amigo. Es como en el cielo, Jesús se enoja cuando le hago competencia para ver quién la tiene más grande. Será el capo de capos pero yo llevo la posta―. Miró a Laura y le guiñó el ojo. La rubia se sobresaltó y luego se relajó.
   ―Vamos ―le ordenó Marcos.
   ―¿Sabés que cuando nos bañamos nos cagamos de risa del arcángel Gabriel porque la tiene muy chiquita? ―preguntó el ángel a los mortales.
   ―Eso es demasiado gay ―terció Alejandro.
   ―Traé a tu hermana y te demostraré qué tan gay soy.
   ―Bastante asqueroso sos para ser un ángel ―sentenció Marcos.
   ―Bueno, ya es mucho. La joda está buena ―dijo Laura riendo―, pero ya está. ¿Podemos dejar de decir boludeces y vestir a este tipo penudo, digo... digo, enorme?
   ―Te entendimos, Lau ―intentó tranquilizar el ambiente Alejandro―. Pero no te mentimos, es un ángel de verdad. Se cayó en el baldío de al lado.
   ―Como en la canción de La Renga ―comparó ella.
   ―¿Quién carajo es esa renga? ―preguntó Renso―. La tengo que conocer así le enderezo su andar.
   ―Vení, Laura ―dijo Alejandro fascinado―. Mirá sus alas, son reales.
   Ella observó con detalles y parecía verdad. Ese tipo, asqueroso y guarango, era un verdadero ángel. Algo increíble.
   ―Bueno, ¿me dejan vestirme? No me gusta la idea de que Alejandro esté detrás de mí mientras mi culo se encuentra desprotegido.

5
   ―Estos pantalones me aprietan ahí ―se quejó Renso―. No tenés algo más suelto.
   ―Eso es lo más suelto que tengo ―le dijo Alejandro.
   ―No quiero imaginarme el tamaño de tu amigo, Ale.
   Renso se miró su ala derecha y emitió un bufido de resignación.
   ―¿Qué te sucede? ―le preguntó Alejandro. Ambos estaban en la habitación de éste mientras Laura y Marcos esperaban en la sala.
   ―Nada. Vamos afuera así les comento cuál es mi situación.
   Los dos salieron de la habitación y se encontraron con la feliz pareja de enamorados.
   ―Tengo mi ala derecha rota ―anunció Renso.
   ―¿Y no podés arreglártela con magia o algo así, cosas de ángeles? ―le preguntó Laura.
   ―No, yo no puedo hacerme eso a mí mismo. Eso debe hacerlo otro ángel por mí. Yo sólo puedo ayudar a otros. Es la regla.
   ―¿Y si le pedís a Dios que te ayude? ―inquirió Laura, ya que era muy raro todo aquel asunto.
   ―Él está muy ocupado en otras cosas. Ahora mismo está trabajando en un proyecto que denominó 2012. Se lo ve muy entusiasmado y no quiero joderlo con esto. Es una boludes, nada más. En una semana estaré curado.
   Marcos se acercó a Alejandro mientras analizaba la posibilidad de tener a un extraño que era un ángel en su casa por una semana.
   ―No sé vos, Ale ―dijo en voz baja―, pero yo no quiero a ese ser en mi casa. Que se vaya a la concha de su hermana pero aquí no. Siento que es capaz de empernarse a mi novia.
   ―Es un ángel, Marquitos. Ellos no hacen esas cosas.
   ―No sé, mirale la cara: es un sátiro y de mala leche, para guiñar a La Renga.
   ―Vamos, loco. Yo me voy a quedar en casa mientras vos estés en la facultad. No te preocupes. Algo en mí me dice que no es para nada malo.
   ―Yo no siento otra cosa que no sea maldad. Bueno, veamos qué pasa. Lo hago por vos, amigo
   ―Gracias, ¿vamos a jugar un truquito para pasar el rato?
   ―Ahora no. Mejor lo hacemos mañana, ¿te parece?
   ―Dale, no hay problemas. Todos estamos muy cansados. Ha sido un día muy difícil.
   Marcos sonrió. Confiaba en su amigo, además era cierto que había algo, una especie de energía que inundaba la casa. Tal vez Ale tenía razón. Siempre era así.

6
   ―Dormirás en el sofá porque no tenemos cama para invitados, Renso ―comentó Marcos.
   ―Bueno, pero voy a dormir desnudo. Ustedes, los humanos, no saben nada de los pequeños placeres de la vida.
   Marcos le apagó la luz y se quedó un momento contemplando a ese raro ser. Este extraño día estaba llegando a su final, por suerte. El lunes asomaba en el horizonte.

   Alejandro estaba viendo en su habitación el resumen del partido de Boca: había ganado a Atlético de Rafaela por tres a uno, con dos goles del pibe Blandi y uno del Pochi Chávez.
   Laura estaba bañándose ya que mañana tendría un largo día de estudio junto a su amiga para preparar el parcial del martes.
   Renso se había acostado en el sofá y se había dormido al instante. Sus alas brillaban en la oscuridad.
   Marcos lo observaba desde el umbral de la puerta. No podía dormirse. Había olvidado de estudiar y se le acumularían los problemas si no se ponía las pilas. La sentía al fin, notaba la magia en la casa, Ale no estaba equivocado: el ángel había cambiado el aire de la casa y la paz que se respiraba era hermosa.
   Laura salió del baño y le pidió a su novio que la acompañase a la cama.
   Marcos pensó que algo tendrían que hacer con Renso. Mañana llegaría la amiga de Laura y debían inventarse una historia, pero ahora no. Allí estaba ella, casi desnuda en busca del mejor sexo del mundo. Él le sonrió y se metieron en el cuarto cual dos animales salvajes en celo.
   Estuvieron cuatro horas disfrutando del mejor polvo de sus vidas.
   La magia se respiraba entre y a través de ellos. Ahora, la magia era un polvo en la noche.
   Marcos pensó que Renso no era un problema en lo absoluto mientras éste dormía complaciente en su sofá.
   Esos humanos eran bastantes buenos. El ángel no sospechaba que mañana sus días cambiarían para siempre. Pero eso es otra historia.
   Mañana sería otro día.

Continuará...

3 comentarios:

  1. ¡Buen cuento! Tiene ese tono que te caracteriza, la mezcla de humor (con las constantes referencias sexuales sin ningún tipo de filtro, como debe ser, XD) y la intriga...
    ¡Abrazo!
    Y habrá que ver como sigue...

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  2. Disfrutando de este "Michael" (film del 96 con John Travolta) a lo CastleRock, el cual de seguro nos va a sorprender, además de hacernos cagar de risa.

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  3. ¡¡ Genial !! ... Incertidumbre total por lo que está por venir... Excelente caracterización de los personajes... Pronta entrega, por favooooor(parafraseando a Virus) del Capítulo 2...

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