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lunes, 28 de febrero de 2011

Una historia extraña (Parte 2 de 3)

¿Cabe la pena advertir que el texto contiene algunas palabras "fuertes", por decirlo de alguna manera? No sé pero igual va la advertencia... Esta segunda parte contiene un lenguaje menos sutil, jaja... Yo aviso, después no quiero oír quejas. Igual lo leerán, siempre mata la curiosidad... El lenguaje le da mayor realismo al texto, esa es mi opinión...
   La segunda parte del relato....





6
   EL logo de la productora de cine pornográfico fue lo primero que apareció en la pantalla. Luego, los créditos con el nombre de los protagonistas presentados en un fragmento de alguna escena en plena acción. No recuerdo cómo mierda se llamaba la película pero estaba muy buena, de eso no hay dudas, hasta que sucedió lo inimaginable.
   Una rubia estaba mirando a través de una ventana que daba a la cocina desde fuera de la casa. Dentro, en la cocina, había un hombre bien vestido, de traje y con un peinado hacia atrás besando apasionadamente a una morocha, que era la mucama al parecer, por la vestimenta que llevaba puesta. El hombre comenzó a acercar sus manos hacía las nalgas de la mucama y se las presionó con intensidad. Ella se sobresaltó y empujó al hombre hacia atrás. Ella le dedicó una mirada fulminantemente sensual y llevó sus manos a su uniforme. Comenzó a desabrocharse el uniforme dejando asomar unos enormes y firmes pechos. El tipo miraba, parado y sin inmutarse. Del otro lado de la ventana, la rubia observaba la escena mientras se dejaba derrotar por la lujuria. Comenzó a tocarse y jadear sensual y exageradamente.
   Ver esas primeras escenas me excitó casi de inmediato. Me crucé de piernas y respiré profundo, simulé estar tranquilo al tiempo que trataba de ocultar una erección inminente. Miré a mis compañeros de cine y los vi en una postura similar a la mía. Y preocupados por sus correspondientes erecciones.
   Creo que a esa altura ya estábamos todos al palo.
   El tipo del traje se bajó el pantalón. No usaba calzoncillo ni bóxer, loco de mierda; yo me paspo todo si no uso un calzoncillo. Dejó asomar una enorme verga (me pregunté si sería de verdad o solo efectos especiales, los actores pornos siempre la tenían más grande que la mía y eso me deprimía) y la mucama se arrodilló para darle una buena mamada. Fuera, la rubia estaba meta colocarse sus propios dedos para calmar la sed de sexo que la invadía. Yo sentía unas terribles ganas de ayudarla en su soledad. Era un desperdicio que una mujer así estuviera frotándose sola cuando en una casa de El Peligro habían cinco jóvenes que solo querían ponerla. Oí unas palabras, las primeras de la película. Ahí supe que la película estaba doblada (no estaba así mi muñequito, que emitía ráfagas de excitación a mi garganta, recordándome que doblada no estaba con total seguridad), tal vez en Colombia o México.
   Ya no aguantaba más. Quería ir al baño y darle una buena jalada a mi pito. Estaba por estallar. Cuando me dispuse a levantarme para ir al baño, se oyó un trueno sobre la casa y, de inmediato, se cortó la luz.

7
   La casa quedó temporalmente a ciegas hasta que nuestros ojos se acostumbraron a la oscuridad. Fuera, se largó un fuerte chaparrón y los truenos eran cada vez más intensos y llegaban con mayor frecuencia. Los flashes de los rayos deslumbraban instantáneamente la casa de los Sánchez. El aire era cada vez más extraño, sabía a un sabor dulzón y a hierro. Era muy fuerte, denso y cálido. Todo era muy, pero muy extraño aunque no sorprendente.
   -La puta madre y lluvia de mierda -se quejó Enzo a los gritos sin notar el cambio en el aire ni la rareza que se respiraba.
   Yo me asomé a la ventana. La tormenta era intensa, poderosa e inesperada, como toda tormenta de verano. Rogaba que no cayera granizos y, en ese momento, me sentí preocupado por mi madre, ella seguro que estaba preocupada por mí. En esos días no existían los celulares, o al menos no eran tan accesibles como hoy. Olvidé por un rato el cambio constante del aire y decidí llamar a mamá.
   -¿Puedo llamar a casa, Diego?- le pregunté-. Quiero avisar a mamá que estoy bien para que no se preocupe.
   -Claro, Daniel -me contestó. Y agregó señalándome el teléfono-: ahí está el aparato, a tu disposición.
   Me acerqué, tomé el auricular y me lo coloqué en el oído izquierdo. Estaba muerto. No había sonido alguno.
   -No hay tono -le comuniqué a Diego.
   -Debe ser el viento. Capaz que se cayó una rama sobre la línea y la rompió  me dijo.
   Por la intensidad de la tormenta así parecía ser. Comencé a asustarme, no lo niego. Me estaba meando del cagazo.
   Un instante después oímos ese horrible sonido, una especie de chasquido con olor a quemado. Una luz nos deslumbró, fue muy intensa, y una brisa recorrió nuestra piel de arriba abajo. Un rayo había caído en el techo de la casa. Estaba seguro de ello porque era lo que debía suceder.
   El televisor se encendió de repente y la película cobró vida pero las luces del resto de la casa no se habían encendido. Luego, el aparato estalló y una fuerte luz emergió de la explosión cegándonos a los cinco una vez más. Por un momento hubo un enorme silencio y oscuridad clara.
   Una voz nos asustó. Era la voz de un hombre que preguntaba dónde se encontraba, también se oía los jadeos de una mujer y el sonido de otra que parecía tener algo en la boca. No lo pude creer hasta que mis ojos me dijeron lo contrario: los personajes de la película habían emergido de la pantalla, ahora destrozada, hacia nuestro mundo. Grité fuerte, muy fuerte del terror. Creo que mis amigos me acompañaron. Y los personajes de la película también.

8
   Un instante después creo que se me cayó la erección por culpa del susto pero no lo sé bien. Al mismo tiempo teníamos a dos minas en bolas, y bueno, a un tipo con una verga de veinticinco centímetros delante de nosotros.
   -¿Dónde estamos?- preguntó el hombre sorprendido y asustado, una vez hubo acabado el griterío de miedo que habíamos protagonizado-. Yo estaba en mi casa cuando esa luz me…
   Miró a los alrededores y vio a la rubia levantándose del suelo.
   -Amor -le dijo el hombre a la rubia-. No es lo que parece. No sé qué pasó pero no es lo que parece, Amy me obligó a hacerlo.
   -Amy, Amy- dijo la mujer con acento medio mexicano y tono irónico acercándose al hombre de los veinticinco centímetros-. Siempre lo supe. Yo le dije a ella que te sedujera, Tom. Ella es mi novia.
   Tom se quedó perplejo ante la confesión de la mujer rubia. Era lesbiana, un argumento clásico de toda película porno cobraba vida en el living de los Sánchez, era lo de menos, nadie se fijaba en el argumento en una película condicionada, lo sé por experiencia propia, pero en ese momento parecía ser muy importante. Me sentía envueltos por enormes manos que no me dejaban pensar en otra que no fuera, bueno, que no fuera real.
   -Pensábamos matarte hasta que sucedió esto -concluyó la rubia alegremente.
   La mucama estaba completamente desnuda, yo no podía aparatar mi vista de sus senos, eran perfectos y excitantes.
   Enzo decidió intervenir en el asunto. Todos estábamos enmudecidos desde el estallido del televisor.
   -Creo que deben irse -dijo secamente, pero tembloroso-. Antes de que llamemos a la policía.
   -Ustedes -dijo el hombre, Tom, enojado y señalándonos a los cinco-. Ustedes nos trajeron a esta casa. A este lugar de mierda.
   Por dios, el tipo gritaba mientras su pene aún erecto señalaba a los cinco con su único ojo sumamente dilatado. Sentí deseos de reírme hasta morir pero el susto era el sentimiento más fuerte en ese momento, y las ganas de mear, insaciables.
   -Óigame, señor -dijo Enzo-. Nosotros no sabemos cómo sucedió esto pero no somos culpables de lo que sucedió. Solo queríamos ver la película en paz.
   -¿Esta película? -preguntó la mujer rubia mientras nos mostraba la caja de video. La tormenta estaba remitiendo y el día aclarándose. La tormenta de mierda se había ido a otro lado-. Esta soy yo -concluyó al ver la foto de la caja del video.
   -Así es. Son personajes de una película porno -agregó Alejandro.
   -No puede ser -dijo la mucama débilmente, tal vez por el pete que le estaba haciendo a ese Tom-. Es cierto -añadió luego de ver la tapa de la caja.
   -Ahora, ¿qué mierda hacemos? -pregunté al grupo y a mí mismo. El ambiente estaba muy extraño. Algo estaba invadiendo mi cuerpo finalmente. Y esas manos invisibles me presionaban los huevos.

9
   El hombre, o Tom, se sentó en la silla y se miró. Observó los fragmentos de la tele y dijo:
   -Personajes de una película. Lo sabía, era todo muy perfecto. Jamás había cojido tanto como hoy. Y mi verga, estaba como diez centímetros más grande. Pero siento que soy Tom y ella mi mujer -dijo señalando a la rubia.
   -Nada tiene sentido -dijo la rubia confundida-. Nada.
   Diego y Claudio murmuraban algo al oído. Nunca supe de qué hablaban pero algo hizo click en mi cabeza, una idea se me había venido a la cabeza.
   -Fue el rayo -dije-. El rayo cayó en la antena, hizo explotar la tele y los trajo a este mundo, el real-. Estaba muy seguro al respecto, por eso era que desconfiaba tanto de la tormenta cuando había salido de casa. Ahora todo estaba muy, digamos: diferente.
   -Es decir -agregó Claudio- que están atrapados en nuestro mundo, un rayo no cae dos veces en un mismo sitio y no se puede saber dónde caerá otro.
   -¿Alguien tiene un poco de ropa? -preguntó Tom sin escuchar nuestras deducciones, creo que también estaba cayendo bajo los efectos del aire, como nosotros. Se lo notaba algo confundido, lo notaba parte de nuestro mundo. Todos éramos víctimas del aire cambiante-. Se me está enfriando la chota.
   -Para mí también -pidió la mucama morocha-, por favor.
   -Yo les paso algo de mis padres -les dijo  Diego a Tom y a la mucama, Amy. Y se fue a la habitación de sus padres.
   La rubia estaba sentada observando el ambiente. Yo seguía pensando en el aire denso, extraño pero reconfortante, que se metía en mis genitales y explotaba todo mi potencial. Sentía un fuerte deseo y anhelo de carne. Sentía ganas de echarme un polvo. La rubia me miró y se mordió los labios. Otra fuerte sensación apareció de golpe en mi panza y se dirigió a mi garganta. Quería escupir y garcharme a esa rubia misteriosa.  Experimentaba una intensa erección mientras recordaba cuando había pensado que era una pena que ella se estuviera tocando sola cuando en El Peligro había cinco pajeros deseando hacerle de todo. Ahora, allí estaba, servida para mí. Le sonreí. Tom habló.
   -Debemos irnos de aquí. Debemos volver como sea.
   -No hay forma -dije yo con mi mente a años luz de esa casa. El aire viciado había invadido mis deseos y, por lo que noté, también había invadidos por completo a todos los que se hallaban presentes en el lugar de los hechos. Los dos mundos se estaban mezclando.
   -Es extraño -dijo Tom con una mirada de asombro-. Siento ganas de tener relaciones sexuales pero no con una mujer, sino con un hombre.
   Miró a Alejandro. Este se sobresaltó. Y rió débilmente, casi que no lo noté.
   El ambiente estaba viciado de sexo. De ganas de sexo. De hambre de sexo.

Continuará...





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1 comentario:

  1. Qué giro tan inesperado tomó esto!!! :O

    Y parece que la tercera parte sérá al rojo vivo!!!! XD

    Felicitaciones por tan buen relato, Cristian!! ;)

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