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miércoles, 19 de octubre de 2011

Tres divagaciones de mi vida


CONDENADO POR MIS PENSAMIENTOS

    La Luna se eleva entre las tinieblas. Las estrellas brillan dentro de un mar de oscuridad infinita. El horizonte es marcado por el resplandor de las luces de la autopista. Y el silencio que me dice que ya no queda salida.
   Es el instante en que no queda nada excepto el miedo que llevo dentro de mí a lo desconocido. La brisa primaveral y los grillos me entregan una noche de sábado perfecta y romántica pero no puedo usarla con nadie. Solo, sentado afuera y debatiendo con mi conciencia, así pasa mi tiempo relativo. Pienso que algo habré hecho mal para estar solo, en vez de estar en algún boliche disfrutando la noche. Nadie me tiene en cuenta a la hora de la joda. Y eso, aunque no parezca, me pone mal.
   El hecho de sembrar esperanza y obtener desilusión desgasta mi alma y acorta mi vida. La juventud hace tiempo que me abandonó y las horas pesan en mi interior.
   Lo único que pido es una última oportunidad. El problema es que no sabré aprovecharla jamás. Ese es el destino que elegí para mí: sufrir en soledad.

   "El cambio solo se logra si uno es (siempre) el mismo".


ÓYEME, ÁNGEL DE MIS PALABRAS

   (Necesito escribir)

   Mírame. Llegué al final aunque nunca confiaste en mí. Te di todas mis esperanzas y me quedé con mi voluntad para caminar. Sí, eran muchos kilómetros los que debía recorrer y muchos me decían que no podría hacerlo. Una mujer fue la piedra en el camino que generó en mí especulaciones y esperanzas de un amor incipiente que jamás prosperaría; iluso de mi parte creer que enorme belleza sería capaz de amarme. Éramos como la luz y la oscuridad, jamás estaríamos juntos. Ella es luz, su sonrisa ilumina mi amor, sus ojos son las negras ventanas del amor, ¿para quién? Mejor no saberlo. Pero pude esquivar esa piedra al final con algunas consecuencias: derramé lágrimas saladas creadas con desilusión, rompí momentos agradables por pensar en ella, esquivé muchos amores que no me servían.
   Caminé, caminé y caminé. Siempre mirando al frente y olvidando los problemas que dejaba atrás. Alguien me extendió su mano cuando la luz se hubo apagado y me guió en la fría oscuridad.
   (Sí, sus manos eran cálidas y su voz dulce, casi angelical. Es mi ángel de la guarda, pensé. Me susurraba al oído palabras de aliento y acariciaba mi alma con su confianza. Se lo agradezco, de verdad.) 
   El sol salió, seguí mi camino. Llegué y miré atrás creyendo que todo había quedado en el pasado. Error, todo sigue siendo parte de mi vida, tanto lo malo como lo bueno. Ella continúa en mí como lo hace mi dulce ángel de la guarda; mis fracasos continúan como mis malos momentos; al fin y al cabo estoy armado de todo y todos, de amor y odio, de amistad y enemistad. Soy así, bueno y malo.
   Hay cosas que jamás cambiarán. Yo soy una. Pero sé que lo que quiero lo seguiré queriendo y, si lo tengo a mi lado, seré feliz.

   (Escribí lo que debía escribir, no quiero corregir porque el cariño tiene sus errores y, de los errores aprendemos).


UN DÍA PARA AMARTE, UNA VIDA PARA OLVIDARTE

    Cuando la noche culmina, los miedos se esfuman con la oscuridad. Los fantasmas que nos acometen se pierden en la claridad del cielo. Cuando nace el resplandor naranja en el horizonte, también nace una nueva esperanza y nace un nuevo sueño. Desde ese momento maravilloso en el que dejamos de imaginar dormidos, comenzamos a soñar despiertos. Pocos disfrutan ese acto de la naturaleza, pocos ven parir el Sol en el cielo negro.
   Se vive el día con tanta intensidad que dejamos pasar muchas cosas importantes. Olvidamos que somos nada en el universo. Olvidamos que somos un instante despreciable para el universo. Olvidamos que el universo nos devora ferozmente hasta sumergirnos en su final.
   Durante el día me enamoro y durante la noche me olvido. Durante el día existo pero durante la noche soy nadie. Durante el día estamos protegidos por el sol pero durante la noche rondan nuestros peores temores. Durante el día soy ciego pero durante la noche veo con claridad lo que le oculto a mis ojos.
   El día está culminando. El sol está debilitándose a medida que se asoma al horizonte. Las nubes fluyen sobre el sol en un torrente de tranquilidad dinámica. La noche espera ansiosa devorar la cordura de los débiles y los sueños de los estúpidos.
   No dejaré que el sol se lleve tu aroma y frescura juvenil y me deje el olor a muerte y pesadillas que la noche necesita para alimentar los miedos de los que no queremos ver el futuro sin pisar el pasado ni olvidar el presente.
   Nunca más vuelvas a dejarme sin decir adiós; nunca más vuelvas a pedirme que no demuestre lo que siento por vos porque no quiero ocultarme en la noche para salir de día.
   Tus ojos dicen la verdad cuando me mentís. Tus ojos ven en mí lo que nadie es capaz de comprender cuando me expreso.
   Tu amor es mi día. Tu adiós es mi noche.
   Me gustó el momento de ilusión, ese momento en que aún existían esperanzas de tenerte para mí. Ese era mi amanecer bello. Fue bello mientras duró.
   Luego llegó el día, la tarde. Ya estaba demasiado "arrastrado" hacia vos. Ya estaba demasiado enamorado.
   En el atardecer comencé a tener sospechas de que nada iba hacia buen rumbo y empecé a hundirme en la oscuridad de la depresión.
   La noche llegaba y me consumía lenta y dolorosamente. Por las noches te extrañaba, aún te extraño.
   Mi amor por vos puede definirse como un día en mi vida. Puede definirse como 24 horas en un día de 25 horas.
   Esa era mi idea. Expresarme para desahogar lo que me tiene a maltraer. Espero que el futuro me lleve a leer estas palabras y ruego reír en vez de llorar.
   Que sea un bello recuerdo y no un fantasma del pasado.

   Así es como el tiempo avanza implacable sobre nuestras vidas aunque nunca podrá borrar estas palabras repletas de verdad que escribí hace un año...



   Eso es todo por ahora, qué se le va a hacer... A veces suceden cosas extrañas en la cabeza de uno.


1 comentario:

  1. A corazón abierto... muy difícil expresar tantas emociones con tanta calidad... Muy bueno...

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