tag:blogger.com,1999:blog-57771631046254249872024-02-07T08:00:04.170-03:00El Negro de El PeligroTodos los sentimientos dentro de un mismo lugar. A veces nos esforzamos por ser diferentes, pero solo logramos ser únicos.Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.comBlogger78125tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-55190916460146655552014-05-11T22:31:00.001-03:002014-07-25T15:50:23.989-03:00El Proyecto<span style="font-size: x-small;">Nota: este relato nació a partir de una consigna del <a href="https://www.facebook.com/groups/664820620217740/" target="_blank">Taller Literario DisparaLetras</a>, la misma consistía en crear un relato de no más de dos mil palabras que debía contener a los siguientes tres personajes: un taxista, un científico y un político. La historia debía llevarse a cabo en un ambiente navideño. Esto fue lo que resultó de dicho ejercicio. Espero que sea de su goce y cualquier comentario será bienvenido.</span><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: left;">
Hacía mucho calor, como era costumbre en el hemisferio sur en esa época. Cuando era chico, él deseaba que cayera nieve en Navidad como ocurría en las películas norteamericanas. Pero no, en Buenos Aires esas cosas no sucedían. Aquí era verano, allí invierno. La noche se acercaba al momento en el que todo el mundo levantaría la copa en un brindis muchas veces hipócrita, donde las miradas cínicas serían protagonistas de un momento «mágico» y repleto de mentiras, deseos violentos y bañados de oscuridad y envidia. Los únicos que en verdad sienten la Navidad como debe ser son los niños; la inocencia es el tesoro más preciado que pierde cualquier persona al crecer en un mundo devastado por gobiernos corruptos e ideales arteros.</div>
<div style="text-align: left;">
El coche dobló en una esquina sin detenerse, no había nadie por la avenida, y continuó derecho como había indicado el joven científico.</div>
<div style="text-align: left;">
―Hermosa noche, ¿no cree? ―preguntó el taxista para entablar una conversación. El pasajero se limitó a asentir con un leve movimiento de cabeza mientras sus pensamientos continuaban perdidos en el limbo de su locura―. Deseo que la disfrute como corresponde junto a sus seres queridos.</div>
<div style="text-align: left;">
―Estoy solo ―respondió el científico al tiempo que se aferraba a la gran bolsa blanca que tenía a su lado. Su objeto más preciado, pero ausente.</div>
<div style="text-align: left;">
―Ah. ―El taxista no supo qué más aportar al diálogo.</div>
<div style="text-align: left;">
―No se preocupe, es normal. Y por lo que veo no soy el único que está solo ―observó el pasajero.</div>
<div style="text-align: left;">
El chófer se sintió incómodo por un momento. Su pasajero parecía un poco enfermo, su piel estaba pálida y tenía unas ojeras muy negras. Hablaba con cierta lentitud, como si le costase pronunciar cada palabra, pero, en apariencia, inteligente.</div>
<div style="text-align: left;">
―Son pocas las personas que trabajan durante Nochebuena. O le interesa demasiado el dinero, o no tiene a nadie con quien brindar esta noche. Y creo que la segunda es la opción más probable.</div>
<div style="text-align: left;">
El taxista asintió, su interlocutor estaba en lo cierto. Él mismo se había encargado de que su vida fuera así de miserable. Nadie lo había mandado a meterle los cuernos a su mujer y, por ende, a correr el riesgo de perder a su familia, suceso que finalmente había ocurrido.</div>
<div style="text-align: left;">
―Deténgase aquí ―ordenó el pasajero mientras abría la puerta del lado derecho del taxi y abrazaba con fuerza la caja que llevaba en la bolsa de plástico―. Vuelvo enseguida ―informó.</div>
<div style="text-align: left;">
<br />
<a name='more'></a><br /></div>
<div style="text-align: left;">
El joven muchacho científico avanzó unos pasos. Todavía llevaba el guardapolvos del laboratorio puesto. Se tocó el pecho luego de sentir un dolor agudo. Es normal, se dijo.</div>
<div style="text-align: left;">
Contempló la belleza de la noche. Nunca había sido capaz de disfrutar del poder mágico que se generaba en esa época del año… La bolsa le pesaba mucho, era una señal de que debía apresurarse.</div>
<div style="text-align: left;">
―Ahora es demasiado tarde para sentir algo ―susurró. Miró atrás, el taxi permanecía detenido mientras el conductor lo observaba desde su asiento con demasiada curiosidad.</div>
<div style="text-align: left;">
Cruzó el portón de hierro negro, sabía muy bien cómo abrirlo sin que los dueños se dieran por enterado. Caminó hacia el costado izquierdo de la gran mansión y se trepó al árbol una vez más, como lo había hecho cientos de veces no hacía mucho tiempo. Sintió una pequeña molestia en el hombro mientras se agarraba de la rama que apuntaba en dirección a la habitación de su amada y se dijo que ya estaba viejo para esos ejercicios.</div>
<div style="text-align: left;">
Se detuvo cuando hubo llegado al final de la rama y observó por unos momentos la habitación. Allí estaba ella leyendo un libro ―seguro que era de Stephen King, su ídolo― como suele hacerlo cualquier fanático loco, bajo la luz de la lámpara de un gran escritorio de roble. Tan bella, tan blanca, tan brillante; la única mujer que había amado en toda su vida. Sacó el regalo de la bolsa y se la guardó en un bolsillo del pantalón. La caja estaba envuelta con papel brillante y colorido, era cúbica, de dimensiones aproximadamente de veinte centímetros de cada lado.</div>
<div style="text-align: left;">
Golpeó el vidrio de la ventana con suavidad. Ella dio un sobresalto. Cuando lo vio se sintió ligeramente más tranquila, aunque bastante desconfiada y asustada.</div>
<div style="text-align: left;">
―¿Qué hacés acá? ―le preguntó.</div>
<div style="text-align: left;">
―Vine a traerte un regalo ―respondió el científico.</div>
<div style="text-align: left;">
―¿Acaso no te dije que ya no quiero verte más? Estás enfermo, y lo sabés. Mirate cómo estás, además. Tu apariencia lo dice todo: no estás bien.</div>
<div style="text-align: left;">
―No, no lo estoy, pero siempre supe lo que quiero hacer, y nunca me apoyaste. Cuando más te necesitaba, cuando estaba más cerca de lograr completar mi proyecto, me abandonaste. Y por eso ahora estoy enfermo.</div>
<div style="text-align: left;">
―¿Me culpás a mí de tus males? ―Ella hizo una pausa, pensó y luego agregó―: ¿Tu proyecto? ¿Sabes al menos lo qué tratabas de hacer?</div>
<div style="text-align: left;">
Él saltó de la rama y entró en la habitación con brusquedad y sin pedir permiso.</div>
<div style="text-align: left;">
―Lo lamento, solo vine a decirte esto: espero que algún día me perdones. Nunca quise que mi trabajo estuviera antes que vos, amor.</div>
<div style="text-align: left;">
Ella lo observaba, permanecía inmutable ante las palabras de quien una vez había sido su novio, y un gran amante.</div>
<div style="text-align: left;">
―Todo se terminó. Te obsesionaste con tu trabajo. Tus ideas son retorcidas. Ahora quiero que te vayas. Nunca te podré perdonar. Me maltrataste, ¿o te olvidaste de lo que me hiciste?</div>
<div style="text-align: left;">
―No, nunca me olvidaré de lo mal que la pasaste. Es mi culpa. Tomá. ―Extendió la caja. Ella la tomó y la dejó sobre la cama―. Lo que hay dentro te pertenece solo a vos.</div>
<div style="text-align: left;">
―Quiero que te vayas o llamaré a mi papá.</div>
<div style="text-align: left;">
―El gran y poderoso político. Un buen hombre, lástima que nunca congeniamos bien.</div>
<div style="text-align: left;">
Él intentó abrazarla por última vez, pero ella dio un paso atrás dejando bien claro que el fuego que una vez los había unido, se apagó.</div>
<div style="text-align: left;">
―Adiós ―se despidió el científico―. Cuando abras esa caja sabrás que nunca estuve equivocado, que todo lo que hemos pasado juntos valió la pena. Espero que algún día entiendas que soy capaz de dejar todo por vos, que no existen los límites como nos lo plantea la vida.</div>
<div style="text-align: left;">
―Adiós ―dijo ella con frialdad, ignorando las palabras de su interlocutor.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
―Regresemos a casa ―le dijo al taxista.</div>
<div style="text-align: left;">
Recorrieron un tramo de unos cinco minutos en silencio hasta que el joven científico decidió romper el pesado aire de la incomodidad.</div>
<div style="text-align: left;">
―Me gustaría saber qué lo llevó a estar solo esta noche. En diez minutos será Navidad y no lo veo preocupado por llegar pronto a ningún sitio.</div>
<div style="text-align: left;">
El taxista reflexionó un momento. Al final se dispuso a contarle por qué estaba en soledad. Le relató su aventura con una muchacha mucho más joven que él y su mujer, pero mucho más ardiente que ambos fusionados como uno solo. Le relató los momentos en los que llegaba a casa, siempre un poco más cambiado, de la mirada de sus dos pequeñas hijas y del remordimiento que sentía al verlas tan feliz en la vida de mentiras que les había inventado. Le relató cuando su mujer había comenzado a sospechar de sus acciones y una noche decidió seguirlo. Le relató cuando ella lo había hallado in fraganti en un hotel de mala muerte en el centro de La Plata. Le describió la tristeza en los ojos de sus hijas cuando su mamá se las llevó lejos de su padre para siempre. Ellas, de cinco y siete años, no sabían nada del oscuro mundo de los adultos. Todo era una mierda, solo eso. Y esta sería la primera Navidad que las niñas pasarían lejos de su padre.</div>
<div style="text-align: left;">
―Es conmovedor ―dijo el científico mientras se presionaba el pecho una vez más. El dolor era ahora muy intenso―. Pero también es cierto que usted se lo buscó. Tenía una maravillosa vida de felicidad al lado de su familia y decidió tirarla a la mierda por una puta que no vale ni dos centavos.</div>
<div style="text-align: left;">
El taxista solo asintió. Sabía que era la verdad. Se merecía lo que le había sucedido. Se merecía estar solo.</div>
<div style="text-align: left;">
―¿Nunca se le ha pasado por la cabeza suicidarse? ―inquirió el científico con una mirada vacía, aunque fría.</div>
<div style="text-align: left;">
―Esta noche lo he pensado todo el tiempo. Es increíble cómo se intensifican y multiplican los pensamientos suicidas con las fiestas.</div>
<div style="text-align: left;">
―Así es ―afirmó el pasajero―. A mí me pasa todo el tiempo. ¿Qué piensa hacer al respecto?</div>
<div style="text-align: left;">
―¿Hacer qué?</div>
<div style="text-align: left;">
―Con la idea de suicidarse. ¿Piensa llevarla a cabo?</div>
<div style="text-align: left;">
―Solo son pensamientos, jamás sería capaz de suicidarme. ―El taxista sonrió ante la estúpida idea de concretar un suicidio.</div>
<div style="text-align: left;">
―Ya veo. ―El científico sacó la bolsa de plástico de su bolsillo y la contempló unos momentos. La abrió y miró cada centímetro cuadrado de su blanca superficie. Ahora estaba vacía, pero no por mucho tiempo. Recordó una vez más a la mujer que había dejado atrás. El taxi se detuvo frente a su departamento. Faltaban tres minutos para Navidad―. Es hora ―susurró.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
―Vení, querida ―dijo el político desde el umbral de la puerta del dormitorio de su hija, ella estaba terminando de leer su libro luego de intentar olvidar al desconocido que una vez había amado, hacía meses. Parecen siglos, pensó.</div>
<div style="text-align: left;">
―Voy, papá. ―Ella cerró el libro y, antes de apagar la luz, vio la caja que le había dejado su ex. Había olvidado que estaba allí. La agarró y la llevó abajo, junto a los otros regalos. Un último recuerdo, para nunca más cometer el mismo error. Todo habría podido salir mejor si él no se hubiera obsesionado con sus proyectos locos.</div>
<div style="text-align: left;">
―Acomodate, hija ―dijo su padre mientras le señalaba una silla. Su madre estaba sentada frente a ella.</div>
<div style="text-align: left;">
―¿Y esa caja? ―preguntó la señora de la casa.</div>
<div style="text-align: left;">
―Es un regalo de un amigo. Hoy se fue para siempre.</div>
<div style="text-align: left;">
Se oyeron explosiones de pirotecnia lanzada por los imbéciles de siempre.</div>
<div style="text-align: left;">
―Brindemos ―dijo el político. El instante era mágico, casi se parecía a las publicidades de Coca Cola, creador de Papa Noel como lo conocemos al día de la fecha.</div>
<div style="text-align: left;">
―Abrí tu regalo ―le dijo a su hija. Ella lo abrió. Su rostro se impregnó de horror. Emitió un chillido largo como angustiante antes de desmayarse.</div>
<div style="text-align: left;">
El hombre se levantó de repente. Ayudó a su hija a reincorporarse. Su mujer también profirió un gritó luego de ver lo que había en la caja. Él se acercó y observó el regalo a su hija.</div>
<div style="text-align: left;">
―Aún late ―dijo su mujer horrorizada.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
El científico sacó la bolsa de plástico de la cabeza del taxista ahora muerto y la arrojó por la ventanilla. Ese hombre jamás habría sido capaz de hacerlo por sí mismo, necesitaba una mano. Un regalo de Navidad de parte de un desconocido.</div>
<div style="text-align: left;">
El dolor en su pecho se intensificaba a medida que pasaban los minutos.</div>
<div style="text-align: left;">
Bajó del auto y corrió al interior del edificio. Subió hasta el primer piso por las escaleras y entró a su gran departamento, aquél en el cual llevaba a cabo muchos de sus experimentos. Entró hasta el laboratorio casero y cerró la puerta. Se sacó el guardapolvos y se rozó la herida hecha por sí mismo y cosida a mano, a base de dolor.</div>
<div style="text-align: left;">
―Te entregué lo último que me quedaba: mi corazón. Si esto no es amor, no sé qué será.</div>
<div style="text-align: left;">
Se sentó frente a una mesada repleta de materiales de laboratorio y se sirvió un vaso de sidra.</div>
<div style="text-align: left;">
―Por el amor ―dijo y extendió el vaso en el aire impregnado de soledad. Había logrado concretar su proyecto. Era posible vivir por toda la eternidad. Y ella nunca lo había apoyado como debía porque no creía en él, hasta hoy. Pensaba que estaba loco, y tal vez tenía un poco de razón.</div>
<div style="text-align: left;">
Navidad había llegado una vez más.</div>
<div style="text-align: left;">
El científico cerró sus ojos. No soñó porque ya no era capaz de hacerlo.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-47886997811666532712013-12-22T20:37:00.000-03:002014-11-29T13:01:13.800-03:00Buscando un final<style type="text/css">P { margin-bottom: 0.21cm; }</style>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
Pertenece a un pasado olvidado, ¿o a
un futuro lejano? Pertenece al anhelo de cada latido de su corazón, aquél es parte de un recuerdo que se aleja con cada segundo que transcurre en soledad. Las agujas del reloj giran ignorantes a lo que sucede en derredor, tal vez nada,
tal vez mucho. Un <i>tic tac </i><span style="font-style: normal;">que
no pretende detenerse, al igual que la falta de inteligencia de los tontos que
creen que el final es feliz. Ese sonido se mezcla dentro de su cabeza
con los pensamientos de un amor despiadado, un amor que no quiere ser
amado, un amor que no miente.</span></div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-style: normal;"> Pertenece
a la luz de la oscuridad de un cuarto sumergido en los recuerdos de
una memoria que cuida cada detalle, cada centímetro de la piel de ella.
Intenta recorrer con sus labios secos, escasos de palabras, una vez más el mapa imaginario del
cuerpo de aquella mujer que supo entregarse al placer de la
felicidad. ¿Cuándo fue la última vez que intentó mirar hacia
delante? ¿Hay algo más allá del dolor? Tal vez lo esperan
unos ojos claros, con una profundidad inmensa, con una mirada eterna,
cansados de esperar... Tal vez no; los peligros de la desconfianza merodean a su alrededor.</span></div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
Sí, pertenece a la falta de razón cuando supo que ella había decidido
correr hacia nuevos horizontes, derrotada por la grandeza del tiempo.
El tiempo, ¿quién pudiera ser capaz de matarlo?</div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-style: normal;"> Pertenece,
¿a qué pertenece...? Hay un abismo delante de su corazón y está
dispuesto a saltarlo. Al fin y al cabo será capaz de volar como lo
hizo su amor del pasado, o del futuro. Todavía no está seguro. El
poder del tiempo, el mismo que consume la vida y deja en el camino, inertes, las
acciones nunca llevadas a cabo por sus víctimas arrepentidas de las oportunidades
desechadas por la falta de decisión; el tiempo es implacable. </span>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-style: normal;"> ―¡Sé
tenaz con tus deseos! ¡Desafía la maldita existencia! ¡Enfrenta tu blanca pasión y la roja lujuria que te consume!―se dice por dentro, pero
tiene miedo. </span>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-style: normal;"> Pertenece
al grupo de los cobardes. Pertenece al grupo de escritores que se dedican a derrochar palabras sin sentido una noche de invierno con la esperanza de revivir al menos en sus historias; escribir, la única manera que existe para
matar la ansiedad de volver a verla el día de mañana mientras oye
el crudo sonido de las agujas del reloj, recordándole que no le
queda mucho tiempo para abrazar un nuevo amanecer.</span></div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-style: normal;"> Se
pregunta si algún día ella leerá sus letras y entenderá lo que intentó expresar cuando escribió
tales pensamientos. Allí estarán hasta el fin de los tiempos a la espera de
recibir una lágrima y colocar el punto final donde corresponde. </span>
</div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
Él es<span style="font-style: normal;"> </span><span style="font-style: normal;">un tonto que todavía cree en los
finales felices...</span></div>
</div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-29768496053698826632013-12-07T22:01:00.000-03:002013-12-07T22:08:34.775-03:00Miradas, imágenes y recuerdos: puntos suspensivos<div style="text-align: center;">
<span style="color: white; font-size: large;"><u><b>Volver</b></u></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tengo unas ganas inmensas de sumergirme nuevamente en el mundo inimaginable de las palabras, pero el miedo a caer otra vez en las historias donde busco a la misma persona desde hace años no me permite continuar. De fondo se oye una canción que converge a mi mente y alma en un momento que todavía no logro recordar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un punto y aparte no será suficiente para finalizar esta historia. A veces creo que lo mejor sería irse muy lejos e intentar comenzar de nuevo, pero el destino se encargaría de llevarme sus recuerdos hasta donde intentase esconderme. Sé muy bien que debo enfrentarla de una vez por todas. Así son las historias, se entremezclan con mi realidad y no me permiten ver más allá de este velo que oculta los ojos tristes de quien desea hallar la felicidad cuando el reloj diera las doce.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> ¡Maldito este manto que oculta su silueta de mi vista! Al final no podré volver a verla y tendré que conformarme con la imagen que veo en mis recuerdos borrados por el tiempo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Todavía sigo sin poder crearla. Todavía sigo perdido en la confusión de esta historia sin final.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span style="color: white; font-size: large;"><u><b>Melodía</b></u></span></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Cada vez que me voy siento que una parte de mí se queda allí.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">A veces creo que lo mejor sería no volver.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin embargo, hay algo que no me deja vivir</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">sin la melodía de tu dulce mirada.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Tal vez sea el miedo a perderte,</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">tal vez sea la ausencia de tu esencia.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Necesito regresar una vez más,</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">estoy seguro que no huiré de nuevo;</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">quiero perderme en tus ojos,</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">quiero oler tus labios</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">y tocar tu aroma.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Te necesito y no sé cómo decírtelo sin sonar ridículo.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pienso en que esto había comenzado como una frase más</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">y ahora ha crecido hasta superar mis horizontes.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Creo que seguiré sentado aquí mientras el tiempo envejece</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">y se vuelve una herramienta difícil de manipular,</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">un arma de doble filo.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Cada vez que me voy de allí,</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">un latido, una porción de ese tiempo, se muere en mí.</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: white; font-size: large;"><u><b>Verte</b></u></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Te veo allí, sentada, mientras tu atención se pierde en las líneas que las gotas del agua condensada dibujan en el vidrio al caer; a través del cristal puedo ver la tristeza que huye de tus ojos como el brillo del diamante. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Te veo, te contemplo; cuando me observás te evito.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> No puedo hablarte, no debo hablarte.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tu mirada también parece esquivarme para no cruzarte con mis pensamientos, una vez más.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El miedo me invade y la fuerza que debo realizar para resistir la tentación de sentarme a tu lado aumenta.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Te veo hoy, te vi ayer, siempre estás allí esperando que me dirija a vos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Cierro los ojos y una vez más tu imagen se imprime en la oscuridad que olvida la existencia de todo más allá de la imaginación.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tengo miedo, tengo miedo de no volverte a ver.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tengo miedo de volverte a ver.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tengo miedo de que nunca más sea capaz de crearte en ese lugar donde una vez nos dijimos adiós. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Las gotas continúan recorriendo el vidrio mientras se dibuja un camino que nunca volveremos a ver con la mirada triste y pensamientos perdidos porque ya no estamos aquí.</span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-71186744214775778012013-01-08T03:59:00.001-03:002015-01-01T22:40:07.473-03:00Miedo al sapo<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><b>Introducción: este relato surgió después de una mala experiencia con un sapo. No me estaba cagando, pero sí meando, así que<span style="font-size: x-small;"> me dirigí al baño como siempre (y como creo que hace todo el mundo), abrí la puerta y, cuando me estaba bajando la bragueta y me acercaba al inod<span style="font-size: x-small;">o<span style="font-size: x-small;">ro, vi que había un sapo en el borde <span style="font-size: x-small;">del mismo. Me pegué un cagazo de la puta madre. S<span style="font-size: x-small;">al<span style="font-size: x-small;">í del baño y llamé a mi hermano menor para que sa<span style="font-size: x-small;">cara <span style="font-size: x-small;">al animal de<span style="font-size: x-small;"> allí</span>. E<span style="font-size: x-small;">l sapo saltó del inodor<span style="font-size: x-small;">o, estaba todo e<span style="font-size: x-small;">mbadurnado de mierda. <span style="font-size: x-small;">La teoría de mi viejo es que los sapos <span style="font-size: x-small;"><span style="font-size: x-small;">(</span>eso pasó dos vece<span style="font-size: x-small;">s, la <span style="font-size: x-small;">segunda: mientras mi hermano se bañ<span style="font-size: x-small;">aba vio có<span style="font-size: x-small;">mo otro sapo salía del inodoro y se posaba en la platafor<span style="font-size: x-small;">ma del mismo, es un inodoro un poco raro</span></span>)<span style="font-size: x-small;"><span style="font-size: x-small;"> <span style="font-size: x-small;">se meten por el hoyo del pozo <span style="font-size: x-small;">séptico y<span style="font-size: x-small;">, como está muy lleno, nadan entre la mierda hasta llegar al caño que da al inodoro. Menos mal que ya no vivo ahí y donde estoy me encu<span style="font-size: x-small;">entro a dos pisos del suelo. Para ser un poco más sensato, creo que en realidad son ranas<span style="font-size: x-small;"> <span style="font-size: x-small;">pero no me voy a poner a lim<span style="font-size: x-small;">piarles<span style="font-size: x-small;"> el sorete de la pie<span style="font-size: x-small;">l para ver si la tienen lisa o rug<span style="font-size: x-small;">osa. </span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></b></span></div>
<div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8Op7muPMbAEgRaMuxW-baCtEXVoUqOdd0QddCQ2uxYfg_JmrF7taSM0pLWzITZGAHb2QraQKgOrkulyuBbJY8dT_zTyslv2McevLxdHhBJbtR4G-QAAp04mxXegDDkaRwNCf6g0N4zDoK/s1600/sapo2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8Op7muPMbAEgRaMuxW-baCtEXVoUqOdd0QddCQ2uxYfg_JmrF7taSM0pLWzITZGAHb2QraQKgOrkulyuBbJY8dT_zTyslv2McevLxdHhBJbtR4G-QAAp04mxXegDDkaRwNCf6g0N4zDoK/s320/sapo2.jpg" height="305" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> El sol estaba calentando el mundo en la plenitud de la tarde y a él le dolía la panza. Había comido muchos chocolates durante la mañana y ahora estaba a punto de reventar. De tanto dolor que sentía cerró sus ojos y buscó la manera de relajarse.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Necesitaba ir al baño lo antes posible, pero no allí, no en esa casa. Lo que había dentro del inodoro no le permitía ni acercarse a tomar el rollo de papel higiénico: el sapo todavía flotaba en la superficie del agua panza arriba y, si tiraba la cadena, podría tapar el inodoro y no podía correr ese riesgo, el hijo de puta era enorme. </span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Aún le dolía el estómago. Y temía a esos bichos, vivos o muertos. ¿Cómo había llegado un sapo a su inodoro? No lo sabía, pero había sido un sapo muy boludo porque se había ahogado. Por desgracia estaba solo en la casa, mamá estaba en el trabajo. Faltaban tres horas, más o menos, para que ella llegara y le sacase el animalito del
<i>Trono de los Pensamientos</i>. Pero necesitaba cagar ahora. Miró a través de la ventana directo al campo.</span><style type="text/css">
<!--
@page { margin: 2cm }
P { margin-bottom: 0.21cm }
</style></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —No, no pienso echarme un cago atrás de un árbol. No me voy a limpiar el culo con pasto. Ni que fuera vegetariano. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> ¿<span style="font-style: italic;">Entonces tu culo come carne? Que mal habla eso de vos.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="font-style: italic;"> </span> Negó con un gesto de cabeza. Qué zorra era la mente humana. A veces pensar no era bueno. Un fuerte dolor en el vientre, como si lo estuviesen cagando a patadas desde el estómago (no como le pasa a las embarazadas, ellas tienen a los bebés en otro lado), le recordó que le estaban golpeando la puerta de atrás por dentro. Miró en el horizonte y vio la casa de su amiga. Sí, ella lo dejaría pasar al baño.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Volvió a recordar el sapo con la panza blanca inflada y apuntando hacia él; esa pequeña y horrible mueca que formaba con esos labios tan definidos; las patitas abiertas a los lados, y ese horrible orificio que debiera ser por donde garcaban. Sintió asco. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Cerró sus piernas, se agachó, respiró hondo y, cuando se hubo calmado, comenzó su travesía a la casa de su amiga y vecina del alma (o viceversa).</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Cruzó la calle y saltó el alambrado. Empezó a correr sin parar. Cuanto más cerca veía la casa de su amiga más fuerza debía hacer para no cagarse (lo que sucedía cuando a uno lo afectaba la ansiedad). No vivía lejos, pero con esa desesperación por sentarse en el trono y abrirse de piernas, cien metros parecían diez kilómetros. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Conocía a su vecina desde la primaria y eran muy buenos amigos. Sus padres tampoco casi nunca estaban en casa durante todo el día. Como los padres de él, los de ella trabajaban hasta tarde para llevar la comida al hogar. Así era la vida del pobre. Siempre se había llevado bien con su amiga y se confiaban casi todos sus secretos. Durante gran parte de su vida, él nunca había mostrado otro interés que no fuese amistad, pero el desarrollo de la adolescencia había cambiado los planes: a su amiga le habían crecido los pechos y se le había redondeado y crecido el culo de una manera casi exagerada. Más de una noche le había dedicado una bajo las sábanas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —¿Y qué mierda voy a hacer si me llena los huevos cada vez que la veo? —se quejó mirando al cielo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Debía hacer cada vez más fuerza para que nada saliera de su ano, pero también comenzaba a sentir una erección que no podría parar si no pensaba en algo feo. Basta de amiga, che. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Pensó en un perro, se lo terminaba empernando. Pensó en los <i>zombies</i> de <i>The Walking Dead</i>, entonces acababa practicando la necrofilia. Pensó en el sapo, casi todo regresó a la normalidad. Su pene se cayó como si le hubiesen dado una mala noticia luego de jugar todo el día.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Se detuvo frente a la puerta. Esperó unos segundos para recuperar el aire y luego llamó con tres golpes fuertes. Silencio. Esperó otros segundos, muchos. Golpeó nuevamente. Silencio otra vez. Esperó un minuto más. Estaba dispuesto a golpear por última vez resignado a cagarse encima cuando oyó la voz de ella al otro lado. Se la oía agitada, o cansada.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —¿Quién es? —preguntó.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Soy yo, tu amigo del alma. —Necesitaba con suma urgencia su baño y no podía decírselo porque, aunque había pensado en hacerlo, sentía vergüenza.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Ella abrió la puerta. Sus mejillas estaban ruborizadas, por no decir al rojo vivo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —¿Estás bien? —preguntó él—. Parecés como si tuvieras fiebre.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Sí —contestó ella—. El que no parece estar bien sos vos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —No, solo estoy un poco cansado de tanto ir y venir. ¿Puedo pasar?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Ella dudó por un momento pero no podía decirle que no. Lo invitó a entrar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —¿Querés unos mates? —le ofreció.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Dale, te agradezco.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Ella fue a la cocina.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —¿Puedo pasar al baño? —preguntó intentando no parecer muy desesperado.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Claro, pasá nomás.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Entró al baño. Se bajó los pantalones y dejó que todo fluyera como Dios manda: sin obstáculos ni complicaciones. Por momentos detenía el chorro para evitar hacer cualquier sonido si el caudal se iba al carajo y aumentara la presión acabando en un pedo muy sonoro. Abrió la ventanita para que saliera el olor y agitó sus manos para dispersarlo por todo el cuartito. Hizo ese ritual por varios minutos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Un rato después se sentía como un hombre nuevo. Tiró la cadena y salió del baño con una sonrisa de oreja a oreja. Se sentó a la mesa y observó a su amiga preparar un mate. Le divisó el escote y la excitación volvió hacia él una vez más. Comenzaba a sentir la presión en su pantalón.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Se cruzó de piernas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> La miró a los ojos. Parecía avergonzada.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —¿Te pasa algo, amiga?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —No, nada. —Le ofreció un mate a su invitado, le temblaban las manos y casi dejó caer una buena cantidad del líquido que al final se mantuvo en el recipiente. Él lo aceptó sin prestarle atención a ese mínimo detalle. </span><br />
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> La excitación que el muchacho sentía era demasiado intensa y no lo dejaba pensar con claridad. Le volvió a mirar el escote y notó la respiración agitada de su amiga en sus bochas. El mate se le cayó al suelo. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Disculpame —se excusó. Se agachó para agarrar el mate y no pudo evitar pegarle una ojeada a la parte de abajo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Ella llevaba una pollera negra demasiado corta. Su vista recorría dos piernas blancas a una velocidad que le permitía imaginarse las mejores fantasías adolescentes. Avanzó hasta el punto donde se unían, el dulce punto del placer. Estaba transpirando. Le miró la bombacha rosada y el calor le subió hasta las nubes. El cielo parecía un infierno.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> El aire estaba cálido allí dentro, en el comedor de la casa de la vecina. El salvajismo estaba a flor de piel y la excitación impregnaba todo el lugar. Él se levantó y dejó al descubierto su fogosidad para que ella lo viera.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Estuve practicando —comentó ella mientras le fichaba el bulto—. Quiero tener un orgasmo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Se subió a la mesa y se acercó a él gateando y ronroneando, mientras sus pechos intentaban zafarse de la prisión del escote de su musculosa. Luego se arrodilló y se arrojó sobre su víctima sexual como si fuese una leona. Le tomó las manos y extendió sus brazos a los lados. Comenzó a recorrer el cuerpo de su amigo hacia abajo: primero el cuello, un beso, luego el pecho, una lamida cálida, luego la panza, un chupón. </span><br />
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Una fuerte sensación atrapó al muchacho comenzando desde el estómago, donde yacían las mariposas, hasta la garganta. Se zafó de las manos de la muchacha, le agarró la musculosa y se la desgarró como si fuese un depredador atrapando a su presa; sus tetas eran libres al fin. Comenzó a besarle el cuello y luego bajó lentamente hasta el pecho. </span><br />
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Ella gemía mientras le quitaba a él los pantalones con bastante torpeza. Le quemaba todo el cuerpo. La fricción entre las pieles generaban el fuego de la pasión y de la calentura acumulada. Él le chupó los pezones y luego le sujetó las nalgas con sus manos, el culo era firme y redondito, como siempre se lo había imaginado. La desnudo por completo y luego la penetró con falsa delicadeza.</span><br />
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Ella llevó sus manos al trasero de su amigo y le presionó los cachetes peludos. Él movió su pelvis hacia delante y la penetró un poco más. Ella profirió un gritito casi ahogado mientras le seguía manoseando el culo: arrastró su mano derecha hasta la zanja peluda y metió el dedo índice en el hoyo. </span><br />
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Él gritó y se sacó el dedo del orto; para vengarse la dio vuelta, la aferró por la cintura, la apoyó contra él y se dispuso a hacerle el ojete pero ella se alejó un poco. No, no quería que le hicieran el totó... todavía.</span><br />
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Todo sucedía tan rápido que no se habían dado cuenta que habían cedido a sus respectivos deseos, esos que habían reinado sobre los sueños húmedos por demasiado tiempo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Te la voy a chupar toda —dijo ella para compensarlo por el tema del culo, luego se mordió los labios, se arrodilló y... a lo dicho...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> Abrió sus ojos. Se puso los guantes de goma, metió la mano en el inodoro y sujetó el sapo por una de sus patitas traseras. Lo sacó de ahí y lo arrojó al campo. Se quitó los guantes y se sentó sobre el inodoro con toda la tranquilidad del mundo. El chorro de diárrea salió de su agujero con una presión que salpicó la pared del trono con sorete y de agua sus cachetes peludos, más un poco de caca. Se sentía el rey del mundo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> —Mierda, no me quiero imaginar lo que me habría pasado si le hubiera tenido miedo a los sapos. Seguro que ahora me estaría cagando encima.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"><i> «A veces es mejor tener miedos.»</i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-39444673369735243692013-01-07T01:21:00.000-03:002013-01-07T01:23:22.440-03:00251: son palabras<div>
<style type="text/css">
<!--
@page { margin: 2cm }
P { margin-bottom: 0.21cm }
</style>
</div>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y es que no lo puedo evitar, ya no: hay un
«Te amo» que quema mi interior y se rehúsa a ser pronunciado por
mis labios cuando estás frente a mí. Este es el momento para
decírtelo y desahogar mis sentimientos que se mueren en el reino del
tiempo perdido. Es hermoso observar tus ojos bonitos mientras te
hablo, siento que podría superar todas las eternidades en esta
situación.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Vamos, tomá mi mano que quiero
mostrarte lo que tengo para darte. Prometo que te dejaré ir
cuando termine. No, no me pongas esa cara o no sé cómo continuaré.
Hay una canción dentro de mi cabeza que no deja de sonar. Hay un
sueño que no deja de dormir. Y vos estás junto a mí, hasta el fin
de los tiempos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Si hay una cosa que no soy es poeta
pero, a veces, siento que encuentro las palabras correctas para
hablarte, aunque debo admitir que necesito un poco de ayuda.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Quien hoy te habla es mi corazón, no
lo puedo controlar. Él te quiere y no se detendrá hasta tocar tu
alma; él no quiere tu libertad, prefiere esta prisión en la que muere con la esperanza de que algún día tendrá tu amor. Él quiere dejar en tu alma su huella por siempre. La pasión
que lo hace latir parece menguar con el paso de los días.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hoy te dije tan poco. No sé qué va a
pasar mañana.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Solo sé que debería dejar de tomar
vino en el desayuno.</div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-75546355136514502302012-10-07T13:48:00.002-03:002012-10-07T13:57:19.675-03:00Eterno sueño de un amor olvidado (Versión poema)<span class="Apple-style-span" style="background-color: #080000; color: white; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19px;"></span><br />
<h3 class="post-title entry-title" style="color: #fafafa; font: normal normal bold 22px/normal Georgia, Utopia, 'Palatino Linotype', Palatino, serif; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; position: relative;">
Eterno sueño de un amor olvidado (Versión poema)</h3>
<div class="post-header" style="line-height: 1.6; margin-bottom: 1em; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<div class="post-header-line-1">
</div>
</div>
<div class="post-body entry-content" id="post-body-458267508450520765" style="line-height: 1.4; position: relative; width: 536px;">
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<i> Este es el producto de un enorme pero hermoso esfuerzo por revivir un relato que debió ser poema desde un principio. El relato original está dirigido a una persona que nunca supo apreciar (o amar) lo que le ofrecía. El relato a mí me gusta demasiado. Por esa razón decidí revivirlo en un intento por hacerlo poema. Es una historia con demasiados desvaríos, al menos yo la entiendo. Queda a tu criterio darle la sentencia final. Nadie revisó el poema, sepan que no soy bueno para esto pero lo hago de corazón (gracias a <a href="https://www.facebook.com/ElEdendelosNovelistasBrutos" target="_blank">El Edén</a> por quitarme el miedo a escribir poesía, o al menos intentarlo)...</i></div>
<br />
<u>Versión poema de "<a href="http://elnegropeligro.blogspot.com/2010/12/eterno-sueno-de-un-amor-olvidado.html" style="color: #b9b9b9; text-decoration: none;" target="_blank">Eterno sueño de un amor olvidado</a>"</u></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
I</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Te encontré en un mundo</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
sumergido en ilusiones del olvido,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
en fantasías perdidas.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Allí los sueños no existían.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Ese mundo era el Sueño.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
<a href="http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=5777163104625424987" name="more"></a></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tú eras la reina de ese mundo</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
gobernado por la imaginación.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
De pie sobre los cimientos del fin,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
sobre pensamientos e ideales,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
donde morían los fracasos humanos,<br />
mirabas al suelo con una lágrima en tus manos.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
II</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Altanera tu belleza</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
olvidada por los hombres,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
reyes de la codicia.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Te vi y me enamoré.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Miles de palabras flotaban,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
sin significado vivían.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
La brisa mi tristeza se llevaba,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
en la oscuridad acabaría.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tú a mi lado,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
generabas una certeza:</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
las penas no volverían</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
por el resto de mis días.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
III</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tus ojos, negros y profundos,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
ventanas de la felicidad.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tu corazón, motor del mundo.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tu amor, fuente de la eternidad.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tu amor, sincero.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tu amor, rey de la humanidad.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Sobre las ruinas del ser humano</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
en la historia aseguramos</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
la destrucción de la verdad.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
La historia tiene un final.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Nada existe por siempre.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Solo tu belleza es eterna.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Solo tus caricias son infinitas.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
IV</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Tus besos no olvido,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
tu mirada aún veo.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
En ese mundo perdido,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
te pedí un deseo:</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
morir a tu lado</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
como un loco enamorado.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
V</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
En el aire está tu sonrisa,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
me observa solo a mí.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Me tocas con tu brisa</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
en ese mundo soy feliz.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Algún día volveré</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
y como un hombre te amaré.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Es lo que quieres,</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
es lo que anhelo.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
Eres la reina</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
de mis noches en desvelo.</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<u>FINAL</u></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>Este poema es para ella,</b></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>de mis fantasías es la estrella.</b></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>No existen palabras ni doncella</b></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>que se comparen con su belleza.</b><br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<i><br /></i>
<i><br /></i>
<i>...fin de otra locura.</i></div>
<div>
<br /></div>
</div>
<div style="clear: both;">
</div>
<div id="lws_0">
<div class="linkwithin_outer" style="border-bottom-width: 0px; border-color: initial; border-left-width: 0px; border-right-width: 0px; border-style: initial; border-top-width: 0px; clear: both; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; padding-right: 0px; padding-top: 0px;">
<div class="linkwithin_inner" style="border-bottom-width: 0px; border-color: initial; border-left-width: 0px; border-right-width: 0px; border-style: initial; border-top-width: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; padding-right: 0px; padding-top: 0px; width: 358px;">
</div>
</div>
</div>
</div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-22676820617275642412012-09-09T17:35:00.003-03:002014-12-20T13:41:27.554-03:00Recuerdos e imaginaciones<b><u>Antes de comenzar a leer</u>: este es uno de esos relatos que escribo en momentos <i>raros</i>, por decirlo de alguna manera, en mi vida. A veces cuesta entenderlos y pocas veces se es capaz de llegar hasta el final por lo denso de sus palabras. Yo lo veo como un relato un poco pesado y carente de agilidad en su lectura. Pero, como la mayoría de lo que escribo, termino por volcarlo en el blog y que sea lo que deba ser. Al fin y al cabo, tuve que invertir tiempo en su escritura.<br />No sé en qué estaba pensando cuando lo escribí, digamos que me tocó un fin de semana largo sin televisión ni internet en la casa de mi tía mientras ella disfrutaba de la Semana Santa en la playa de un lugar que no conozco ni me interesa conocer. </b><br />
<b>Una vez más: <i>que sea lo que deba ser...</i></b><br />
<b><i><br /></i></b>
<b><i><br /></i></b>
<br />
<h2 style="text-align: center;">
<b><u><span style="font-size: x-large;">Recuerdos e imaginaciones</span></u></b></h2>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPZAKT5LOtqKn4QSfM8sO4lJKW6TrEL-n3pVzn0U9yds8ativOwiqagsq8Q9TZngyaaky3njxo42FJFjgUayPIPvWcwk9S2ioJGJTQTdS4vGqAWtobQjwLp7nZ3vXSxbVEiMb0UL2XcuhN/s1600/escribir.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPZAKT5LOtqKn4QSfM8sO4lJKW6TrEL-n3pVzn0U9yds8ativOwiqagsq8Q9TZngyaaky3njxo42FJFjgUayPIPvWcwk9S2ioJGJTQTdS4vGqAWtobQjwLp7nZ3vXSxbVEiMb0UL2XcuhN/s320/escribir.png" height="216" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: xx-small;">Imagen tomada de <a href="http://alt1040.com/2009/08/como-inspirarse-para-escribir-cuando-crees-que-no-tienes-nada-que-decir" target="_blank">aquí</a>.</span></div>
<br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #cccccc;">1</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Las historias de amor en
las novelas baratas de puestos de diarios y en las telenovelas de la
tarde siempre son perfectas. «Romeo y Julieta», por ejemplo, es
magnifica, una historia donde el amor es el único protagonista;
impecable, una obra maestra de todos los tiempos, pero irreal.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Me pregunto por qué será
que leo demasiado; creo que la respuesta es sencilla: necesito huir
de la realidad y de los peligros que esta representa por no contener
esas historias perfectas, historias donde los malos son
verdaderamente malos y los buenos muy bondadosos a los que todos los
lectores o, en caso del cine y televisión, idiotas, aprecian más
que a sus propias vidas.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Mis historias no logran la
perfección y no pretenden alcanzarla, se conforman con estar ahí,
en unas hojas esperando a que alguien les dé vida con su lectura. Si
fueran perfectas nadie creería sus palabras, como en «Romeo y
Julieta», es tan perfecta que todos llegamos a deducir que tal amor
jamás existirá en nuestro mundo inerte, y eso es algo que tuve que
aprender para seguir adelante. Estoy seguro que pocos creen en mis
palabras y no me importa, hace tiempo que he dejado de ser el
escritor que conocieron, ese ser romántico que llegó a enamorar a
las adolescentes de toda la ciudad con sus palabras.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Es hora de contar una
historia en la que soy protagonista, no creo que sea el héroe que
todos buscan ni es la historia modelo que muchos anhelan leer. Es
solo una lágrima de desahogo donde las esperanzas no existen y el
amor es solo un concepto que los hipócritas utilizan para sobrevivir
en un mundo sin sentido ni razón pero también es el motor que
necesitamos para creer que hay algo más allá de todo, nuestro motor
de todos los días. En esta historia tuve que creer en lo que veía y
sentía y abrir los ojos para renovar mis esperanzas. Estas palabras
son mi única salida para regresar al pasado por última vez.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Mi nombre es Santiago
Alvear, como muchos ya sabrán, un escritor novato pero reconocido, y
les voy a relatar un episodio inolvidable en mi vida, un momento en
el que ya no creía en el amor y en la felicidad eterna. Les voy a
contar cómo llegué a convertirme en este escritor sin futuro ni
planes de vida. Solo me conformo con vivir en mis historias, allí me
siento seguro pues soy el dios que crea y destruye a su voluntad su
mundo de fantasías, como el Dios al que los cristianos adoramos. Hoy
necesito volver a mi pasado y el mejor método para hacerlo es
escribiendo mientras mi mente se adentra en las palabras y vuelvo a
encontrarme con ella, un viejo amor si no el único en toda mi
existencia.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br />
<a name='more'></a><span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">2</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> No diré «Todo comenzó un
día...» o «Érase una vez...». Comenzar con esas frases es
afirmar que antes de iniciar una historia no existió nada,
absolutamente nada. Y eso es mentira. Antes de cruzarme con ella tuve
una vida, no era gran cosa pero al menos sabía que vivía. Iba a la
escuela secundaria, jugaba al fútbol con amigos o a la <i>PlayStation</i>
con mis dos hermanos, largos campeonatos cuando llovía, o miraba los
últimos estrenos de la semana en un cine social tan legal como robar
a un policía su arma reglamentaria. Hablaba con mis padres con mayor
frecuencia que cualquier adolescente de mi edad y planeaba el resto
de mi vida antes de dormirme cada noche. Cómo no hacerlo, si era el
mejor de mi clase, hasta de la escuela podría admitir en caso de ser
necesario.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Mi vida en el colegio
secundario fue perfecta y los tres años transcurrieron mucho más
rápido de lo que hubiera querido. Hice muchos amigos pero ni una
sola novia. No sé si era porque era tímido o porque no me
interesaba en ese momento joderme la vida perfecta con una chica que
no supiera lo que querría cada uno de sus días. Las mujeres son
difíciles de entender, oh, sí. Seremos capaces de llegar a la Luna
o a Marte o adónde se nos antoje o seamos capaces de imaginar, pero
no somos capaces de llegar y conquistar el corazón de una mujer. Es
el castigo que recibe el hombre por olvidarlas entre sus ambiciones e
historias.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Terminé el secundario y
comencé la Universidad. Avanzaba en mi vida académica a una
velocidad que sorprendía a muchos, más conociendo los antecedentes
de mi familia: ninguno de ellos habían sido capaces de llegar lejos
en el estudio o lograr algún título, preferían romperse la espalda
con trabajos pesados a romperse la cabeza con funciones
diferenciales. Aun así, muchos lograron el éxito a base de
esfuerzos y buenos negocios, como mi única tía, hermana de mi madre
y de cinco varones más. Pero yo quería un futuro, y toda mi familia
me apoyaba en mi decisión, y mis padres me daban todo lo que
necesitaba. Un padre quiere que su hijo sea mejor a lo que pudo
lograr él mismo; un padre es capar de darlo todo con tal de que su
hijo llegue lo más lejos posible; yo lo sabía y por eso me
esforzaba por construir un futuro perfecto, junto a mis padres y dos
hermanos.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ir a la Universidad me
obligó a instalarme en la ciudad. Prefería el campo mil veces más
que a la maldita capital de la provincia. Acabé en un departamento
junto a tres estudiantes más, todos pertenecientes a la misma
facultad. Eso era bueno, pues éramos capaces de ayudarnos los unos a
los otros. Los primeros tres meses fueron difíciles: me costaba
horrores adaptarme a esta vida donde lo único que podía hacer era
estudiar más y más. Al final, logré tomar el ritmo y aprobé los
primeros parciales con notas de promoción. Era lo que mis padres
querían: que superara mis metas y fuera por más; y debía llamarlos
para informarles de mi progreso. Pero prefería contárselos en
persona. Luego de las primeras fechas tendríamos fin de semana
largo, principios de mayo, era el momento perfecto para pasarlo junto
a mi familia. Así que preparé mi bolso y viajé a mi casa, mi
hogar, mi mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Pretendía darle una
sorpresa a mi familia y no les había llamado para avisarles que
volvería pero ellos me dieron una sorpresa a mí al descubrir que no
estaban en casa. Llegué el viernes por la noche. Tomé mi celular y
llamé a mamá. Ella me dijo que se habían ido unos días a la
costa, aprovechando el fin de semana largo, aún estaban viajando,
podía oír el sonido del motor del Peugeot 504 de papá y a mis dos
hermanos discutiendo sobre algún programa de televisión, cosa de
chicos de once y trece años. Ellos no se imaginaban que su hijo
mayor podría volver en cualquier momento; se habían olvidado de mí,
en otras palabras, pero yo también me había olvidado de ellos
durante mis periodos en la ciudad. Lamentaron mucho haberme dejado
varado. Le dije a mi mamá que no se hiciera problema, me las
arreglaría muy bien solo y utilizaría el tiempo libre para
estudiar. Por dentro, los odiaba, ellos iban a disfrutar de sus
vacaciones sin su hijo mayor mientras este se moriría del
aburrimiento estudiando temas que no debía estudiar porque ya había
aprobado los malditos exámenes. Miré el reloj y vi que eran las
diez y media de la noche. Les deseé buen viaje a todos ellos y les
mandé un saludo a mis hermanos, quienes me insultaron antes de
cortar el teléfono celular. Nunca más volví a escucharlos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Comí unos sándwiches,
miré algo de televisión, navegué por internet otro rato y, al
final, me acosté alrededor de las dos de la madrugada, pensando que
me sería difícil conciliar el sueño por estar solo en una casa
vacía, luego de haberme entretenido durante horas sin recordar que
estaba solo en la casa. Pero, por lo visto, estaba demasiado cansado
para pensar y me dormí casi al instante.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Soñé con ella, solo que
no sabía quién era y de dónde venía. Sus ojos eran negros, su
pelo le caía hasta los hombros, era ondulado y se sacudía por el
viento. Su cintura era de las más perfectas que había visto en mi
vida. Me extendía su mano derecha, su piel bronceada por el sol me
volvía loco, y yo se la tomaba. Era suave como el algodón. La miré
a la cara y ella me sonrió. Movió los labios, me dijo algo, pero un
zumbido, similar al ruido de un motor lejano, no me dejó oír lo que
decía. El sonido era cada vez más intenso y ella se escapaba de mis
manos alejándose rápidamente. Me gritaba, ya no sonreía; en su
rostro se veía el terror, el pánico. Yo temblaba, tenía miedo pero
no sé a qué. Desperté llorando.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella era muy real, pensé.
Y esa frase quedó flotando en mi cabeza sin comprenderla hasta que
un día supe qué significaba.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span>
<span style="color: #cccccc;">3</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Abrí los ojos y vi los
rayos del sol que bañaban la pared opuesta a la ventana que daba al
este. Me incorporé en la cama e intenté recordar esa mirada, a esa
mujer que había aparecido en mis sueños. ¿Quién era ella y por
qué mi cerebro la había descripto tan perfecta? Estaba enamorado de
una creación de mi subconsciente. Sonreí y me levanté. Me preparé
un café y me puse a ver la televisión. Era sábado por la mañana,
no había nada para ver. Mucho menos había algo para hacer.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella aparecía en mi mente,
volvía a gritar. ¿Qué gritaba? ¿Acaso ese brillo en sus mejillas
eran lágrimas? Me levanté de la silla repentinamente. Estaba
asustado. Su rostro parecía muy angustiado. Y yo me sentía igual.
Me había adormilado por un momento, estaba cansado aunque no tenía
razones para estarlo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Hice <i>zapping, </i>primero
pasé por los canales de televisión abierta, luego por los de
series, luego por los canales infantiles, cine, cine <i>premium,
</i>PPV, documentales, hasta que
llegué a los canales de noticias. Me detuve en el canal C5N. La
escena que transmitían había obligado a mis manos a quitar el dedo
del botón del control remoto y luego
a subir el volumen hasta el
máximo. Una escena tomada desde un helicóptero mostraba un auto
blanco en la rambla hecho pedazos. Era casi irreconocible, aun así
logré reconocer la trompa, era muy similar a la de un Peugeot 504.
Más allá, había detenido en la banquina un camión, posiblemente
el que destrozó el vehículo. Entre estos dos habían dos mantas
blancas cubriendo cuerpos de adultos. De una de ellas sobresalía un
brazo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Mi
corazón comenzó a latir desesperadamente, mi mente se nublaba.
Intenté tomar mi celular para llamar a mamá y confirmar que todo
estaba bien pero no podía moverme, estaba hipnotizado por el maldito
televisor. Yo ya sabía qué había pasado.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> El
periodista habló a toda la audiencia del canal.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><i> «Los
cuatro ocupantes del Peugeot 504 perdieron la vida. Se cree que el
conductor del camión se quedó dormido y se cambió de carril
provocando el choque frontal con el otro vehículo. Esto ocurrió
alrededor de la medianoche, recién ahora están logrando sacar los
restos de los pasajeros, dos niños adolescentes que iban en el
asiento trasero, </i><i>entre</i><i> los hierros retorcidos; una
escena terrible. La familia en el auto se dirigía hacia la costa
para pasar allí sus vacaciones. Una vez más la imprudencia en las
rutas argentinas se ha cobrado más vidas; cuatro aquí, en la ruta
2.»</i></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> La imagen cambió, ahora
hablaba el periodista desde el estudio. Yo ya sabía lo que tenía
que saber. Mi familia había muerto en un accidente de tránsito y
nada me los devolvería. Aun así logré tomar el celular y llamé a
mamá. Como ya sabía que ocurriría, nadie me atendió. Dejé caer
el celular y me largué a llorar. Me dolía la cabeza, el mundo se
difuminaba, ya no sentía mi cuerpo. Yo estaba tan muerto como ellos.
Quería acompañarlos en su viaje hacia la eternidad. El mundo se
oscureció.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">4</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Desde las tinieblas oía el
sonido de las voces en el televisor y más allá los golpes a la
puerta, alguien llamaba a casa. Veía la luz a lo lejos pero no
lograba alcanzarla. Corría con todas mis fuerzas, debía volver pero
era muy difícil. Aún lloraba, sentía las lagrimas recorrer mis
mejillas. Oía otra voz y no era proveniente del televisor, cerca de
mí, era el sonido más dulce que jamás había oído en mi vida. Era
una mujer.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Ellos te amaban. Están
bien ahora. Debes dejarlos ir.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―¿Quién eres? ―pregunté
a la oscuridad.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> No me respondió. Cerré
mis ojos, la verdad es que en ese momento ya no me importaba nada.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Abrí los ojos y descubrí
que estaba caído en el suelo. Me incorporé como pude. Llamaban a la
puerta. Me acerqué a la ventana y vi el Duna rojo de mi tía
estacionado frente a la entrada de la casa. Me dirigí a la puerta
principal y abrí. Ella me abrazó llorando. Yo ya sabía por qué.
Hice lo mismo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Aunque necesito recordar
muchos sucesos para finalmente enterrar el dolor que me acomete, hay
cosas que pueden empeorar mucho esta pena que siento. Fue muy
dolorosa la despedida a mi familia. El cementerio era el último
lugar en el que prefería estar, allí se palpaba la realidad: no
había nada después de la muerte, eso creía. Habían familiares de
todas partes, familiares que amaba pero que no veía desde hacía
años, y familiares que no conocía ni sentía nada por ellos. Todos
me dieron sus condolencias y se apiadaron de mí, y de la maldita
soledad que me esperaba en casa.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Lloré, lloré como nunca
mientras le echaban tierra a las tumbas de mi familia, uno al lado
del otro, sin lugar para mí. Lloré por mi padre, mi madre, pero más
lloré y sentí dolor por mis hermanos. Ellos tenían una vida por
delante y lo único que se encontraron al final de su camino fue a un
camionero descuidado que les arrancó la inmortalidad y les borró
las huellas del mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> El dolor era intenso,
indescriptible. Ahora siento que esas lágrimas de hace muchos años
están volviendo y prefiero que sigan allí, en el pasado, o sino no
podré acabar por contar todo lo que me queda por escribir.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Les informé al principio que
una historia jamás empieza con un «Todo comenzó un día...»
porque no es cierto. El pasado no se escribe en una frase vacía y
sin sentido. El pasado es lo que es: huellas que no se borran del
camino que dejamos atrás en la vida y nos hace lo que somos y
seremos hasta el final de nuestros días. Esas son las huellas que
mis hermanos jamás podrán plantar en sus caminos ahora deshechos
por la maldita Muerte. Así es el pasado: un dolor difícil de
borrar, de arrancar de la memoria, tal vez porque no debemos
extirparlo de nosotros si no queremos olvidar lo que somos. A veces
ese es el pasado que te lleva a escribir una nueva historia en tu
vida. Ese pasado es la raíz de la historia que terminan leyendo. Un
pasado que está allí, antes de las palabras, pero olvidamos que
existe. El pasado está más plagado de tristezas que de alegrías, y
ambas son recordadas por igual. Y, por desgracia, los malos momentos
son los que más afectan nuestros sentimientos a la hora de recordar.
La alegría es una zorra que elude nuestro corazón sin memoria.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> No quiero olvidar lo que
fui. No quiero olvidar a mi familia. No quiero olvidar la historia
que comienza desde el final. No quiero olvidarme que una vez pude
amar, y mil veces sentir dolor. No quiero olvidarla a ella, que
estuvo allí siempre, desde antes de que se escribiera mi historia.
Pero que siempre la olvidaba.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">5</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> No terminé de cursar el
semestre. No me encontraba en condiciones de volver a la Universidad,
al menos hasta que pasaran las vacaciones de invierno, así que
abandoné mis estudios temporalmente. Mi tía, la hermana de mi
madre, me obligó a ir a vivir con ella. Tal vez por temor a que
hiciera alguna locura en medio de mi soledad. Acepté de mala gana.
No comía, no veía televisión, no leía, no hablaba. En lo único
que pensaba era en el destino. Si hubiera llamado a mis padres y les
hubiera contado que había aprobado todos mis parciales, me habrían
esperado para acompañarlos de vacaciones y tal vez nunca se hubieran
cruzado con ese camión. O tal vez ahora estaríamos en un mundo
mejor pero juntos, si es que existe tal mundo. Me las pasaba horas y
horas sentado en el escritorio de mi pequeña habitación mirando a
la calle, veía pasar los autos a toda velocidad y a los camiones
asesinos rugir en medio de la selva pavimentada donde la muerte
acecha a cada kilómetro. Pensaba y pensaba. Necesitaba alejarme de
ese mundo de mierda que no sentía nada por nadie. Imaginaba miles de
historias, algunas muy descabelladas y otras con demasiados
sentimientos. Una noche, a principios de julio, casi dos meses
después de la muerte de mi familia, dirigí mis primeras palabras a
mi tía mientras comíamos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Necesito algo para
escribir ―le dije.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella me sonrió.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―No hay problema ―me
respondió―. Mañana mismo me encargaré de conseguirte algo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Gracias.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―¿Cómo estás de ánimo?</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Digamos que bien,
intentando continuar esta vida, solo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―No estás solo. Me
tienes a mí y a tus primos. Tienes a tus demás tíos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Pero no a mamá y papá.
Tampoco tengo a Juan ni a Dieguito para jugar a los juegos en la
<i>Play</i>, ¿verdad? O hablar de cualquier cosa, eso que hacen los
hermanos antes de dormir.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella me miró, no sabía
qué decirme.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Lo siento ―le dije―.
Gracias por cuidarme, tía. Te lo agradezco.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella me sonrió. Terminé
de comer y me fui a la cama. Miraba al techo mientras allí se
proyectaban historias y personajes que vivían como yo quería, y
hacían lo que les pedía. Entre esas imágenes se divisaba una
puerta, y solo yo podía abrirla... con mis palabras.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Al día siguiente, mi tía
me sorprendió. Cuando le había pedido algo para escribir me refería
a un cuaderno y un lápiz. Pero ella me trajo una notebook <i>HP</i>, una de
las máquinas más modernas que habían en el mercado en ese momento.
Le agradecí mucho el regalo. Ella era una persona adinerada y muy
trabajadora. Se notaba, no alardeaba de su poder adquisitivo, siempre
pensaba en sus hijos, como mis padres. Era divorciada, por lo tanto
podía disfrutar de su dinero, pero también podía hacerle un buen
regalo a su sobrino. Y creer que así se compraba un lugarcito en el
cielo, al lado de Dios, un personaje de la historia más grande de la
Humanidad: La Biblia. ¿Ven a qué me refiero? Todo está escrito;
hasta nuestra historia, que es alterada por las palabras.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Encendí la computadora por
primera vez y sentí como si una corriente recorriera todo mi cuerpo. Cerré mis ojos por un momento. Había paz, hermosa armonía. Una
brisa que entró por la ventana me acarició el rostro. Oí el pitido
de la computadora al iniciarse.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Abrí el procesador de
textos y miré por largo rato la pantalla de la máquina. El cursor
parpadeaba entre ese campo blanco como la pérdida de memoria. ¿De
verdad pensaba crear mundos? ¿De verdad era capaz de darle vida a
mis personajes? Así lo creía. Me senté al escritorio, miré por
encima de la notebook hacia la ventana, y comencé a escribir ficción
por primera vez en mi vida.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Durante el mes de julio
escribí unos ocho relatos, todos de extensión considerable. Los
imprimí y se los di a mi tía para que los leyera.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella me decía que esos
relatos tenían muy buena calidad y la ortografía y gramática eran
envidiables.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Una noche, mientras el
invierno se hacía cada día más crudo y cruel, ella tomó los
relatos y los colocó dentro de una carpeta.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―¿Qué haces? ―le
pregunté.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Quiero llevarlos a un
editor amigo para que los lea. Son buenos, de verdad. Y creo que
tienen una oportunidad de llegar lejos. Santi, creo que puedes llegar
muy lejos. He leído muchos libros a lo largo de mi vida y esto es de
verdad muy bueno. Expresas muy bien los sentimientos de los
personajes y describes a la perfección cada escena. Podrías
sentarte y escribir una novela en un abrir y cerrar de ojos. Claro,
necesito tu permiso para hacerlo, ¿qué dices?</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Le sonreí. Nunca había
pensado en escribir para los demás. Yo solo quería hacerlo para
escapar de ese mundo vacío de sentimientos, carente de perfección.
Pero aun así asentí, y ella gritó de alegría. Tenía buen ojo
para los negocios; vio dinero donde yo veía vida. Así de simple es
el concepto que mueve al mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella llevó mis primeros
ocho relatos. El editor estaba conforme con mi trabajo. Cuando acabé
con cuatro relatos más, mi tía dijo que ya se podían publicar.
Pues, así se editó mi primera colección de relatos. Se publicó a
fines de agosto una tirada para la ciudad. Fue una venta aceptable,
no gran cosa ni tampoco fue un rechazo rotundo. Para ser un escritor
poco conocido, había llegado bastante lejos. El nombre de Santiago
Alvear estaba en las estanterías de varias de las librerías más
importantes de la ciudad. Y a mí no me importaba en lo absoluto.
Continuaba escribiendo para huir del mundo real. Buscaba algo pero no
sabía bien qué era. Analizaba a cada uno de mis personajes, y cada
vez que acababa un relato sabía que había vuelto a fracasar. No
hallaba mi destino en las palabras, aunque no me daba por vencido.
Sabía en mi fuero interno que, con cada letra escrita, cada historia
acabada, estaba más cerca de lograr mi único objetivo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">6</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Así transcurrieron los
primeros meses como escritor. Todavía no había vuelto a la
facultad. Era mediados de septiembre. El invierno estaba acabándose
y la primavera asomaba en el horizonte. La máquina <i>HP</i> ya contaba con
las teclas sumamente desgastada, y apenas rozaba los dos meses de
vida. El tiempo transcurría muy rápido en mi cabeza y a mi
alrededor. Me pasaba horas y horas frente al monitor escribiendo
decenas de historias, una atrás de la otra sin detenerme un momento.
Mi tía me dijo que debería salir en algún momento a disfrutar del
exterior. Necesitaba experimentar otras actividades. Así que
organizó una salida para el día de la primavera al centro de la
ciudad, a la plaza principal.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella, mientras tanto, leía
mis relatos y los seleccionaba para una segunda colección. El primer
libro continuaba vendiéndose a un ritmo invariable y aceptable. Lo
sé porque leía en internet varios sitios de lectura y <i>blogs</i>
de personas comunes pero con una buena cantidad de lectores
constantes, bastante bien para las primeras dos semanas. Aunque la
publicidad de mi tía me ayudaba en las ventas, debo admitirlo. Los
críticos dijeron que era un escritor estereotipo, un crédulo que
intentaba enamorar a las mujeres con sus palabras (¿qué decían
entonces de Stephenie Meyer?). Si ellos hubieran sabido que lo único
que deseaba era enamorar a una sola persona, no sé qué habrían
dicho al respecto.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Pero antes de enamorar a
esa mujer primero debía encontrarla.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Y tuve que sufrir el día
de la primavera para descubrir el método para encontrar a un amor
que aún no existía.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Mis primos son mayores que
yo. Uno de ellos se llama Sebastián y la otra, Vanesa. Ellos también
me acompañaron a mí y a mi tía al concierto del día de la
primavera. Había mucha gente, la mayoría eran adolescentes que iban
a buscar amores en un día en el que las flores se abrían a la nueva
estación del año y las piernas de las muchachas hacían exactamente
lo mismo. Vi allí poco amor y mucho sexo. El aire estaba impregnado
de hormonas. Eso, lo único que hacía era afirmar que nosotros somos
animales, solo que usamos la razón para actuar, a veces. Quedaba en
evidencia nuestra ausencia de historias para alcanzar al sexo
opuesto.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Allí descubrí que para
llegar a ella debía cambiar la arquitectura de mis textos. Debía
cambiar mi modo de contar historias. Si quería encontrar a esa
mujer, la mujer que había soñado la noche del accidente, necesitaba
crear un mundo similar al que me rodeaba en la plaza esa tarde de
septiembre. Mi mundo debía ser tan vulgar como la realidad; debía
ser tan imperfecto como el amor que florecía en las nubes de la
calentura; debía ser vacía, creada con la cabeza y no con el
corazón. Sonreí y disfruté del show de la banda de turno. Mi tía
se puso feliz, creyendo que había logrado su cometido al llevarme
allí; pues, no era lo que ella se imaginaba pero igual debo
reconocerle el mérito al crear una visión en el mundo dentro de mi
computadora.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Regresamos a casa y,
automáticamente, me fui a escribir una nueva historia. Una historia
donde al fin aparecería la morocha que amaba y que me ayudaría a
lograr mi gran objetivo. Los sueños eran algo más que simples
imaginaciones, lo sabía.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> La nueva historia, tan
vulgar como un piropo de un borracho a una prostituta, había
comenzado. De lo único que estaba seguro era que mi tía se
desmayaría al leer este nuevo relato. Pero no pensaba entregárselo
para que lo leyera. Esta historia era solamente mía y para mí, y la
mujer de mis sueños. Los coches pasaban por la avenida a toda
velocidad, sus rugidos breves atravesaban la ventana frente a mí
pero no les daba importancia. Las palabras en el monitor se
multiplicaban a alta velocidad. Y yo sonreía, estaba feliz porque me
acercaba cada vez más a ella.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Al fin supe su nombre: se
llamaba Érica.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">7</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> La aparición de Érica en
el relato era un poco bizarra, aunque también era obvio que ella no
encajaba en ese mundo. Era la heroína de una historia que se llevaba
a cabo en el secundario al cual había asistido hacía tiempo. Por
primera vez sentía que las palabras vibraban ante mí. Luego se
borraban de la pantalla y mi cuerpo entero sentía un hormigueo
insoportable. Estaba sumergiéndome dentro del mundo que creaba,
ingresando para ser más precisos. Estaba tan seguro de ello como de
que mañana saldrá el sol otra vez.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Oscuridad.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Abro mis ojos y la veo a
ella frente a mí. Su pelo ondulado descansa en forma de catarata
irregular hasta caer sobre sus hombros. Me mira con sus ojos negros y
pequeños algo curiosos. Me sonríe. Sabe quien soy. Eso es bueno.
Tengo bajo mi brazo derecho la notebook como si de un cuaderno se
tratase. Le devuelvo la sonrisa. La escuela secundaria está vacía.
Me aseguré de que fuera así.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Hola ―me saluda, y me
extiende su mano derecha como lo había hecho en mi sueño. Su voz
dulce la reconocí al instante. Ella era la que me había hablado
cuando me había desmayado, tal cual lo había deducido en su
momento.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Hola, Érica. Al fin
pude encontrarte.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Veo que te ha sido muy
difícil llegar hasta mí.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Así es. No sé cómo lo
has hecho tú pero a mí me ha costado horrores.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Es mi trabajo, cuido de
las almas solitarias. Les doy esperanzas cuando estas desaparecen de
los corazones dejando solo huecos, vacío.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Le sonrío. Nada de lo que
imagino logro colocarlo en ella, es independiente a mi voluntad. Yo
no gobierno sobre Érica; es anarquista en mi imaginación. Eso me
hace creer que ella es algo más que una creación mía. Me sonríe
como si supiera lo que pienso.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Santiago, sé por qué
viniste a mí y déjame decirte que no será posible. Mi ayuda se
limita a informarte del bienestar de tu familia.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Necesito verlos, Érica.
Necesito sentir sus abrazos una vez más, ver sus miradas y
despedirme de ellos. No puedo hacerlo con mis palabras porque ellos
son reales.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Yo también soy real,
Santi. Solo que soy algo más que una simple esencia de vida. Nunca
lo entenderás.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> La miro y dejo caer una
lágrima. Tanto trabajo para nada.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Se acerca a mí, coloca sus
manos en mis mejillas y las acaricia con suavidad.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―No sabes lo difícil que
es para mí este trabajo. Mi vida no existe. Solo estoy en los sueños
de los perdidos intentando ahuyentar la soledad de los corazones. Y,
aunque sea real, nunca podré vivir, como lo haces tú en tu mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella también deja caer una
lágrima y acerca su rostro hacia el mío. Me besa en los labios y yo
cierro mis ojos. Lleva sus manos a mi nuca y me empuja más hacia
ella. Su beso está repleto de pasión. Su beso es real, por eso
nunca podré escribirlo. Solo permanecerá en mis recuerdos, en mi
pasado. Y estas palabras son la falsedad que sus labios carmesí
dejaron marcado en mi boca.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Intenté advertirte esa
noche, debías ser fuerte, pero tu corazón no escuchaba ―me
explica―. Mis gritos no fueron oídos y ahora estás aquí, con un
corazón deshecho y un trabajo sin acabar. Te grité que no
intentaras llegar a mí pero tu mundo ahogó mis palabras con el
sonido de un motor de auto, del coche de tu papá. Luego, te dije que
ellos estaban bien, pero igual viniste a mí. Fallé. Debí
esforzarme más.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Lo intentaste ―le
digo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Puede ser, pero no
entendiste el concepto de la vida. Cuando la muerte llega no puedes
soñar que existe la posibilidad de revertir los hechos. Tu corazón
está lleno de falsas esperanzas. Debes seguir viviendo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Entonces, ¿por qué te
dejaste encontrar? ―le pregunto, luego le tomo sus manos. Estoy
enamorado de ella. Creo que es así desde que la vi esa noche, desde
que la recuerdo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Tal vez sea porque te
amo. Tal vez sea porque tu corazón es fuerte y sincero. Tal vez sea
porque eres capaz de dar vida en la imaginación de las personas.
Nunca lo sabremos, los sentimientos no se explican con ecuaciones; no
hay vacunas para las penas y tampoco hay enfermedades para la
alegría. Nunca sabremos el porqué de nada.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Tal vez sea porque he
sido capaz de darte vida en mi cabeza, ¿verdad? Tiene que ser por
eso.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella asiente con un gesto
de cabeza.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Y gracias por ello. Pero
no debo estar aquí, este no es mi mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Lo sé ―le digo.
Suelto su mano y doy media vuelta―. Volveré a esta escuela y tú
harás lo mismo. Eres la protagonista de una historia de amor y
comedia. Eres fuerte, y con el poder de la imaginación de mis
lectores te daré vida. Te sacaré de mi cabeza y de este mundo de
palabras. Te llevaré a mi realidad.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Santiago, no lo hagas.
Tu mundo es diferente al mío. Yo no pertenezco a este mundo ni al
tuyo. ―Me mira muy de cerca―. Yo pertenezco a aquí.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Señala con su dedo índice
mi sien.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Le sonrío y luego cierro
mis ojos. Presiono con fuerza mi computadora y, al abrir nuevamente
los ojos, veo a través de la ventana pasar un colectivo de larga
distancia por la avenida.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Aún me quema la sien,
donde ella late de vida.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> La notebook estaba bajo mi
brazo, me toqué con la yema de mis dedos los labios y sonreí. Ella
existía y sabía lo que tenía que hacer para traerla a mí:
escribir. En sus ojos se veía que ella mentía y que quería venir
conmigo. Así que puse manos a la obra.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">8</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ya no podía escribir el
relato para mí si quería que Érica viniera a mi mundo. Así que le
mostré las primeras páginas de la historia a mi tía y no le gustó
nada el nuevo proyecto.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Es diferente a lo que
vienes escribiendo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Necesito superar nuevas
fronteras. Quiero que sea sentimental pero al mismo tiempo real. Tía,
necesito avanzar, necesito hacerlo por mí. Todo lo que escribí lo
hice por mi familia, por llegar a ellos, y ahora lo estoy haciendo
por mí. Por primera vez en mi vida escribo por mí y quiero que me
apoyes.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella asintió. Me dijo que
ya tenía el material necesario para la segunda colección de
relatos. Yo le dije que podía editarlo si deseaba, siempre y cuando
me apoyara en la publicación del nuevo relato. Ni me preocupé en
sorprenderme en la cantidad de relatos que había llegado a escribir
sin entrar en la misma temática ni caer en la repetición.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Era cierto, lo hacía por
mí, pero más lo hacía por ella. Quería que Érica fuera feliz,
además era la conexión con mi familia, en algún punto todo estaba
conectado por cables invisibles. En algún momento llegué a pensar
que tal vez estaba loco, pero no tenía mucho tiempo para detenerme a
pensar en «posibles».</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Septiembre se había
acabado, al igual que octubre y noviembre. Y mi relato ya no era tal
cosa sino una novela. El segundo libro de relatos se vendió con
mayor rapidez y demanda que el primero. Hasta hablaban mejor de mí y
me señalaban como el romántico del nuevo siglo, siempre dentro de
la ciudad, no sé cómo me habrá ido afuera de la misma ni me
interesaba en ese momento ni me interesa ahora. Si hubieran sabido en
qué historia estaba metido. Mejor para mí, cuando se terminara esta
novela, tendría demasiados lectores que la comprarían. El poder
para Érica sería mucho mayor. Todo fluía a la perfección.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Era hora de volver a
visitar a mi amor. Me dolía las manos de tanto escribir pero no me
detendría nunca.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―El tiempo pasa rápido,
¿verdad? ―me dice ella cuando me ve llegar con la notebook bajo el
brazo una vez más.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Ya me falta poco, Érica.
Pronto terminaré la novela y te sacaré de este mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Eres insistente, Santi
―dice mientras camina de un lado al otro, con una mirada
pensativa―. Ya no piensas en las consecuencias, por lo que veo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Niego con un gesto de
cabeza.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Está bien, llévame a
tu mundo. Al fin y al cabo tú viniste a buscarme.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―No sé si es mi mundo.
Este seguro que sí es mío ―digo mientras le doy unas palmaditas a
la computadora.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Es cierto, pero ese
mundo en el que vives también es tuyo, y es real.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella se acerca a mí. Me
encanta verla caminar, sus ojos. Ella es hermosa. Es la mujer
perfecta, y de ella se enamorarán todos mis lectores, pronto.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―El amor es un
sentimiento fuerte, Santi ―dice―, y en tu mundo es una utopía.
Tú pareces no pertenecer allí. Ven conmigo, quédate aquí,
disfruta de tu creación. Tienes tu computadora, puedes cambiar este
mundo a tu antojo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―¿Y por qué no quieres
venir a mi mundo? Juntos podríamos cambiarlo, y tal vez acabar con
el sufrimiento ―digo mientras me siento en un banco. La escuela
continúa vacía. Casi es fin de año en mi historia al igual que en
el mundo real. Siento que ella de verdad no quiere estar allí pero
no me lo dice, no sé si por temor o lo que sea. Me miente y yo dejo
que lo haga porque la amo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Porque allí todo
depende de todos. Y los corazones son fríos, llenos de odio y
avaricia, de codicia y de envidia. No hay nada en tu mundo que se
pueda cambiar.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Bajo mi mirada. No entiendo
por qué vino hasta mí si no necesita mi ayuda, me siento
confundido. Se lo comento.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Pronto lo sabrás,
Santiago. Te diga lo que te diga continuarás con tu historia y me
sacarás de mi mundo, de tu cabeza, de tu imaginación. Aún crees
que puedes volver a ver a tus padres.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―No es cierto y lo sabes.
Esto lo estoy haciendo por mí. Y por ti.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Lo sé, Santiago. Y te
lo agradezco. Pero también es cierto lo que digo sobre tus padres,
estás muy confundido y lo entiendo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Posa su mano derecha en mi
pecho y cierra sus ojos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Gracias por preocuparte
por mí.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Me besa y me quita la
remera que llevo puesta. Es mi historia y puedo crear lo que quiera.
La llevo al aula más cercana y entramos. En el medio del salón hay
una cama de dos plazas. Hacemos lo que una pareja puede hacer en una
cama de tal dimensión.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Gracias por amarme ―me
susurra al oído, y puedo notar en su voz tristeza.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Por ti, pienso, esto lo
hago por ti.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ya no quiero volver.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">9</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> El año se terminó. Mi
historia también.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Tomé la novela corregida e
impresa y acompañé a mi tía a la editorial de su viejo amigo, o
amigo de mi ex tío, para ser un poco más exacto. Durante el
trayecto pensé en todo lo que había sucedido en los últimos meses.
Era un poco extraño, la verdad. Todo encajaba muy bien, mi tía
adinerada me regalaba una computadora para escribir y además tenía
un amigo que era editor y publicó mis palabras en libros. Las ventas
eran superiores a lo esperado. Todo sucedía por el maldito
accidente. Me olvidé por completo de la facultad y escribí sin
parar. Nada parecía muy razonable.
</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Al principio dije que la
realidad no era perfecta, pero esos últimos meses eran bastantes
perfectos para ser real. Asimismo el amor que yo sentía por Érica,
todo demasiado utópico, como las historias de ficción. En fin, no
era más que una apreciación de mi mundo. Ella vendría pronto y
viviríamos juntos por siempre.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ¿Y por qué no vas tú a
vivir a su mundo?, me preguntó una vocecilla interior.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella me había preguntado
lo mismo aunque en sus ojos se veía que esperaba una respuesta
negativa por mi parte. Ella quería venir a mi mundo. Por mí.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ¿Estás seguro?, me volvió
a preguntar la voz.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> No, no lo estaba. Pero
estaba haciendo lo correcto, de eso sí estaba seguro. Lo suficiente
para continuar.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> El editor no se mostró muy
conforme con las primeras páginas de la novela. Yo le dije que lo
hiciera si quería ver más relatos de los que amaba la gente. Dijo
que haría lo posible.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Y lo hizo. Mi novela se
publicó a principios de abril. Un mes antes del aniversario del
accidente de mi familia. Mucha gente la compró, algunos quedaron
conformes, otros no tanto. Era una comedia y, por tal razón, logré
llegar a un público mayor. Al mismo tiempo sentía que mi corazón
se fortalecía, producto del poder de la imaginación de mis
lectores. La historia era muy real, tal vez ese era su gran poder
seductor. Y Érica me esperaba tras la imaginación plasmada en el
monitor de mi computadora.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Una tarde mientras miraba
el monitor, veía el parpadeo constante del cursor y supe que había
una historia que no podía escribirse, era hora de sentirla. Así que
cerré mis ojos y la busqué en mi mente. Era todo oscuridad, sentía
el calor de Érica y le dije que siguiera mi voz y tomara mis manos.
Juntos recorreríamos la frontera de la realidad y la imaginación,
donde todo era posible. Oí su voz, sentí sus manos presionando las
mías. Me dio un beso, el poder de la imaginación de los lectores
recorría todo mi cuerpo como si se tratase de corriente eléctrica.
Abrí mis ojos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Estaba en la pequeña
habitación. Ella estaba junto a mí. Me sonrió. Luego miró a
través de la ventana.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Es hermoso ―dijo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Es mi mundo. Este no
será perfecto pero sus detalles lo hacen único, imposible de
escribir ni de imaginar. Eso lo sabes.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Por eso no puedes
quedarte en mi mundo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Érica, dime por qué me
necesitas. Sé que no me amas. ―La miré a los ojos y pude ver que
era cierto, ella no me amaba. Me había utilizado y yo lo sabía
desde un principio pero no quería aceptarlo. Si no nunca hubiera
podido seguir adelante.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Hace tiempo te grité
que seas fuerte. Yo sabía que superarías lo de tu familia. También
sabía lo de tu gran potencial, lo vi en ti apenas supe que eras
difícil de alcanzar. Te necesitaba para que me liberaras. Tu poder
es único.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―¿Por qué? Tu mundo es
hermoso. Perfecto.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Por eso, es tan perfecto
que no existe la muerte.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Tomó mi mano y la besó
con suavidad. Estaba triste, sus ojos lo decían con fuerza.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Quieres morir ―dije en
un leve susurro.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella asintió con un suave
movimiento de cabeza, sin dejar de mirarme.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―No quiero vivir
eternamente. Tú me buscaste por tu familia, lo que puedo decirte es
que si están en tu corazón, jamás morirán, siempre estarán
contigo. Yo soy la prueba de ello.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> No soporté más y me dejé
caer en la cama, llorando.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Los extraño, Érica.
Tuve que haber ido con ellos, ¿sabes? Tuve que haber llamado por
teléfono y cambiar la historia. Lo intenté con estos relatos pero
nunca pude lograrlo. Quise cambiar el pasado y siempre fallaba.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Este era tu destino, así
estaba escrito. La realidad misma es una novela que tiene principio y
fin. Solo que tú no los conocerás jamás. Lo único que puedes
hacer es vivir, seguir adelante y no olvidar a quienes te amaron;
nunca te dejarán solo.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella me abrazó y me besó.
La amaba con todo mi corazón. Y ahora debía dejarla ir. Algo más
que sabía y deseaba no hacerlo. Pensé por un momento que si me
ponía a escribir podría llegar a detener el tiempo y vivir
eternamente abrazado a ella. Pero así no funcionan las cosas,
¿cierto? Dicen los más experimentados que la vida se trata de
continuar sin importar los golpes que recibamos a lo largo de este
camino repleto de obstáculos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Este mundo es cruel, es
cierto, pero todos tenemos el poder para cambiarlo. Si lo intentamos
podremos mejorar nuestro alrededor; nunca será perfecto, pero la
perfección es aburrida y monótona. Las mejores historias se
escriben con el corazón, como la que escribiste haciéndome
protagonista, Santi.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;">La miré a los ojos. Ella
me dedicó una última sonrisa y avanzó hacia la puerta. Mi vida
estaba repleta de contradicciones, eso era porque la percepción de
la realidad era alterada por mi imaginación.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> ―Hoy sentirás dolor,
pero mañana volverá la alegría. Vive por todos los que amas, vive
con tu corazón, vive por tu mundo pero, por sobre todas las cosas,
vive por ti.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Cerró la puerta de mi
habitación y, rápidamente, me acerqué a la ventana. La vi caminar
por el borde de la avenida en dirección a la ciudad. Nunca más la
volví a ver. Salvo en mis recuerdos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella fue un amor verdadero,
una creación de mi corazón.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Ella fue escrita con el
corazón.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"><br /></span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="color: #cccccc;">10</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Nunca más volví a
escribir hasta hoy. Necesitaba saber si existe alguna forma de volver
a verla, escribiendo, como siempre lo había hecho. Pero no. Es
imposible volver al pasado, ese tiempo es real y mi imaginación no soporta
tanto poder. Pero al menos logré secar estas viejas lágrimas. Érica
tal vez esté junto a mi familia, esperando mi llegada algún día,
latiendo dentro de mi corazón.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Jamás los olvidaré.
Viviré por ellos, pero, por sobre todas las cosas, viviré por mí.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Tengo una nueva idea, una
historia en la que el protagonista es el mismísimo escritor. Solo
Dios sabrá lo que puede resultar de allí. Aún estoy dispuesto a
cambiar el mundo, mi mundo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: #cccccc;"> Sé que las contradicciones
abundarán pero al menos así nos acercaremos un poco más a la
esencia humana. Sé que mi historia está repleta de momentos que se oponen entre sí pero así es como late mi corazón en este mundo verdadero, basándose en mentiras.</span></div>
<span style="color: #cccccc;"><br /></span>
<span style="color: #cccccc;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: right;">
<i><span style="color: #cccccc;">A veces cuesta comprender lo que somos capaces de imaginar,</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="color: #cccccc;"> a veces es imposible ver con los ojos abiertos</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="color: #cccccc;"> y debemos cerrarlos para poder tocar lo que vive en el alma.</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="color: #cccccc;">Solo a veces, solo cuando estamos solos.</span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="color: #cccccc;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #cccccc;">Cristian Barbaro, </span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="color: #cccccc;">Febrero 2012, Etcheverry.</span><br />
<span style="color: #cccccc;"><br /></span>
<br />
<br />
<br /></div>
</div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-50497823707114102512012-09-04T17:23:00.001-03:002012-09-04T17:25:55.130-03:00Cuenta Regresiva<b> Este es uno de esos relatos que ni siquiera llego a comprender una vez leídos después de un tiempo de haberlos escritos. Viene por el lado de lo que sentía al escribirlos. Por lo tanto, no me siento yo mismo al editarlo o hacerle algo, sin embargo, es uno de los que tienen la oportunidad de ser leído por alguien. No es de mis favoritos, sin dudas. </b><br />
<br />
<br />
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> A veces voy a veces vengo. Muchas
veces ni yo me entiendo.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> El mundo que gira a mi alrededor
rara vez se encuentra en sincronía con mi locura. Es el mismo mundo
que cada día se aleja más de mí, expulsando al paraíso de la
Eternidad.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i></i> Se
hallaba al borde del precipicio al tiempo que su cuerpo se debatía
con su mente: uno deseaba morir, el otro anhelaba vivir. El sol
asomaba en el horizonte mientras bañaba con su calor naranja los
ojos del cobarde que temía a la vida.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Dio un paso
adelante y se detuvo cuando no hubo más suelo para pisar. Una piedra
se desprendió del borde y cayó inerte al abismo, donde la oscuridad
aún reinaba. No hubo sonido, no hubo quejas, solo un silencio que se
expandía hasta el final del paisaje.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Levantó
su mirada para observar un nuevo amanecer, todos los días parecían
iguales pero no lo eran: siempre existía una variable capaz de
alterar hasta la más poderosa constante del tiempo. Dentro de
sí, en su corazón,
sabía que no habría más oportunidades para cambiar las líneas que
lo gobernaban mientras se dejaba existir a través de la <i>Cuenta
Regresiva.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Me
cansé de estar aquí cuando en realidad pertenecía a otro sitio. Me
cansé de acercarme a ella aun cuando sabía que le correspondía a
otro hombre. Quise entregar mi alma a cambio de un beso pero su valor
era incalculable para un momento tan efímero de los labios de una
mujer.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> No supe encontrar las palabras
adecuadas para hablarle y me conformé con el silencio que brotaban
de mis ojos. Solo ellos pudieron decirle lo que sentía por ella
dibujando las letras con lágrimas secas.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Me cansé de vivir una vida oscura
como el interior de un corazón vacío. Me cansé de regalar mis
ilusiones a la humillación de amar a escondidas. Hoy es el día en
el que mi vida completa su círculo.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i></i> Pensaba
en lo que había hecho; ¿había sido suficiente como para satisfacer
su hambre de materializar sus ilusiones o demasiado poco como para
desvanecer sus esperanzas? No sabía la respuesta y dudaba si
necesitaba de alguna respuesta. Las cartas estaban echadas: la Reina
se encontraba sobre la mesa dirigiendo
su mirada hacia él; los ojos de ese hombre se inundaban de lágrimas.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No sabía con
certeza las consecuencias de su error. Ahora solo la altura que lo
separaba de la muerte podría purificar su corazón y devolverle la
vida que había perdido tiempo atrás, cuando las esperanzas eran el
motor de las ilusiones y las ilusiones eran las detonadoras de la
depresión.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Extendió sus
manos a los lados y se dejó acariciar por una joven brisa del
paisaje. No sonrió, no había necesidad de hacerlo. El reloj seguía
marchando, o tal vez ya se había detenido. No lo sabía.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Hoy
iré a su casa y le diré todo lo que siento por ella. No usaré
palabras extrañas ni daré vueltas como lo hace ella alrededor de mi
corazón. No tengo nada más que pueda perder. La victoria no es más
que una mera utopía: sería más fácil tocar el cielo que rozar sus
labios. Sería más fácil, de eso no hay dudas.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Ella es fácil, para otros. No me
deja demostrarle mi amor. Solo eso sé hoy. Mañana será otro día.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Es el momento de continuar. La vida
es un conjunto de sucesos que se ensamblan en el transcurso del
tiempo para construir el camino hacia nuestro único final seguro: </i>la
muerte. <i>La vida es lo único verdaderamente valioso que no
sabemos apreciar.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Bajó sus manos y
se las miró. Todavía había sangre de ella y de sus padres. No
había podido resistir la negativa de la única mujer que había
amado y aún amaba. No había podido resistir el poder del rechazo y
la locura había absorbido su amor sediento de pasión.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La pasión, veneno
de la piel, se expresó en todo su esplendor cuando la sangre
comenzaba a emanar de las heridas que crecían cuando la cuchilla
continuaba su desgarrador trayecto dejando al descubierto los órganos
del cuerpo de la víctima. La pasión era de color escarlata. El
rostro del asesino estaba salpicado de muerte, de una cruel y tibia
muerte.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Todo
era parte de un recuerdo borroso, cubierto de una niebla hipócrita
de la inocencia de los culpables. Él sabía que no quedaba nada que
lo arrastrase hacia la salvación. Se puso de puntas de pies y se
inclinó hacia delante. No había familia (habían muerto en un
accidente de tránsito hacia una década), no había amigos, no había
tíos ni abuelos ni primos ni un conocido que llegase a extrañarlo
algún día. No había nadie
que se percatase de su ausencia en el mundo que estaba por venir y él
no vería jamás.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Se lanzó al
vacío, dejó que la gravedad hiciera el resto del trabajo pero
alguien lo interrumpió tomándolo de la cintura y deteniendo la
inminente caída hacia el final apaciguador.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
—Es el momento
de que pagues por lo que has hecho —dijo una voz masculina en un
tono muy severo—. Algo peor que la muerte de quienes la desean es
vivir la vida que desprecian. Tu castigo por matar será vivir para
que sientas a tu cuerpo envejecer y debilitarse. El tiempo será tu
cruel torturador y te destrozará lentamente hasta que dentro de tu
cabeza comprendas que pudiste haber tomado otra elección. Te acabará
y apuñalará con cada uno de sus segundos, oirás el verdadero poder
del reloj. Oirás el susurro de la muerte a cada minuto.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
—Ella está
muerta, soy el culpable y me merezco el peor de los castigos. Quiero
volver a verla—dijo él mientras miraba el oscuro abismo extenderse
ante sus ojos. Quien lo tenía tomado era alguien con demasiada
fuerza pero no le importaba. Nada le interesaba.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
—Volverás a
verla, pero eso sucederá cuando hayas pagado el precio de tres vidas
con tu propia sangre. Eso tal vez nunca ocurra; como te he dicho:
solo el tiempo sabe lo que pasará cuando tus ojos no puedan ver lo
que hay en el horizonte. Disfruta este amanecer porque será el
último que verás.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El hombre le tapó
sus ojos y luego lo sumió en una profunda oscuridad, procurando que
él no vuelva a ver jamás la luz. Ese fue su castigo por entregarse
al amor, el indomable de los corazones débiles y mentes corruptas de
una vida frágil.</div>
Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-59464584313106452372012-07-09T00:04:00.001-03:002012-07-09T00:12:17.098-03:00Fragmentos de un amor que no se olvida<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiTg1PQLU1nBaT1PWXFLhKvXoDoufR0LNclE1SB7Cl_6T2O-PPQYwPhyphenhyphenTsHbA1n0vksK3SAfY_4nil36BCUcE9HouvHsSJAlV6q7ecQhh9Wtn9hquj4dwtPJjpSReKzFPcdpcTDGb6OygD/s1600/escribir.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiTg1PQLU1nBaT1PWXFLhKvXoDoufR0LNclE1SB7Cl_6T2O-PPQYwPhyphenhyphenTsHbA1n0vksK3SAfY_4nil36BCUcE9HouvHsSJAlV6q7ecQhh9Wtn9hquj4dwtPJjpSReKzFPcdpcTDGb6OygD/s320/escribir.png" width="320" /></a></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>CADA VEZ ES
DIFERENTE; CADA VEZ ES LO MISMO:</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Cada vez que te veo
siento que todo el mundo desaparece a tu alrededor y ya no me importa
nada más salvo tú. Cada vez que me hablas siento que mi cuerpo
viaja a un paraíso donde estamos solos tú y yo. Cada vez que me tocas
siento que mi piel quiere tenerte conmigo para el resto de la eternidad. Cada vez que
estás cerca de mí, mi vida vuelve a tener sentido, aunque este no
sea el correcto. </div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Sé suficiente de ti (conocimientos que desearía olvidar y no perderme siempre en los mismos caminos de la decepción de estas letras) para saber que nunca podré
tenerte en mi cama cada vez que despierte, pero qué puedo hacer: las
ilusiones inundan mi mente y los sueños resplandecen en mi alma al
tiempo que mi corazón estalla de amor. Siempre.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>...LAS MISMAS PREGUNTAS
SIN RESPUESTAS. EL CUERPO NO CUESTIONA, SIENTE, IMAGINA, VIVE...</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
¿Cómo hago para
borrar todos esos sentimientos de mí? ¿Cómo hago para olvidarte si
estás grabada en mi memoria con el fuego de la esperanza? Esas son
preguntas que no puedo responder y no porque no sepa las respuestas
sino porque no las quiero escuchar. </div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
No tengo miedo a formularte la
pregunta que podría cambiar mi vida, sólo le temo a la respuesta
que me puedas dar. Sé que debo cambiar porque la distancia entre mi
alrededor y yo se hace cada vez más grande. Ya no soy capaz de ver
el horizonte porque no existe ante mis ojos. Ya no soy capaz de
medir el tiempo porque este se detuvo cuando te vi la última vez.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>…PENSAMIENTOS DE
SENTIMIENTOS FRUSTRADOS, EL MIEDO A VOLVER A FALLAR PUEDE REGRESAR
AUNQUE...</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Ahora mismo mi cabeza
funciona más rápido de lo que son capaces de pensar mis manos y me
cuesta volcar estas palabras en el teclado con facilidad. ¿Hasta qué
punto soy capaz de llegar antes de aceptar que no eres mía? ¿Hasta qué momento soy capaz de perder antes de aceptar que no eres parte
de mi destino (al menos como yo te quiero)? Te necesito pero no soy
capaz de decírtelo porque no tengo la valentía que antaño me
acercó a ti cubierto de sonrisas y alegrías que lentamente se fueron borrando cuando las ilusiones morían al descubrir que tu corazón le correspondía a otro; luego me ahogaba en mi mar de tristeza y caía dentro del pozo de la soledad sin la intención de detenerme y procurando que nadie viniera a salvarme.<br />
No soy capaz de abrazarte porque sé que tendría que
luchar contra la necesidad de sentir tu calor hasta el fin de los
días.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>...HOY ES EL ÚLTIMO
DÍA...</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Hoy me encuentro
sentado al monitor con un papel a mi lado en el cual garabateo tu
nombre con mis lágrimas, buscando palabras que puedan describir
con precisión lo que recorre mis venas cuando te pienso, cuando te
siento, cuando te recuerdo, cuando la nada es el todo y el resto eres
tú: mi todo. </div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Hoy, por volver a verte lo daría todo, porque si no
estás aquí ya nada tiene sentido. Quiero que todo desaparezca para traerte a mi lado, que valga más de lo que puedo pagar.
Quiero que todo se borre y solo quedemos los dos amándonos hasta el
fin de los tiempos.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>...EN EL QUE LA AMISTAD
CUESTIONA MIS ACCIONES...</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Mis amigos deben
entender que no hay otra mujer, ellos deben comprender que mi
encierro me libera de las cadenas de la libertad porque la libertad
sin ti es solo es un sueño de los que duermen sin soñar, despiertan sin imaginar y viven sin fantasías. Ellos deben
comprender que mi cárcel es tu ausencia, tu silencio y tu partida hacia otros brazos.
Ellos, mis amigos, no saben que vivir sin un amor es como si el corazón no
tuviera una razón para latir. Ellos no comprenden que, cuando no
estás aquí, eres tú la que me ayuda a continuar hablándome desde el interior de mi mente sin reacciones.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>...PORQUE JAMÁS LOGRARÁN CAMBIAR MIS RAZONES PARA CONTINUAR....</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Es posible que hoy no
esté bien. Es probable que algún día quiera continuar sin ti a mi
lado aunque ahora lo dudo, pero de algo estoy seguro: jamás dejaré
de amarte, aunque tenga al mundo en mi contra y yo sea mi peor enemigo.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i>...AUNQUE YA NO
ENCUENTRE EL CAMINO PARA RETORNAR A MI HOGAR.</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Al final sé que puedo vencer.</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-89835504922181031122012-06-20T12:46:00.000-03:002012-06-21T19:10:38.780-03:00El fin de los tiempos (Capítulo X)<style type="text/css">
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</style>
<br />
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<i> Antes de comenzar digo que este es el último capítulo que escribo. Debido al poco tiempo que le he dedicado decidí darle un punto y aparte para dedicarme más a otras cosas y, aunque no sean muchos los que me lean, lo termino por un lado por ellos y por el otro por mí: debo demostrarme que soy capaz de terminar lo que comienzo. Nunca se sabe lo que puede pasar más adelante, al final del capítulo verán a qué me refiero. Espero no haberle errado mucho con este capítulo, es que me alejé demasiado de la línea argumental que tenía en mi cabeza...<br /> Gracias a los que me leen, es lo que me ha dado ganas de seguir un poco más, pero estas últimas semanas estuve metido en otras cosas, la facultad por ejemplo y el trabajo, así que vamos a parar un poco de cosas grandes. Todavía me sorprendo de lo lejos que llegué y del largo camino que todavía me queda aunque termine leyéndolo solo me pica la curiosidad de saber cuán lejos soy capaz de llegar.Pero eso lo dejo para otro momento, cuando sepa fraccionar el tiempo.</i></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">
<i> Veamos entonces cómo termina esto, lo más extenso que llevo escribiendo...</i> </div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
X. LA
PUERTA</div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
1</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se
bajó de la camioneta; luego de verlos a los dos tan ardientes sintió
fuertes ganas de meterles una bala en la cabeza a cada uno. Al fin y
al cabo aún quedaría una para Estrella. Así que desenfundó su
arma y les apuntó a la cabeza.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Manga
de traidores, nos dejaron ahí condenados a morir! Huyeron como unos
cobardes luego de todo lo que les dimos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando se
apartó de Aylén y dio un par de pasos atrás.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Raúl,
perdón. Es que no sé qué me pasó. Tuve miedo y necesité escapar, no sé, es lo que sentí.
Era lo único que podía hacer. Y sé que estuve mal pero necesitaba vivir. Quiero vivir. Solo podía escapar.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Y porque escapaste
Clara está muerta. Y porque vos, Aylén, la desmayaste y no tuvo
oportunidad de reaccionar a los ataques de ellos, no supo nada hasta
que fue demasiado tarde.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Se oía de
fondo el sonido del patrullero y de los «controlados» acercándose
al bosque.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Raúl,
no tenemos tiempo. Debemos huir.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Cómo
pretendés huir de ellos?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Con la
llave que tenés —dijo Aylén—. Con ella podés abrir la puerta
que Nicolás abrió naturalmente. Esa puerta. ―Señaló el
cilindro―. Vi el símbolo, así me cerró todo.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Es
cierto pero solo puede ir una persona. Y es obvio que seré yo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se
acercó aún más a ellos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Váyanse,
no quiero volver a verlos. Iré por Nicolás y lo llevaré a un lugar
seguro, alejado de estos invasores. Y de ustedes.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Pero,
Raúl, no entendés —dijo Aylén—. Lo hice para proteger a
Nicolás.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Lo sé,
por eso te estoy dando la oportunidad de irte.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Quiero
ir con vos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—No se
puede. Debo hacerlo solo. Donde sea que esto me lleve, no hay lugar
para dos. Debo encontrar a Nicolás y cuidarlo ahora que su madre
está muerta.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén miró
hacia el exterior del bosque. ¿Por qué no entraban hasta allí?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Creo que
no pueden acercarse. Debe ser la energía de esta cosa —comentó
Aylén.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Me
parece que el sitio está protegido por un campo de fuerza que no los
deja atravesarlo. Cuando entraba al bosque vi como si el aire
estuviera viciado, creo que esa es la fuerza que los retiene ―dijo
Armando mientras pensaba en su teoría, parecía lógico aunque no
tenía sentido que hubiera algo allí capaz de retener a esas cosas.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl
recordó lo que había dicho Estrella a uno de sus súbditos: el
poder de ellos allí era casi nulo. No podían acercarse más.<br />
<br />
Estrella se
sorprendió al descubrir que no podían atravesar ese campo de
fuerza. Lo que sea que hubiese allí era demasiado poderoso y no los
dejaba entrar al bosque. Lo mejor era destruir la zona, pero no lo
podían hacer hasta estar segura de que Nicolás estuviera encerrado.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Gritó de
rabia el nombre de Aylén.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén se
sobresaltó al oír su nombre, era Estrella.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Creo que
tenés una enemiga —comentó Raúl, y se acercó al cilindro.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Nos
quedaremos acá —dijo Aylén—. Este lugar es seguro.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl
asintió. Lo dudaba, pero no necesitaba decírselo a ella, ya lo
sabía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando lo
miró y luego agachó su cabeza.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Qué
pasó con Juan? —logró preguntar débilmente.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—Se lo
llevaron. No sé adónde, pero ahora es parte de ellos. Es lo que
hacen: les lavan la cabeza y se vuelven soldados de la extinción. No
se merecía ese final.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se
sacó la llave de su cuello y la acercó al símbolo grabado en el
cilindro. La llave comenzó a brillar, primero débilmente y luego
con intensidad. Era tan fuerte que todo se volvió blanco por un
momento.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén notó
que la luz era la misma con la intensidad y duración que la
que había provocado Nicolás. Donde fuera que llevase esa puerta no
deseaba saberlo. Los ojos de Raúl les había dicho que tal vez no
volvería allí.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl
desapareció entre el brillo ahora más intenso de la luz. Cuando la
noche volvió a la normalidad todo parecía haberse acabado.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando
estaba mirando anonadado hacia el cilindro cuando su cabeza estalló
en decenas de pequeños trozos. Aylén se arrojó al suelo mientras
gritaba de terror. No podían entrar al bosque pero eso tampoco les
privaba de utilizar rifles hechos por humanos, ya que no serían
afectados por el campo de fuerza.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
—<i>¿Qué
se siente, Aylén? —</i><span style="font-style: normal;">preguntó
Estrella, desde algún lejano lugar fuera del bosque—. </span><i>¿Qué
se siente saber que todos los que te rodean están cayendo uno a uno?
Nunca debiste interferir en nuestros planes. El final de ellos habría
sido otro pero no, tuviste que meterte en asuntos que no te
correspondían.</i></div>
<div align="LEFT" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> </i><span style="font-style: normal;">Aylén
respiraba agitada, cansada. Se echó a llorar. Ya no tenía fuerzas.
Allí estaba segura pero por cuánto tiempo. Pronto encontrarían la
manera de destruir la puerta desde afuera. Pronto sabrían que
Nicolás no estaba allí y se resignarían a acabar con todo. Si no
lo podían tener ellos no lo tendría nadie. Así se manejaba el
mundo y dudaba mucho que eso hubiera cambiado. A los invasores no les
importaba destruir lo que fuera.</span></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Miró el cuerpo tendido de Armando, él tampoco se merecía morir así.
Ninguno se merecía morir. Tenía una vida por delante y murió sin
enterarse. Sus pensamientos fueron interrumpidos para siempre. Todo
estaba condenado a acabarse de esa manera, casi sin darse cuenta.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
<a name='more'></a><br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
2</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
El lugar era oscuro. No se podía ver casi nada, salvo una línea
blanca a varios metros de él. Raúl caminó hasta allí con los
brazos extendidos. Tocó algo y empujó, era una puerta. Esta daba a
un enorme cuarto. Todavía sus ojos no se acostumbraban al cambio
brusco. No sabía cuánto tiempo había llevado en la oscuridad pero
creía que era mucho. O al menos era lo que parecía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
En el cuarto habían muchas máquinas funcionando sin detenerse,
llevaban el ritmo de cualquier fábrica. Pero el diseño de estos
aparatos eran desconocidos para él, algo jamás visto en el planeta.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Avanzó con sigilo, no quería toparse con ningún enemigo. Llevaba
su arma en posición, por si las dudas.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Se encontró con un pasillo. Nadie circulaba por allí en esos
momentos. Habían varias puertas por ambos lados. En una de ellas se
podían ver cápsulas del tamaño de un ataúd, con un compartimiento
de cristal, dentro habían personas cubiertas de un líquido verde
transparente. Un artefacto les cubría la cabeza y un caño flexible
o tal vez un cable grueso se conectaba con el exterior del aparato
que se extendía a una red incomprensible de cables y tubos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl vio al fondo de esta habitación a un enorme invasor. Era negro y medía unos dos metros de altura. Era horrible, como el que
había matado hacía varios días atrás. Entró a la habitación y
buscó sobre una mesa a su lado algún objeto filoso. Tomó un
elemento muy similar a una cuchilla y avanzó sin hacer ruido hacia
el invasor. Este parecía muy compenetrado en su tarea.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl utilizó toda su habilidad de cazador en su anterior vida y
logró acercarse lo suficiente para clavarle el cuchillo en el
cuello. El invasor chilló, sorprendido con toda seguridad, intentó
sacarse el arma del cuello y cayó desplomado al suelo. Raúl vio en
lo que estaba trabajando con tanto entusiasmo: había un cerebro
humano cortado en varios trozos. A la izquierda de la mesa había una
cámara con la puerta abierta. Dentro estaban apilados decenas de
cuerpos humanos decapitados.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Están haciendo experimentos con nosotros ―susurró.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Volvió a la mesa y agarró el arma del invasor. Este comenzaba a
emanar un gas de su piel. Estaba evaporándose.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl se acercó a uno de los pequeños compartimientos e intentó
abrirlo. La persona que estaba dentro parecía dormir, a pesar de
estar sumergido en un líquido extraño. Tocó los botones de un
tablero pero no sucedía nada, la puerta no se abría. Habían
alrededor de cincuenta personas allí dentro, todas en las mismas
condiciones: sumergidas en el líquido verde y conectadas al resto de
la nave. Las mantenían con vida, eso significaba que aún existía
la posibilidad de salvarlos, ¿cómo? todavía no lo sabía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Salió de la habitación y recorrió el pasillo. No habían dudas,
la puerta lo había llevado a la boca del lobo. Estaba dentro de una
de las naves de los invasores. Y era seguro que Nicolás también
estaba allí. No entendía cómo era posible que un artefacto para
protegerlos de la invasión los llevara al lugar donde se encontraban
los invasores. Deseaba que su abuelo estuviera vivo para
preguntárselo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Con el arma apuntando al frente rogaba encontrar a Nicolás antes de
que lo hicieran ellos. Miró al techo y vio una cámara. De repente
tuvo la certeza de que lo estaban observando desde algún monitor.
Dio media vuelta y vio a dos invasores corriendo hacia él.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl corrió y dobló a la derecha. Se detuvo y apuntó con el arma
del invasor. Cuando aparecieron los dos les disparó en la cabeza. El
impulso del disparo lo sacudió más de lo normal y su espalda le
recordó que todavía había dolor por allí, producto de una batalla
hacía tiempo, en otro mundo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Una alarma comenzó a sonar y la luz cambió su color blanco por un
rojo de alerta. Él supo que no tenía mucho tiempo. Necesitaba
encontrar a Nicolás pronto. No había opción.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
3</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén salió con las manos en alto. No dejaba de relatar cada uno
de sus movimientos a los invasores que le apuntaban.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Me entrego.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella sonrió al verla. Al fin tenía frente a ella a su problema
más grande. Aquel que tantos dolores de cabeza le habían provocado.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde está Nicolás? No logramos hallar su energía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Si les ayudo, ¿me prometés que no me van a matar?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella le sonrió con dulzura.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Trato hecho. Veo que después de todo sos más inteligente de lo
que creía además de molesta.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén miraba para todos lados pero las luces no le permitían una
buena panorámica.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Cruzaron la puerta. La misma que creó la luz y mantiene este
campo de fuerza. Bien, ahora cumplí con tu parte.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella no borraba la sonrisa de su rostro. Esa era información
que no conocía pero que le servía mucho.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Llévenla, su poder nos puede ser muy útil.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Los dos policías se acercaron y tomaron a Aylén y la esposaron.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Me dijiste que me dejarías vivir.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Y lo voy a hacer, no te voy a matar pero tampoco te voy a dejar
libre.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén le rogó que la dejase libre pero Estrella solo se reía a
carcajadas. La subieron al patrullero y regresaron al camino. Era
hora de volver.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén hurgó en la cabeza de los policías en busca de algún punto
débil. Las cosas estaban vacías, eran solo órdenes de la Mujer de
Negro y nada más. Esta era una oportunidad de hacer algo por la
humanidad. La miró a Estrella, si pudiera conocer más de ella, si
pudiera tocarla.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Un policía estaba mirando una pantalla cuando le habló a la Mujer
de Negro.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Ya tenemos al niño. Lo encontraron hace un minuto merodeando por
la nave.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Increíble, veo que tu puerta los lleva a mi nave —comentó la
Mujer de Negro. Se dio vuelta y la miró a Aylén—. ¿Qué
pretenden lograr con esas puertas ustedes? ¿Qué hacen aquí con esa
clase de tecnología? Los estamos estudiando desde hace décadas y
nunca oímos hablar de nada al respecto.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén no sabía la respuesta. Pero suponía que ese sería el único
modo de atacarlos, de llegar hasta los invasores. Con las puertas.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Se sabe algo de Raúl? —le preguntó Estrella al policía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Aún nada. Simplemente ha desaparecido.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella pensó que tal debió matarlo. Ese hombre era perseverante,
como la raza humana. No era sencillo eliminar a una especie.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Es probable que la puerta los mantenga en una especie de limbo
antes de liberarlos en la nave. Hace alrededor de una hora que
Nicolás había desaparecido entre la luz.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén oía todo con atención. Tampoco le quitaba la vista a la
pistola del policía que tenía a su lado. Decían, dicen aún, que la gran virtud
del ser humano era la paciencia. Ella era pura paciencia.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde vamos? —le preguntó a la Mujer de Negro.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—A un lugar donde podremos aprovechar tu gran potencial.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén pensó si estaba haciendo lo correcto al enfrentarse a ellos
por sí sola, pero no tenía opción: estaba sola y era hora el
momento de borrarse el título de «cobarde» en su conciencia.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
4</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl llegó hasta la sala principal. En el centro había un gran
tubo de cristal. Dentro del mismo estaba suspendido el cuerpo de
Nicolás. A un lado del mismo estaba Estrella con los brazos
cruzados.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Tardaste más de la cuenta en llegar a nosotros. Tres horas en el
limbo es mucho tiempo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl levantó su arma y le apuntó a Estrella. Detrás de ella
estaba Aylén.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿También estás con ellos?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Quiero vivir.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Te van a matar como están haciendo con todos. Decime, Estrella,
¿qué quieren de nosotros?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No veo por qué no decírtelo si van a morir después de todo. Lo
que queremos de ustedes es la vida eterna. Con el poder y la energía
de las almas humanas podremos vivir miles de años sin ninguna
consecuencia. Ahora, si no querés que tu cabeza termine en mil
pedazos, bajá el arma.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl obedeció la orden. Dos «controlados» se acercaron y tomaron
las armas.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Llévenlo a una de las cápsulas. Vamos a usarlo igual. —Dio
media vuelta y, mirando a los ojos de Aylén, dijo—: a ella
también.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Ambos humanos fueron llevados a la fuerza hacia un cuarto con
cápsulas vacías, salvo una que estaba llenándose con el líquido
verde. Dentro de ella estaba una persona conocida por Raúl: su amigo
Juan.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Juan, despertá! ¡Ayudanos!</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Juan no se movió. Su cabeza estaba caída hacia delante, tenía el
mismo artefacto en la cabeza como el resto de las personas.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl volvió a gritar, ahora el nombre de Clara.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡La mataron, Juan, mataron a Clara!</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Los párpados de Juan comenzaron a abrirse lentamente.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Un invasor metió a Raúl dentro de una cápsula al tiempo que
hacían lo mismo con Aylén. Cuando el invasor cerró la puerta,
comenzó a prenderse fuego. Raúl se cubrió el rostro al sentir el
calor de la llama. Miró al costado y vio a Juan observándolo. En
sus ojos habían lágrimas de dolor.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Abrió la puerta de su compartimiento y atacó al otro invasor.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Sacó a Aylén de la cápsula y, cuando iban a ayudar a Juan, este
había destruido el dispositivo de seguridad sin siquiera inmutarse.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Lo siento, Juan. Hicimos lo que pudimos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Lo sé, amigo. Lo sé.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Y ahora que hacemos? —preguntó Aylén mientras veía a su
alrededor, intentando asimilar que esto no era un mal sueño.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pelear y salvar a Nicolás —dijo Raúl mientras tomaba las
armas de los invasores y le daba una a ella—. No creo que necesites
una, Juan.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
El aludido negó con un gesto de cabeza.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
5</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Cómo que escaparon? ¿Cómo es eso posible?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
El policía no supo qué responderle. Fue un terrible error, su jefa
ya le había atravesado el pecho con su mano derecha antes de hallar su respuesta.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
La Mujer de Negro miró al resto de los invasores y los controlados,
con la mirada les advirtió que era mejor encontrar a los humanos o
les pasaría lo mismo que a su compañero.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl disparó a un controlado, detrás de este venía un invasor
que le disparó. Juan lo miró fijamente y, un instante después, el
invasor se vio envuelto en una llama de fuego intensa. Aylén tomó
la delantera, agachada.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Juan le pidió a ella que lo dejara ir adelante. Era lo mejor.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Avanzaron, llevándose a su paso varios invasores y controlados. El mundo ya no era el mismo, ese no era el mundo que habían
conocido.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella miraba hacia la compuerta, esperaba que llegasen Raúl con
sus compañeros. Eso sería muy divertido.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
6</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl llegó a la sala donde estaba Estrella, Nicolás continuaba
siendo consumido por la nave. Estaban robándole la energía que no
les pertenecía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Estrella, dejalo ir. Aunque digan que son fuertes por fuera, por
dentro son muy débiles. En sus propias naves no son capaces de
luchar. Están perdidos. Hay muchas puertas en el plantea. No tienen
salida.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Cómo te gusta equivocarte, Raúl. Por eso somos los más
poderosos a la hora de usar el poder mental. Los estamos descubriendo
de a poco. Ustedes son un caso especial y a la vez uno más. No son
los únicos que están oponiendo resistencia. Además, ahora sé lo
de las puertas. Las encontraremos y las destruiremos a todas. No les
quedarán nada.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Juan dio un paso al frente y la miró a los ojos. Sus pupilas se
tornaron de un rojo intenso.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Liberá tu poder y Nicolás se muere —dijo Estrella.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Si lo matás a él todo tu esfuerzo habrá sido en vano —recordó
Juan, sin detenerse.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Es probable.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Juan lo miró a Raúl.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Una vez te dije que hay que hacer algunos sacrificios para lograr
nuestros objetivos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl asintió y comenzó a correr en dirección a la cápsula donde
estaba encerrado Nicolás. Aylén disparó hacia los invasores detrás
del tablero de comando. La nave se sacudió un poco.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella corrió en dirección a Raúl pero Juan se le arrojó
encima. El cabello de ella se incendió al instante.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sacalo ya, Raúl! —le gritó a su jefe.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl le disparó a la cápsula pero nada. El disparo rebotó y
chocó contra la pared. Caían chispas por todos lados.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—La nave se está desestabilizando! —informó Aylén mientras se
acercaba al panel de control y veía el daño que sus disparos habían
generado a la tecnología de navegación.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl miró de nuevo la cápsula y se dio cuenta que solo Juan
podría liberar al muchacho.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Juan, tenés que liberarlo vos, es muy fuerte la cerradura.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Mientras tanto, el aludido estaba siendo ahorcado por Estrella. Juan
concentró su poder en la cabeza de ella pero esta lo esquivó.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Morite, mierda. ¡Vamos!</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella sonrió, liberó el cuello de Juan, levantó su brazo
derecho y lo hundió en el pecho de él.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Juan gritó con todas sus fuerzas. Raúl le disparó a Estrella pero
el disparo pareció no haberle hecho daño alguno. Ella se levantó
con lentitud y lo miró con una sonrisa de oreja a oreja.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Creo haberte dicho que ya habíamos terminado de jugar, ¿o me
equivoco?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Cerró sus ojos y al instante siguiente se encontraba frente a
Aylén. Esta se sorprendió y dejó caer su arma al suelo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella hundió su mano en el pecho de la adolescente y le arrancó
el corazón.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Miralo, Aylén. ¿Te pensás que no sabía lo que planeabas? Este
juego lo armé yo y lo acabaré yo. Nadie más se entrometerá. Vos
sos solo una pieza más, un peón, en mi tablero. Tu corazón, débil. ―Aplastó el órgano con sus manos y lo dejó caer.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aylén cayó desplomada al piso, con sus ojos bañados en sorpresa.
Raúl gritó con todas sus fuerzas cuando al mismo tiempo la puerta
de la cápsula de Nicolás estalló en mil pedazos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Juan gimió luego de realizar su último esfuerzo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Un último intento, Jefe. Sé que podés derrotarla. ―Sus ojos
se cerraron para siempre.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl tomó al niño y lo arrancó de los cables como pudo. Estrella
lo observó sorprendida. Luego cerró sus ojos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Al siguiente instante apareció frente a Raúl.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No podés escaparte, mi vida.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl se aferró al niño con todas sus fuerzas. No sabía qué
hacer. No tenía salida, no había puerta...</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Puerta... Llave...</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Llevó su mano izquierda a su bolsillo y sacó la llave de su
abuelo. Apuntó a la cara de Estrella y la atacó. Esta se sorprendió
al ver que aún él sacaba fuerzas de su interior y no se daba por
vencido. Pero su sorpresa fue aún mayor al descubrir que su rostro
estaba sangrando.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Qué mierda es eso? —le preguntó a Raúl pero la respuesta
de este fue un movimiento rápido y certero al cuello.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella se tomó el cuello para intentar detener la hemorragia y se
tambaleó sin dirección alguna. Luego cayó de rodillas al suelo. Su
cabeza estaba inclinada hacia abajo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Nunca te darás por vencido.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Nunca, Estrella.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Algún día te derrotaremos. Somos miles, hay cientos de naves
como esta con millones de personas dentro. Solo sos un pequeño
estorbo en el camino. Tu raza está acabada.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Lo veremos, lo veremos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl corrió por el pasillo y buscó la puerta por la que había
ingresado.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
La encontró y la cruzó. Esta se cerró detrás de él y volvió a
encontrarse en la oscuridad. Un temblor lo sacudió por varios
segundos. La nave no había resistido semejante paliza. Lo lamentaba
por las personas inocentes que habían quedado dentro. Derramó
algunas lágrimas por los valientes compañeros que quedaron atrás y
continuó su camino con Nicolás en sus brazos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Caminó por horas en medio de la oscuridad del limbo en busca de una
puerta. Agarró su llave y la levantó hasta la altura de su rostro.
De repente vio una luz blanca a lo lejos. Avanzó hasta allí.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Nicolás había emitido un gemido. Se había despertado. En ese
instante la oscuridad se vio perforada por decenas de luces más;
eran más puertas que llevaban a algún lugar desconocido. Raúl
decidió cruzar la primera que había visto.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Estrella se paró frente al monitor y presionó un botón del panel.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
La pantalla se encendió y apareció el rostro de un hombre de unos
cincuenta años de edad.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué sucedió, Estrella?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Escaparon de la nave. Ingresaron aquí y nos atacaron. Tienen
armas, tienen tecnología que no sabíamos que tenían. Los humanos
son peligrosos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué clase de tecnología? ―preguntó el hombre de la
pantalla, preocupado.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Tecnología nuestra. No sé cómo lo han conseguido pero tienen
nuestra tecnología en su planeta.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Muchas gracias por la información. Investigaremos al respecto.
Por otro lado, has fallado en tu misión de obtener la energía del
muchacho y tu nave se está destruyendo. Ya no nos son útiles.
Adiós, Estrella.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
El hombre cortó la comunicación. Estrella cerró sus ojos. Un
momento después la nave explotó desapareciendo de la órbita
terrestre.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
El hombre dio media vuelta y se acercó al cilindro que estaba en el
centro de su nave. ¿Cómo era posible que existiera algo similar en
la Tierra? Se sabía que ese metal tenía propiedades especiales pero
nunca habían logrado hacerlas funcionar. Debían encontrar esos
artefactos o los humanos podrían utilizarlas como puertas y
descubrir algunos secretos que no deberían.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
La luz clara del día dejó a Raúl cegado por unos segundos.
Nicolás estaba llorando.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Cuando pudo ver con mayor claridad bajó al niño de sus brazos y
salieron del bosque. Miró una vez más el cilindro que había allí,
en la nave de Estrella había uno similar. Eso era extraño. Pero
ahora no tenía ganas de pensar en ello. Quería salir de allí
pronto.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Fue en busca del Peugeot pero no había rastros del mismo por ningún
lado.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―¿Me habré equivocado de lugar? ―se preguntó.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Nicolás lo miró, ya no estaba llorando aunque sus ojos tenían
lágrimas.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―¿Dónde está mamá? ―le preguntó a Raúl.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Este le sonrió, no sabía qué responderle. Le extendió su mano y
lo invitó a caminar.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Avanzaron hacia la casa donde habían sido atacado horas atrás,</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Raúl levantó la vista y se quedó petrificado al ver la escena
inesperada: la camioneta que horas atrás había expltado estaba
intacta, como si nunca hubiese reventado en cientos de pedazos.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―No lo entiendo, ¿qué pasa acá?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Tampoco habían cuerpos de los que había asesinado Juan. Todo el
lugar estaba demasiado tranquilo.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
Se detuvo a unos veinte metros de la casa, sin poder quitarle la
mirada a la camioneta.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
La puerta de la casa se abrió y de ella salió un hombre con una
escopeta apuntando a Raúl.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Salgan de mi propiedad, ya ―gritó el hombre, mayor.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
A Raúl comenzó a latirle el corazón con mucha fuerza. No creía
lo que veía.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Abuelo, ¿sos vos?</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
El hombre bajó su rifle.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―¿Raúl? N-no es posible. ¿Quién es y por qué hace esta broma
tan cruel? ―Volvió a levantar su rifle.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Soy yo, abuelo, tu nieto. Creía que estabas muerto.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―No, acá el único muerto sos vos, Raúl.
</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
―Imposible.</div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" class="western" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-47412980404568516822012-05-23T13:31:00.003-03:002012-05-23T13:31:38.494-03:00El fin de los tiempo (Capítulo IX)<br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
IX. LA LUZ</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
1</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Puedo ir a jugar al
bosque? —le preguntó a su abuelo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Este lo observó unos
momentos mientras se perdía en sus pensamientos. Se llevó las manos
cerca del pecho y extrajo su llave. Relucía como siempre, parecía
que a ese metal el tiempo no le afectaba en lo más mínimo. Miró a
su nieto y negó con un gesto de cabeza.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—No quiero que te alejes
de casa. Te podés perder y el lugar es demasiado grande para
buscarte y además ya es bastante tarde; está anocheciendo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El nieto asintió, un poco
frustrado. El bosque le llamaba la atención. Siempre sentía la
necesidad de acercarse allí. No era gran cosa, a decir verdad, era
solo un conjunto de plantas y árboles, siempre verdes sin otoños, como si el
tiempo allí no existiera más que en los sueños de las almas
perdidas en el olvido.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Su mente se expandía
cuando miraba para allí, veía ese pequeño destello que a veces se
emitía de algún lugar del bosque, el mismo destello que veía en la
llave que su abuelo llevaba colgada del cuello. Ese pequeño y
misterioso objeto a sus ojos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ya tenía edad suficiente
para cuidarse solo. De eso no había dudas, así que decidió salir
por la noche a buscar algo que no sabía qué era hasta que lo viera. Miró el bosque y volvió a ver ese destello de luz que tanto lo
llamaba y que a veces le generaba una sensación de paz. Caminó por
la casa con cautela, no quería despertar a su abuelo. Cruzó la
puerta y sintió el frío viento de la madrugada. Los grillos no
paraban de cantar y la luna se encontraba en su punto más alto en el
firmamento. Las hojas se arrastraban por el suelo llevadas por un
murmullo infinito de palabras ininteligibles. Él no tenía miedo, no
había nada a qué temerle. No con aquella luz cuidándolo, o al
menos eso pensaba.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Caminó sin detenerse a
pensar en qué hacía y en lo enojado que se pondría su abuelo si lo
descubría. Pero él, Raúl, necesitaba saber qué emitía esa luz en
su curiosa cabeza.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se detuvo cuando estuvo a
pocos metros de la entrada al bosque. Miró arriba y vio alrededor de
las copas cómo se deformaba el cielo, era como mirar a través del
agua, era como si hubiera algo en el aire que no permitiera el
correcto trayecto de la luz de las estrellas. Un resplandor intenso
lo sacó de su ensimismamiento y se adentró en el bosque de sus
misterios.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se preguntó cómo era
posible que su abuelo nunca viera esa luz salir de allí. Él hacía
días que la había divisado. Y desde entonces notó que esta
aumentaba en intensidad con el paso del tiempo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Caminó esquivando ramas
muertas y rogando no cruzarse con ningún animal salvaje. Se detuvo
cuando vio un objeto oscuro, de un metro de alto y cilíndrico. Raúl
se acercó y lo tocó suavemente, con miedo. Otro destello de luz lo
expulsó hacia atrás y su mente se puso en blanco. Vio por un breve
instante un símbolo que reconocía muy bien: era el mismo que había
en la llave plateada de su abuelo. Él sabía sobre la luz, sobre el
objeto extraño en el bosque; pero Raúl lo olvidaría porque los
recuerdos y el tiempo no existen donde estos convergen a su final.
Era el único modo que tenía la luz de protegerse a sí misma. Todo
dependía del momento y la intensidad de esta para afectar los
recuerdos. Era como si ella tuviera vida propia y al mismo tiempo
necesitase de la vida de otros para subsistir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El fin de los tiempos es el
comienzo de los recuerdos, el inicio de la vida y el olvido de los
dolores.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El fin de los tiempos era
la llave hacia las esperanzas perdidas en el caos que la atmósfera
no era capaz de esconder.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl abrió sus ojos.
Estaba en su cama, tapado con las sábanas y calentito, como si no
hubiera salido de ella en toda la noche. Su abuelo se encontraba
apoyado en el umbral de la puerta de la habitación.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Qué pasó, abuelo?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Nada —respondió este.
Cerró la puerta y se oyeron los pasos de sus zapatos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl oía un zumbido leve
en su cabeza. Esta le dolía un poco. No recordaba qué había hecho
durante la noche. Era como si sus recuerdos hubiesen sido borrados.
Cerró sus ojos y procuró dormir. Se dijo a sí mismo que era mejor
vivir con los ojos cerrados a ver lo que en verdad lo rodeaba, nos rodea: lo que
nos hace vivir y morir sin causa alguna.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<a name='more'></a><br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
2</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl miró a Juan. Este
estaba muy asustado y no sabía qué hacer. Varias luces se
encendieron alrededor de ellos y no los dejaban ver quiénes eran los
que las portaban. Les iluminaban el rostro para cegarlos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Qué quieren? —les
preguntó Raúl a quienes los rodeaban. Miró por un instante hacia
atrás y señaló con la cabeza que el Universitario se metiera
adentro.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando, que estaba en el
umbral de la puerta, entendió el mensaje del jefe y dio media vuelta
en busca de Clara, quien no estaba enterada de nada. Su cabeza daba
miles de vueltas y no sabía bien cómo actuar en esa situación.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Una silueta se acercó a Raúl y Juan. Llevaba un arma en su mano derecha. Era un hombre.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Los queremos a ustedes,
muertos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl reconocía esa voz.
Sí, era el muchacho policía de la comisaría, el que habían
abandonado hacía alrededor de un siglo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Vos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Así es. Ahora soy parte
del universo, soy parte de la eternidad. Y ustedes no son nada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Te lavaron la cabeza,
pendejo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan se movió unos
centímetros, miró la camioneta y recordó que allí estaban sus
armas, todas las armas; no, todas las armas no, aún tenía en su
poder el arma que había utilizado Aylén para matar a Gabriel, pero
si tan solo se llevara la mano a la cintura lo dejarían hecho
boleta. La camioneta estaba a unos veinte metros de ellos dos. Le
sería imposible llegar a ella sin que lo asesinaran también. Eran
muchos, y los tenían más que rodeados; ellos estaban jugando como
lo hace un gato con un ratón, simple juego sangriento.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Sos parte de la
extinción de la humanidad —argumentó Raúl, intentando hacer
tiempo mientras pensaba qué podría hacer.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—No, nosotros ahora somos
la humanidad. Somos miles, millones. Nosotros les damos lo que
necesitan y ellos nos dejan vivir —dijo el joven policía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—No es cierto, ya no son
lo que eran en la otra vida.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Demasiado tarde para
filosofar. —El muchacho levantó su arma y le apuntó a la cabeza
de Raúl—. Decí tus últimas palabras, Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se quedó mudo y
paralizado. Era demasiado tarde, y ahora era verdad.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan cerró sus ojos y se
concentró en el muchacho. Pensó en Clara, la necesitaba; pensó en
Nicolás, no sabía dónde estaba pero lo iba a encontrar. Pensó en
el mundo que había dejado atrás y su odio comenzó a
intensificarse. Ellos habían sido personas normales pero ahora los
tenían rodeados e iban a matarlos a todos, a la única esperanza de
seguir adelante y vencerlos. Sus ojos ardieron y los abrió. Al mismo
tiempo una bola de fuego rodeó al muchacho policía. En ese momento
se iluminó gran parte del campo y pudo ver a las demás personas a
su alrededor. Vio el asombro en sus rostros y notó la falta de
humanidad en sus ojos, esa que les habían robado para siempre. Ahora
sabía dónde estaban cada uno de sus objetivos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se echó hacia atrás,
sacó su revólver plateado y comenzó a disparar a las personas, ya
que la llama era más intensa que la luz que los iluminaban.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Matalos, Juan!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Este lo miró, sus ojos
estaban rojos como el hierro fundido; sonrió y dirigió su mirada
hacia las personas armadas. El fuego comenzó a expandirse en forma
de torbellino al tiempo que una brisa de aire caliente soplaba para
todos lados rugiendo de furia, y a quemar a los cuerpos ambulantes.
Raúl corrió hacia la camioneta. Sentía cómo los disparos le
pasaban cerca. Se resguardó al costado de su eterna compañera.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Mierda, me están
cagando a tiros mi chata.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Saltó dentro de la caja,
se agachó y tanteó las armas. Tomó una escopeta y volvió a
disparar. Se quedó atónito al ver correr los cuerpos de las
personas en llamas por el poder de Juan. Era increíble, era
poderoso. Miró detrás de la casa y vio que se acercaba otro grupo
de controlados. Alrededor de una veintena. Más allá de la calle, se
acercaba un coche, seguro era ella que venía a disfrutar de su
espectáculo. Esa función que había retrasado por un tiempo para
divertirse con ellos mientras conquistaban el planeta.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Juan, debemos salir de
aquí!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡No sin Clara!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl saltó de la
camioneta y corrió a la casa, disparando hacia los «controlados».
Juan estaba rodeado por una increíble columna de humo que giraba
cual tornado levantando los objetos en el aire. Todo el campo se veía
anaranjado.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El jefe fue a buscar a
Clara y a Armando para salir de allí antes de que llegara Estrella con
sus guardias policías.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl cruzó la sala de
estar y entró a la pieza. Clara estaba desmayada todavía. No había
rastros de Armando por ningún lado. La levantó y la apoyó en su
hombro derecho. Cruzó la cocina, tropezó y cayó al suelo con ella
sobre él. Miró donde había encontrado a su abuelo muerto por la tarde y vio un papel doblado más allá, debajo del mueble de los
utensilios. Este parecía brillar allí debajo. Lo llamaba, el
destino le daba indicaciones.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se incorporó y se
agachó. Tomó el papel y lo abrió. Era una nota, de su abuelo:
«Cuidá la llave. Abre la puerta de la luz. Recordalo». No
recordaba nada, salvo que su abuelo estaba un poco obsesionado con
esa llave y su locura lo había llevado a la soledad de sus últimos
años de vida.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se acercó a la puerta
principal y salió al mismo tiempo que oía disparos provenientes de
atrás. Vio cómo la pared era perforada por decenas de balas,
algunas demasiado potentes. Clara parecía pesar mil kilos en esos
momentos y rezaba que ningún balazo le hubiera dado. Estúpida
Aylén, no había necesidad de herirla de ese modo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El fuego alrededor de Juan
comenzó a debilitarse rápidamente hasta que se apagó. Luego, este
cayó al suelo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Juan, levantate!
¡Debemos irnos o nos van a matar! —Raúl continuó corriendo a la
camioneta y la dejó a Clara del lado del acompañante, aún
respiraba pero no despertaba. La cacheteó y esta se movió, lo miró
y notó que estaba desorientada. Bien, había despertado con una
simple palmada después de haberse golpeado la cabeza contra el suelo
de la cocina.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl tomó su rifle del
asiento y disparó a la oscuridad que se cernía detrás de la casa.
Alguien recibió el disparo porque se oyó cómo se desgarraba la
carne seguido de un fuerte y doloroso gemido.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Miró hacia donde estaba
Juan y vio que las personas controladas estaban cerca de él. Le
disparó en la cabeza a un hombre canoso pero detrás de él venían
más. Comenzaron a dispararle a Raúl y este tuvo que arrojarse al
suelo para evitar que lo alcanzaran los disparos. Se arrastró hacia
la camioneta, estaba a varios metros de él, necesitaba escapar
mientras se decía que no podía dejar a Juan solo allí después de
haberle salvado la vida, cuando una gran luz se acercaba a toda
velocidad en el cielo hacia donde se hallaba la camioneta dejando una
estela a su paso.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde está Nico?
—pronunció Clara mientras abría la puerta de la camioneta y
miraba a Raúl. Detrás de ella el haz, o destello, estaba por
estrellarse con el vehículo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl vio el rastro que
dejaba la luz y supo que nada iba bien, intentó gritarle a Clara que
saliera de allí pronto pero era demasiado tarde. El haz se estrelló
en la camioneta haciéndola estallar y transformándola en una
gigantesca bola de fuego que escupía restos de metal fundido hacia
todos lados. Las personas que rodeaban al caído Juan tuvieron que
agacharse para protegerse. Una mujer recibió en la cabeza un trozo
de metal, este le cortó la cabeza en dos al tiempo que pedazos
desgarrados de cerebro salpicaban a sus compañeros. Raúl pudo ver
toda estas secuencias con absoluto detalles mientras su cuerpo era
expulsado varios metros en el aire debido a la explosión. Su espalda
estaba que gritaba de dolor, no podía ponerse de pie. Sus brazos
estaban débiles.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Miró a la camioneta
ardiendo junto al cuerpo de Clara, o lo que quedaba de ella: trozos
de carne quemada que caían como una cascada en la pared del frente
de la casa dejando marcado el trayecto con sangre y otros restos
quemándose en el piso. Él la había dejado allí. Él había dejado
que muriera. Luego, desvió su atención hacia donde estaba su amigo.
Uno de los hombres que lo rodeaban sacó una pistola de su cintura y
apuntó hacia el caído. Raúl intentó gritar que no lo hicieran
pero no podía emitir sonido alguno. Solo de sus ojos brotaban
lágrimas y la impotencia que le comía el alma. Al final había sido
derrotado con suma facilidad. Casi sin luchar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Alguien le tomó del hombro
por detrás. Era ella, Estrella, y le sonreía malévolamente.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde está el niño?
—le preguntó sin vueltas. Ya sabía de antemano que Nicolás no
estaba allí, aparentemente.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl le escupió en la
cara con la poca fuerza que le quedaba en los pulmones.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ella cambió su mirada, en
esta nueva se veía compasión. Luego miró hacia donde estaba Juan.
Asintió con un gesto de cabeza. Un instante después se oyó un
disparo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl miró hacia donde
estaba el grupo alrededor de su amigo. De la pistola que apuntaba a
Juan salía humo, ese que relata que una bala ha sido liberada hacia
su destino.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
La Mujer de Negro volvió a
mirar a Raúl y le reiteró la pregunta:</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde está la
fuente? Sabés que soy capaz de cualquier cosa; pobre Clarita, no se
merecía ese final, tendrán que juntar sus restos con pala si
quedara algo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—N-no lo s-sé —logró
articular Raúl mientras luchaba contra el dolor en su cuerpo y se
mordía la lengua. ¿Cómo se atrevía a burlarse de Clara?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
La Mujer de Negro se agachó
frente a él y le apoyó su mano en la frente. Cerró sus ojos y
rebuscó en la mente de Raúl la respuesta que necesitaba.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Es cierto, no sabés
dónde está. Esa chica, Aylén, me ha traído bastantes problemas.
Ustedes, en general, son muy impredecibles. Hace que todo esto sea
mucho más divertido de lo que me imaginaba.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl temblaba. Pensaba en
Juan. Lo habían matado, al igual que a Clara. Él les había fallado
a ambos, y a Nicolás. Y el muy cagón de Armando se había lavado
las manos, gobernado por la cobardía de la juventud. Todo había
sucedido como no se lo imaginaba. En lo más profundo de su ser
habían esperanzas que ahora estaban tan muertas como su amigo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
La Mujer de Negro se
levantó y siguió con una mirada furiosa toda la escena del lugar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Debo admitir que tienen
un gran poder. Tu amigo es muy poderoso pero ese niño lo es mil
veces más, no te imaginás cuánto más. Y hay cientos más como él,
escondidos en algún lugar de este planeta. Y los vamos a encontrar a
todos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se sorprendió al oír
eso, además de más personas como él habían cientos de Nicolás
dando vueltas por allí. ¿Qué pretendían en verdad hacer esos
invasores con toda esa energía?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Lo siento, Raúl. Ya no
me sos útil. Se terminó el juego entre nosotros. Es una pena que no
tengas nada especial para darme, al menos así podrías haber vivido
un poco más. Pero sos común, todavía no entiendo cómo es que no
fuiste capturado en la primera abducción.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Uno de los policías que la
acompañaban se acercó y desenfundó su arma. Le apuntó a Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Dejámelo a mí —dijo
Estrella. Tomó la pistola y apuntó a Raúl. Sonrió. Cerró sus
ojos. Aún sentía ese sentimiento que algunos en la Tierra llamaban
«amor».</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
3</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando continuaba
corriendo. Sabía dónde estaba Aylén con el niño. No podía dejar
que se lo llevara. Necesitaba cuidarlo. Se mentía que así era, que
así debía ser su destino. No quería aceptar el hecho de que había
sido lo suficientemente cobarde como para no enfrentar la situación.
No quería aceptar el hecho de que los había abandonado a su suerte,
a su muerte, a quienes habían confiado en él y protegido durante
todos esos días.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Corría hacia el bosque.
Con el niño junto a él estaría a salvo. Miró atrás nuevamente.
Las escenas que había visto le habían dado la razón: fuego,
columnas de varios metros de alto de humo, explosiones. Si se quedaba allí
iba a morir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
De repente todo el cielo se
iluminó con un gran haz de luz. Este se extendía hasta el cielo y
más allá. La noche se hizo de día por un momento y Armando se
sintió cegado por su intensidad. Pudo divisar a las personas que
estaban en la casa del abuelo de Raúl. Se agachó para que no lo
vieran y continuó adelante, una vez la luz se hubo apagado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se detuvo en la entrada al
bosque. Miró arriba y vio el aire viciado, era una de esas
aberraciones de la luz que no deberían suceder en unas simples copas
de árboles. Parecía que las leyes de la Física no se aplicaban en
lo más mínimo en ese sitio. Entró al bosque y buscó el lugar
donde había encontrado a Nicolás hacía horas atrás, era increíble
cómo el tiempo podía ser tan maleable en los recuerdos de uno: las
horas parecían días con todo lo que había sucedido en tan poco
tiempo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Llegó hasta el lugar donde
estaba la cilindro gris, solo estaba Aylén, con la cabeza agachada,
mirando al suelo. no había rastros de Nicolás por ningún lado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Estrella abrió sus ojos de
par en par al sentir esa fuerza tan intensa. Miró al lugar de donde
provenía la luz, era muy poderosa. Allí había algo que generaba
esa reacción: una era el niño, con seguridad, pero no tenía idea
de la otra. Seguramente allí estaba la causa de por qué no podían monitorear el lugar como pretendían. Allí no podía usar el poder
de la nave como quería. No importaba, ahora sabía hacia dónde ir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Volvió su mirada hacia los
policías.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Vayan pronto hasta allí.
Ya sabemos dónde está Nicolás. ¡Rápido!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl, luego de ver la luz,
sintió como si su cabeza estuviera a punto de explotar. Los
recuerdos se abrían paso entre momentos para situarse en el sitio
más relevante de la mente.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Raúl —le susurró
Estrella casi al oído—, te voy a hacer el regalo más grande que
puedo hacerle a cualquiera de tu especie: vivirás para ver el final
de tu planeta. Ya tenemos lo que necesitamos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Intentó darle un beso pero
Raúl se apartó con brusquedad. Si ella lo tocaba en ese momento con
toda esa información en su cabeza, no habría más oportunidades
para sobrevivir. Ella sabría todo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Estrella no intentó volver
a besarlo. Ahora su objetivo era el niño.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se levantó y le dio
órdenes a un grupo de controlados.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Llévenlo, lo
necesitamos. Vayan hasta un lugar donde el alcance de la nave no sea
bloqueado por esta energía. Pronto sabremos qué la provoca.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl oyó con atención.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Cuatro hombres levantaron a
Juan y lo llevaron a pie hacia la dirección de donde podrían haber
venido. Se perdieron pronto en la oscuridad. ¿Para qué necesitaban
a un humano muerto? A menos que...</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Me dijiste que estaba
muerto —dijo Raúl a Estrella.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Acaso pensás que
estoy loca para derrochar toda esa energía, amor? —le preguntó y
subió a su coche policía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Partieron hacia el bosque.
Raúl se sacó la llave de debajo de su remera y la miró. Ese
destello lo había despertado. Sus ojos habían sido abiertos después
de muchos años sin ver con claridad.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Su abuelo era el protector
de esa zona. Pero aún no entendía adónde lo llevaba esa llave.
Recordó cuando era niño que esa luz lo había llamado y él había
acudido. Luego regresó a su casa y su abuelo lo había descubierto.
Sí, le había dicho que esa llave escondía secretos de futuros
invasores. Siempre habían conocido su existencia y los humanos
necesitaban hallar el modo de protegerse ante el inminente final: la puerta era más un arma para los humanos que una simple protección. Luego, lo había olvidado todo con la misma sencillez que ahora
volvían esos recuerdos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Y los invasores estaban a
punto de descubrir una de esas puertas. Con todas sus fuerzas se
levantó del suelo, a pesar de los gritos de dolor de su espalda, y
avanzó en dirección al galpón. Allí estaba el Peugeot 206 negro.
Se sentó al volante y pensó por un momento. Volvió a abrir la nota
de su abuelo y la releyó. Por eso estaba allí, por eso los protegía
a todos, por eso no había sido abducido; Estrella se equivocaba: él,
Raúl, era importante, y lo iba a demostrar. En sus venas corría la
sangre de un protector; la puerta debía ser cuidada, necesitaba asegurarse que Nicolás no acabaría en manos equivocadas una vez hubiese atravesado el umbral; rogaba que Aylén lo haya llevado hasta allí y no a otro lugar.<br />
Él era importante, él era el protector. Sonrió. Encendió el coche y aceleró. Era
hora de morir luchando, como un hombre y no como un cobarde.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Miró su pistola, solo
contaba con tres balas. Una iba destinada a Estrella, el resto las
sortearía con sus súbditos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde está Nicolás?
—preguntó Armando.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—No lo sé. A salvo, creo
—dijo Aylén mientras observaba el cilindro—. Simplemente,
desapareció entre la luz. Hice lo que creí que debía hacer.
Ninguno de nosotros somos importantes, relevantes, salvo él. Yo ya
cumplí mi parte. ¿Dónde está el resto?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—No lo sé, creo que
muertos. Huí como un cobarde cuando todos me necesitaban,</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Y viniste hasta acá. De
algún modo supiste que aquí estaba Nicolás. Tal vez tu poder esté
despertando poco a poco.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Soy un cobarde de
mierda. Escapé de ellos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén se rió, sus
carcajadas tardaron en cesar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿De qué te reís?
—preguntó Armando, preocupado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Me rió de que escapaste
de ese quilombo y te fuiste a meter a la boca del lobo. Después de
que esta cosa emitiera esa luz los invasores ya deben estar en camino
hasta aquí.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Y qué mierda estamos
esperando?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Creo que espero a que
llegue mi momento. Ya no hay vuelta atrás. El niño está a salvo.
Nosotros podemos morir tranquilos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Yo no me quiero morir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando se acercó al
cilindro y lo pateó.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Llevame, pedazo de
mierda!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Observó el símbolo. Le
parecía conocido.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Ese símbolo —dijo
Aylén— es el mismo que tiene la llave de Raúl. Si querés ir
adonde fue Nicolás, necesitás esa llave sí o sí.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Volvió a reír.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
A lo lejos se oía el ruido
de un motor. Los invasores estaban cerca, con todas esas personas
traidoras.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando cerró sus ojos; la
cobardía lo había llevado de lo que pretendía huir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén se acercó a él y
lo besó en la boca. Él, después de mucho tiempo, sintió que el
tiempo ya no importaba y que todo podría acabar allí. Cerró sus
ojos y se dejó llevar por el momento.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ella llevó su cadera hasta
la zona caliente de él y el Universitario comenzó a excitarse. En
los ojos de ella se veía un brillo, una especie de alegría perdida
entre las tristezas de la vida, un tesoro del corazón.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Un par de faros los iluminó
y los cegó por un segundo. El coche estaba a pocos metros de ellos.
Armando sintió que ya no había necesidad de vivir como cobarde, era
mucho mejor morir como un valiente.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;">
<i>Continuará...</i></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-40496380273318085352012-05-12T22:03:00.001-03:002012-05-13T12:14:11.267-03:00El fin de los tiempos (Capítulo VIII)<br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
VIII. PERDIDOS</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
1</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan buscaba por la parte
de atrás de la casa. Clara entró al galpón que había al lado.
Allí se resguardaban un tractor y varias herramientas que solo en el
campo se podían llegar a utilizar. Gritó el nombre de su hijo pero
no obtuvo respuestas. Lloraba, cómo había dejado que se le escapase
de las manos. Sabía lo importante que era para ella y, aun así, lo
había dejado solo. Escuchó un disparo proveniente de la casa.
Comenzó a correr hacia allí, rogando que su hijo no estuviera en el
lugar de donde había ocurrido el disparo, asustada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
En la puerta de entrada se
encontró a Juan y ambos entraron luego de cruzar miradas sin decirse
nada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Llegaron hasta la
habitación donde habían dejado a Gabriel desmayado y oyeron
sollozos al otro lado de la puerta, eran de Aylén. Juan tomó el
picaporte y empujó. No abría, estaba trabada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¡Abran la puerta!
¡Aylén, Gabriel! ¿Qué pasa?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Clara estaba aterrorizada.
Juan le pidió que se echara hacia atrás y pateó la puerta. Se
resistía a los golpes. Intentó un par de veces más y esta
finalmente se abrió.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se encontraron con Aylén
llorando sobre la cama y el cuerpo desangrándose de Gabriel a varios
metros de esta en el suelo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué pasó, Aylén?
―le preguntó Juan mientras se acercaba a ella y la tomaba por los
hombros, asustado por todo lo que sucedía en tan poco tiempo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Lo mató? ―preguntó
Clara mientras se acercaba al cuerpo del muchacho.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan dejó a Aylén en la
cama y miró a todos lados. Vio el arma del asesinato a varios metros
de él, la agarró con las manos temblorosas y se la guardó. Le tomó
el pulso a Gabriel y confirmó la muerte.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Por qué, Aylén? ―le
preguntó Juan―. ¿Acaso intentó hacerte daño?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Nos iba a hacer daño a
todos, pero sobre todo a Nicolás. Debemos protegerlo como sea.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Clara se sobresaltó al oír
el nombre de su hijo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué tiene que ver mi
hijo en todo esto? ―Se arrojó sobre la chica y la zarandeó con
fuerza―. ¿Por qué debemos protegerlo? ¿Qué sabés de él?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Sé todo sobre él. Sé
que Gabriel era el as bajo la manga de los invasores para descubrir
el gran poder que se emana en el grupo. Sé que Nicolás ya te ha
demostrado el poder anoche y sé que si descubrieran que él es la
fuente de gran energía estaríamos en grandes problemas.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan no entendía nada.
Alternaba su mirada entre las dos mujeres. Clara parecía saber de
qué hablaba cuando mencionaba a su hijo. ¿A qué se referiría
Aylén cuando hablaba de la fuente de energía?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan le pidió a Aylén que
se sentara en el comedor. Le pidió disculpas y sacó una cuerda para
atarla a la silla.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¡Déjenme salir, yo los
estoy ayudando! ―gritó ella.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Mataste a una persona.
Debemos tomar precauciones. Ahora necesitamos encontrar a Nicolás
antes de que anochezca. Después tendremos tiempo de aclarar lo
ocurrido, mientras tanto te pido que no intentes escapar ―dijo Juan
mientras Clara lo esperaba en la puerta.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lo lamento, Juan. Vi en
tu interior. La amabas, no fue tu culpa.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué? ―Juan se
acercó a ella.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―A Estela, su muerte no
fue por tu culpa. ―Ella sonrió―. Te dije que hay cosas que sé.
Es una puta maldición. Y sé que sos una buena persona y me vas a
dejar salir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Cómo sabés lo de
Estela? Nadie de los que están aquí lo saben. ¿Quién sos? ¿Sos
una de ellos, una invasor?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No, soy una persona con
un alma activa, como el hijo de ella ―señaló a Clara― pero
menos poderoso.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Clara lo miró. Asintió
con cierto aire dubitativo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Dice la verdad. Yo vi
con mis propios ojos cómo Nicolás hacía volar un camioncito de
juguete por el aire.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Y tampoco olvides lo del
incidente del cd de Mägo de Oz ―agregó Aylén.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Por qué no me lo
dijiste, Clara?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Porque temo por mi hijo.
No quiero que le hagan nada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Está bien, ya habrá
tiempo de hablar, vamos a buscarlo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén los miró a ambos.
Sí, ahí había mucho fuego. Y él lo sospechaba. Él la amaba y no
la dejaría sola un instante. Ahora sabía los secretos de Juan,
ahora podía ver con los ojos cerrados.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Y no la sorprendía el
hecho de que fuese también uno de ellos. Todos guardaban un poco de
energía para llegar al final del camino. En especial, Juan. Sus
llamas son muy intensas y teme por ello.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<a name='more'></a><br />
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando entró al bosque
luego de mirar atrás salvo que notó que el aire allí parecía un poco viciado, como si estuviera cargado; el sonido de un disparo lo había alertado
pero igual debía continuar. Rogaba que no fuera nada malo pero lo dudaba,
sin su arma se dio cuenta que había cometido un error. La tarde
estaba muriendo. Estaba casi seguro de que esa luz pertenecía a
Nicolás, o a alguien que necesitaba ayuda. Se repetía
irregularmente, a veces duraba menos o más tiempo. No llevaba un
patrón constante, al menos a simple vista, pero cada vez la veía
con mayor intensidad.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¡Nicolás! ―gritó
mientras se adentraba en el bosque―. ¿Estás acá?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Nadie respondía. Continuó
caminando. Esquivó varias ramas caídas. El otoño estaba cerca y se
veían en el suelo las señales de ello, hojas secas que crujían
cuando alguien las pisaba.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Una vez más la luz volvió
a mostrar su intenso resplandor. Ahora a unos veinte metros de
Armando. Vio lo que la emitía: parecía una especie de cilindro de
un metro de alto, se acercó y lo miró detalladamente: no había
ningún reflector ni nada que pudiera crear la luz. Era gris, de
metal, y estaba bastante gastado por el tiempo. Vio a un lado un
pequeño símbolo que tocó suavemente con las yemas de sus dedos:
era un triángulo dentro de un círculo. Aparecía una especie de x
en su interior. Estaba frío. La luz volvió a emitirse y él fue
sacudido hacia atrás. Por un breve momento quedó cegado por el
flash. Oyó la voz del niño.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es bonita ―dijo
Nicolás detrás de él.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando se frotó los ojos
y parpadeó varias veces hasta que pudo volver a ver.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Sí, pero casi me deja
ciego.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Me llamó, la luz me
llamó ―dijo el niño con cara de preocupación y de entusiasmo al
mismo tiempo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Yo no veo nada razonable
aquí, ¿de dónde sale la luz?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Nicolás se llevó su dedo
índice derecho a su pecho. Armando entendió el mensaje. Era cierto,
ese muchacho tenía mucho poder encima.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Sí, de vos ―dijo y le
extendió su mano. El niño lo tomó con las suyas y miraron una vez
más el artefacto que había allí―. Volvamos a casa, tu mamá debe
estar preocupada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Sí.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
2</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Así que nos estás
siguiendo? Lo sabía ―dijo Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No te creas que fue
fácil encontrarte ―dijo la Mujer de Negro.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Con la tecnología que
tienen todo es fácil para ustedes. ¿Qué buscan de nosotros?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Te olvidaste, Raúl?
¿O estar conmigo te ha quebrado la mente?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Para nada, Estrella.
Estoy seguro de lo que hago.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Sí? Tu mente parece
confundida. ¿Acaso no sos capaz de cuidar tu grupo sin dudar a cada
segundo sobre si está bien o mal lo que hacés? Solo queremos el
poder de uno de ellos. Dánoslo y te dejaremos ir. Los dejaremos ir a todos sin hacerles daño.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Por qué no te dejás
de jugar con nosotros y nos dejás en paz? Sabés que no te creo.
Mirá lo que hizo tu raza: acabaron con la vida en el planeta.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No acabamos con todos
ustedes. Por desgracia aún quedan muchos rebeldes por encontrar.
Además, no podemos dejarlos ir hasta que nos des a la fuente;
necesitamos su energía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Sabés muchas cosas,
Estrella. No entiendo cómo es posible que no sepas quién de mi
grupo es el de mayor energía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se alejó un poco de
ella.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es un juego muy
divertido, mi amor ―dijo la Mujer de Negro mientras se acercaba a
él―. Vos viniste a mí. No necesito averiguarlo yo, vos me lo vas
a decir cuando regreses.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No, yo me alejé de
ellos. Les he mentido. No voy a volver, no me merecen. No saben que
yo viví durante quince años con una invasora.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Ahora soy una
«invasora»? Veo que estás confundido de verdad, nunca me imaginé
que te vería así.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Estoy muy seguro de lo
que hago. ―Desenfundó su .38 y le apuntó al rostro de la Mujer―.
Te tuve que haber matado hace mucho tiempo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Y no lo hiciste porque
me amabas. ¿Aún me amás?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No, te odio. No sos
humana. Nunca lo fuiste: no tenés alma.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Nací entre ustedes,
creo que eso me hace una humana.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Los dos policías se
bajaron del patrullero y desenfundaron sus pistolas.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No se preocupen, él no
me hará daño ―les dijo La Mujer de Negro.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl hizo fuerzas pero no
era capaz de apretar el gatillo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No tenés los huevos
suficientes para matarme; eso será tu perdición. Cuando sepamos
quién es la fuente de tanta energía, mataremos al resto de tu grupo
y a vos, mi amor.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No me digas así, yo no
soy tu amor. Y nunca sabrás quién emite ese poder del que tanto
hablás.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Estrella se acercó a Raúl
y lo besó. Este la apartó de sí mismo y escupió varias veces.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Antes te gustaban. Cómo
has cambiado, mi amor.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Le sonrió y luego se dio
media vuelta. Uno de los policías le había hecho una señal. No era
nada bueno.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Una cosa más, Raúl.
Sabremos quién es la fuente porque tenemos un infiltrado en tu
grupo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl abrió sus ojos de par en par. No podía creer lo que le había dicho ella. Su miedo era al
fin real. Estaban jugando con ellos, y su cabeza daba vueltas
alrededor de la confusión absoluta.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Observó cómo el
patrullero daba media vuelta y se perdía en el horizonte, hacia el
norte. Luego regresó a su camioneta. Estaba oscureciendo. Necesitaba
volver al grupo y darles aviso sobre el infiltrado. ¿Quién era el
maldito? Pensaba en todos y no quería creer que fuera así pero
sabía que ella nunca mentía al respecto; que le ocultara
información era harina de otro costal.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ya era de noche, el sol
hacía varios minutos que se había puesto pero para él el tiempo se
había detenido cuando la había vuelto a ver.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Cuándo sintieron la
energía?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Hace un momento ―dijo
el policía que iba en el asiento trasero mientras observaba una
pantalla.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Cuándo lo mataron?
―preguntó la Mujer de Negro, Estrella.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Unos momentos después.
La señal duró varios segundos pero no logramos obtener una imagen.
Por alguna razón, nuestra tecnología falla cerca de la casa de
Raúl. Hay algo que nos hace interferencia y no sabemos qué puede
ser. Aunque suponemos que es la misma fuente que provoca esta
interferencia.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Veo, ¿fue esa fuente
quien mató a Gabriel?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lamentablemente, no. Al
menos así hubiéramos sabido quién es la fuente. Fue una chica,
ella «escarbó» en su mente y lo descubrió.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
La Mujer de Negro asintió.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Perfecto, gracias por
darme la señal en el momento adecuado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El policía con la pantalla
sonrió.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Las dudas quedaron
plantadas.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Miró en el horizonte. Raúl
todavía no sabía quién era el más poderoso de ellos, pero eso
estaba por cambiar pronto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
3</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando llegó a la casa y
llamó al resto del grupo. Clara estaba buscando atrás de la casa
con una linterna. Cuando oyó el llamado corrió al encuentro con su
hijo. Lo abrazó con fuerzas.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan le estrechó la mano a
Armando.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Bien hecho,
universitario. Sabía que podía confiar en vos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Su mirada cambió de
expresión repentinamente.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Tengo que contarte algo.
¿Qué pasa, Juan, que te cambió la cara?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Algo un poco grave.
Vení, vamos adentro.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Entraron a la casa. Era de
noche y habían varias velas encendidas. Armando se acercó a la
cocina y se sorprendió al ver a Aylén atada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué hace ella atada?
―preguntó.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ella levantó su mirada y
le sonrió.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lo maté ―dijo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando sintió cómo sus
piernas se debilitaban lentamente. Recordó el sonido del disparo
antes de adentrarse al bosque.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No, no debiste hacerlo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan se acercó a él.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Mató a Gabriel.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando se tomó la cabeza
y dio media vuelta. No sabía qué hacer. Había sido su culpa, ella
le había quitado su arma en algún momento cuando simulaba que
estaba desmayada, él había creído que ella estaba inconsciente.
Todo había sido su culpa.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Estás bien, Armando?
―preguntó Juan, preocupado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es mi culpa, el arma me
la robó a mí, yo creí que ella estaba desmayada. Además, ya lo
sabía. Ella me había dicho que Gabriel era un invasor. Que le
habían lavado la cabeza.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lo mismo nos dijo a
nosotros. ¿Y vos le creíste? No nos dijiste nada. Y no debiste
tomar ningún arma.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es que ella me lo
demostró. Tiene algo dentro que hace que pueda ver cosas en nuestro
interior. Eso suena convincente. Para mí, Gabriel sí podría ser un
invasor o infiltrado o como mierda se le llame.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Clara escuchaba mientras
tenía a su hijo entre sus brazos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Asegura que Nicolás es
la fuente que los invasores están buscando ―comentó Juan―. Dice
que tiene poderes y que puede ver lo que somos.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Y qué pensás?
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Le creo. Pero debieron
contarnos todo. Nunca debiste actuar de ese modo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lo lamento, es que esta
situación es incontrolable. Estamos avanzando a tumbos, si seguimos
así pronto nos caeremos. Entonces, ¿qué vamos a hacer con ella?
¿Desatarla?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Antes nos tendrá que
contar todo lo que sabe y vio en Gabriel.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Por un momento creí que
era una invasora.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No lo soy ―acotó
Aylén.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Cómo podés
demostrárnoslo? ―preguntó Juan―. Lo del poder puede ser cosa de
esa especie.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Y qué me decís de tu
poder: el fuego?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan se quedó sin
palabras.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
4</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Los cuatro estaban en la
sala de estar. Parecía que no tenían nada para decir. Aylén estaba
a punto de ser desatada por Juan cuando oyeron el sonido de un motor.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Las luces de un vehículo
cruzó toda la sala.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es Raúl ―anunció
Armando mientras se asomaba a la ventana.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan dejó de hacer lo que
estaba haciendo, nada. Volvió a su cuerpo el enojo para con Raúl y cerró
sus puños. Aun así, tuvo que admitir que lo necesitaba. Esa
situación estaba desbordándose y solo él podría poner las cosas
en su lugar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl entró en la casa y
se sorprendió al verlos allí, sin hacer nada. Y con una de ellos
atada a una silla.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué pasó?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan le contó todo lo que
sabía. Raúl escuchó con atención, mientras las palabras de
Estrella flotaban en su cabeza. En ese momento supo finalmente que
Nicolás era una fuente valiosa de energía, la más importante de
todos ellos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Una vez terminado el relato
de Juan, Armando agregó unas palabras y lo que le había dicho
Aylén. Ella asentía mientras escuchaba los relatos. También tenía
cosas para decir.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Bien, tengo algo para
contarles ―dijo Raúl―. Se los he ocultado aunque no debí
hacerlo. Yo sabía que esto iba a suceder. Resulta que hace varios
años me casé con una mujer llamada Estrella. Ella me hablaba del
poder de las almas humanas y que estas eran la fuente de una gran
energía. Mucho tiempo después de haberme casado, digamos unos
quince años, descubrí que ella era una extraterrestre, una
invasora, como decimos ahora. Una noche de borrachera me contó todos
los planes de su especie. Yo no le creí en ese momento. Los
borrachos dicen muchas boludeces. Pero ese día del que me había
hablado llegó y no me quedó otra alternativa más que creerle.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
»Por esa razón me dispuse
a buscar personas hasta dar con ustedes ya que me había mencionado
también que los más fuertes, los de almas más valiosas, no podrían
ser capturados por ellos a la primera. Ustedes son muy valiosos, y
creo que Aylén dice la verdad pero también debemos tener cuidado
porque la característica principal de esa especie es la manipulación
de la mente, es lo que aparentemente le sucedió a Gabriel. Ahora que
los he encontrado estoy seguro de lo que pienso. Creo que con los
años esta mujer destruyó mi mente. Si lo que me contaron fue tal
cual entonces Aylén es inocente. Estrella me dijo hoy... ―Hubo
varios murmullos―. Sí, la vi hace un rato. Ella me dijo que había
un infiltrado: Gabriel, según Aylén. Él fue una víctima del poder
mental de esas cosas.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es muy probable que esto
también haya sido un montaje para hacernos pelear, Raúl ―comentó
Juan―. Tal vez sea ella una invasora. No olvidemos cómo
encontraste a Gabriel. Casi era asesinado por esa mujer invasora.
Además, si es como lo decís y nos advertís, Aylén tiene poder
sobre las mentes. Pensalo bien.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Creo que si de verdad
ella es una invasora ahora tendríamos un ejército de esas cosas
llevándose a Nicolás y matando al resto ―dijo Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Cómo podríamos estar
seguros de que Nicolás es una fuente de energía tan poderosa?
―preguntó Juan.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Si ella hizo lo que hizo
por proteger al niño, creo que entonces es él el más poderoso del
grupo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es cierto ―dijo
Clara―. Lo vi anoche, él hizo flotar su camioncito de juguete
hasta sus manos. Y hoy hizo saltar el cd del reproductor de música
del auto. Juan, vos lo viste.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El aludido asintió, pensativo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Ella dice la verdad
―continuó Clara con su hijo en sus brazos―. Y salvó a mi hijo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl sonrió. Estrella
había intentado confundirlo con lo que le había dicho pero no
contaba con que ya hubieran visto el poder de Nicolás. Ni mucho
menos con que Gabriel estaba muerto antes de saberse todo. Él ya
estaba muerto, lo lamentaba por el muchacho porque había sido una
víctima del gran poder mental de otro mundo, pero en fin estaba
muerto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Muerto. Muerto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Ahora que sabemos qué
buscan podremos hacer algo por nosotros y el mundo ―dijo Raúl―.
Todos ustedes cuentan con alguna cualidad creada por la energía del
alma. La de Aylén es ver en la mente los recuerdos. Estoy seguro que
muchos de ustedes no saben cuáles son. Pero vamos a intentar
descubrirlos. Todos estamos aquí por alguna razón.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Yo sé el mío ―dijo
Juan―. Creo que soy capaz de crear fuego.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Van a soltarme o no?
―preguntó Aylén.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
5</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl se acercó a Aylén y
la desató.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Vamos, sos libre ―le
dijo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lamento no haberte dicho
nada, Raúl ―rozó su mano en el brazo de Raúl y vio en él. Ella
sonrió. Tenían poco tiempo. Y nada podía cambiar lo que iba a
suceder: el final era inevitable.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando se acercó y la
abrazó. Ella vio en su interior. El resplandor era intenso, la luz
estaba en el bosque. Esa era su única alternativa.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué hacemos ahora,
Raúl? ―preguntó Juan.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Primero comer, después
veremos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén les contó un poco
de lo que había visto mientras comían. Les contó lo que sabía de
Natalia y de la idea de la Mujer de Negro de utilizarla para guiar a
Gabriel al centro de la ciudad. Intentó resumir todo lo más que
pudo para acabar pronto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> La Mujer de Negro se
agachó y miró detrás de los ojos de Gabriel. Al otro lado de la
sala estaba el cuerpo formándose de Natalia, ella sería el anzuelo
y la guía para acercarlos a la fuente. </i>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> ―Creemos que está en
la ciudad pero no podemos arriesgarnos a acercarnos. Con Natalia
entraremos y les haremos creer que Gabriel es una víctima de la
invasión. Necesito que despierte y no sepa nada sobre nuestros
planes y actividades. Debe descubrirlo por sí solo. La teoría dice
que su destino convergirá con el resto de las personas de gran energía.</i></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Los ojos de Gabriel
veían lo que sucedía dentro de la habitación blanca. Los dos
policía que estaban con la Mujer de Negro preparaban a Natalia.</i></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> ―Ya te encontraremos.</i></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> </i></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i></i> Raúl
supo en ese momento que no sabían que ellos estaban en la ciudad.
Solo el destino había querido que se encontraran todos allí. Cuando
Aylén le contó que en un momento dado Natalia se había detenido de
repente en la calle para hacerle el amor, Raúl supo que era porque
había sentido su aroma. Si no hubieran ido a la ciudad no los
habrían encontrado. Pero tampoco habrían salvado a Aylén. La
misión ahora era proteger al niño. Era verdad: los destinos
convergían en un punto, solo que no sabían dónde estaba ese punto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl
analizaba cientos de ideas para continuar adelante pero no se decidía
por ninguna.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan
anunció al resto del grupo que después tendrían que enterrar el
cuerpo de Gabriel.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Debimos
hacerlo antes de comer ―comentó Armando, enojado porque todos se
habían olvidado de que el muchacho estaba muerto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl
volvió a pensar en el momento en que se había reunido con Estrella,
¿qué hora era? Y ¿por qué necesitaba saberlo?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Después de comer sacaron
el cuerpo de Gabriel y lo enterraron cerca del abuelo de Raúl.
Cuando terminaron era cerca de la medianoche.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan estaba limpiándose el
rostro de la tierra mientras observaba las tumbas formadas allí.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Gabriel fue una víctima
del poder mental de ellos, nunca lo olvidemos, muchachos ―comentó
Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando y Juan asintieron. Estos dejaron atrás el pequeño cementerio creado durante el día
y volvieron a la casa. Raúl se quedó
observando el pequeño cementerio que se había formado durante el
día.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Era de noche. El día había
muerto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Recordó las palabras de
Estrella: «Una cosa más, Raúl. Sabremos quién es la fuente porque
tenemos un infiltrado en tu grupo».
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ya era de noche cuando le
había dicho esas palabras. Según el relato de lo sucedido por los
integrantes del grupo aún era...</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl corrió de regreso a
la casa.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<i> Ella nunca mentía al
respecto. Solo ocultaba información.</i></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
Aylén miraba al niño
junto a su madre. El niño estaba acostado en la cama de la
habitación para huéspedes.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No me creés, ¿verdad?
―le preguntó a Clara.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es difícil luego de lo
que pasó hoy.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Lo sé, para mí también
es muy difícil pero debemos seguir adelante.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué nos va a pasar?
―preguntó Clara.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No lo sé. De lo que
estoy segura es de que me iré al infierno por haber matado a una
persona.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Gracias, Aylén ―dijo
Clara― por salvar la vida de mi hijo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén intentó tomar su
mano pero Clara se la apartó.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Mis secretos son solo
míos ―dijo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
La adolescente asintió.
Nicolás se durmió, ajeno a toda la situación que lo rodeaba.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Todos estaban perdidos,
pero él no. Mientras siguiera jugando todo iría bien.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Aylén observó a Clara
mientras acomodaba a su hijo en la cama. Se alejó hacia la puerta y
tomó el florero que había en la mesita y volvió a acercarse a la
madre mientras acomodaba a su hijo bajo la sábana.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Levantó el florero
mientras Clara le daba la espalda y le dio de lleno en la nuca. El
florero se hizo añicos y Clara cayó sobre la cama inconsciente.
Aylén destapó al niño y lo levantó, estaba medio adormilado. Pesaba un poco más de lo que aparentaba pero no
importaba. Miró en su interior y vio la misma luz que había visto
cuando Armando lo había abrazado. Debía ir hasta allí. Debía
escapar de la muerte. Debía salvar al niño. Para eso estaba en ese lugar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
6</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¡Juan! ―gritó Raúl―.
¡Juan!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué pasa? ―preguntó
el aludido mientras se asomaba a la puerta de entrada.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué hora era cuando
Aylén mató a Gabriel?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No sé, creo que las
siete más o menos. Estaba anocheciendo. ¿Por qué?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl recordó el beso de
Estrella. Lo usaron. Ahora lo sabía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Porque yo no iba a
regresar con ustedes. No era capaz de controlar mis pensamientos.
Pero ella me convenció. Iba a cometer un grave error porque los iba
a dejar sin armas ni nada. Iba a ser un error muy grave.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Ella? Raúl, no te
entiendo. ¿Qué querés decirme?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Quiero decirte que
todavía hay un infiltrado en el grupo; ahora lo recuerdo. Uno de los
policías le había hecho una señal a Estrella y ella me dio un
beso.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Raúl, si hay un
infiltrado, decime quién es.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Soy yo, Juan. Me usaron.
Yo soy el maldito infiltrado. Ella me corrompió la mente con un beso
después de descubrir que Gabriel estaba muerto. Todo sucedió al
mismo tiempo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Juan se echó atrás
aterrorizado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Es imposible, Raúl. Vos
no te dejarías...</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Ella me conoce, sabe
cuáles son mis puntos débiles. Y ahora sabe que Nicolás es la
fuente que tanto buscan porque yo lo sé.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Qué hacemos, Raúl?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Ustedes huyan, ¡ya!</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Y vos?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Raúl le sonrió. Acercó
su mano a su revólver plateado.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Yo sé qué debo hacer
conmigo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Armando salió de la casa
agitado, casi sin poder respirar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Nicolás no está en la
casa. Clara está en el suelo desmayada. Tampoco está Aylén.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¡Mierda! ―exclamó
Raúl―. Ella ya lo sabía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―¿Y ahora qué hacemos,
Raúl? ―preguntó Juan.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―No lo sé.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Oyeron sonidos provenientes
del campo, Juan iluminó con su linterna y vio varias siluetas
acercarse a ellos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Ya están aquí ―dijo
Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
7</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Estrella se bajó del auto
y miró a los lados. Estaba oscuro. La luna no se veía por las nubes
que habían en el cielo. Sonrió al recordar a Raúl y cómo lo había
engañado. La mente humana era tan flexible y maleable que le causaba
demasiada gracia.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Ya había recibido la señal
y debía darse prisa porque Raúl descubriría su plan, lo conocía y
sabía que él era capaz de hacerlo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Los humanos se expresan en
condiciones extremas. Extendió sus manos al cielo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Díganles que los
envíen.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Uno de los policías tocó
la pantalla que llevaba en sus manos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Varios haces de luz cayeron
del cielo al campo. Una figura aparecía dentro de cada haz. La noche
se hizo de día por un momento. Todo el campo aparecía iluminado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Envialos a donde está
el grupo de Raúl</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Sí, señora ―dijo el
policía. Tocó su pantalla.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Las personas que habían
bajado del cielo comenzaron a caminar en dirección a la casa del
abuelo de Raúl.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
―Estén atentos. No maten
a la fuente: Nicolás. Al resto aniquílenlos, no necesitamos más
problemas ―ordenó la Mujer de Negro mientras sonreía―. Que
comience la acción.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;">
<i>Continuará...</i></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-34011439817009284532012-04-22T00:20:00.000-03:002012-04-22T00:20:10.610-03:00El fin de los tiempos (Capítulo VII)<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">VII. AROMA A MUERTE</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan no podía creer lo que Raúl le había dicho unos segundos antes.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo que ya sabías que iban a venir esos invasores?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es una larga historia.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Contame.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No puedo, aún no estoy preparado. Es difícil hacerlo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Contame, ¡mierda! ―exclamó Juan mientras lo tomaba por los hombros y lo agitaba con violencia.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Soltame, Juan ―le ordenó Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nos estuviste ocultando cosas. Nosotros confiamos en vos pero vos no lo hacés con nosotros. ¿Por qué no nos contaste nada? ¿Por qué nos ocultás información?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Porque es difícil hacerlo cuando no sabemos dónde puede haber un infiltrado. No es fácil para mí desconfiar de quienes quiero proteger. Esto va más allá de lo que podemos comprender. Ni yo logro entender del todo lo que sucede aquí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Todo este tiempo que nos hablaste sobre tus teorías nos mentiste. Ellos saben que tenemos armas para defendernos, ¿verdad?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí. Ellos nos estudiaron por mucho tiempo antes de conquistarnos o invadirnos, como más te guste definirlo. Creo que desde mucho antes de lo que soy capaz de imaginar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Decime cómo mierda sabés todo esto, Raúl. ¿Y por qué nos juntaste a todos en este grupo?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl sonrió. Lo miró a los ojos y le dijo:</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Porque ustedes son las armas que necesito para vencerlos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan se alejó de él. No le creía. Raúl los había engañado a todos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sos una mierda, todo esto es una mentira.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nada es una mentira. Me cuesta ordenar mis pensamientos ya que fui afectado por ellos pero lo veo en todos ustedes: son especiales.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estás loco, ¿lo sabías?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es probable, de eso no estoy seguro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan le dio la espalda y se retiró dejando a Raúl solo cerca de la tumba de su abuelo. No dijo nada más. No quería oír ninguna otra palabra.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl lo observó alejarse a su amigo, veía cómo la distancia entre ellos convergía hacia el infinito cual desconfianza rompe las esperanzas de una amistad eterna. Necesitaba desahogarse pero no se esperaba esa reacción, ahora debía pensar con calma. El repentino descubrimiento del cuerpo de su abuelo muerto lo había afectado bastante y no podía dejarse llevar por sus emociones.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan no había sido capaz de comprenderlo un solo instante. La rabia se apoderó de él. Cerró sus puños con fuerza y comenzó a caminar hacia su camioneta intentando expulsar esos sentimientos que se apoderaban de su ser.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Miró por un momento hacia el bosque, lugar de misterios de su infancia. Extrañaba a su abuelo, lo necesitaba más que nunca. Y poco recordaba de él, a veces había un vacío en su mente que le era incapaz de llenar, ni siquiera con mentiras.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><a name='more'></a><br />
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén se posó al lado de Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿En qué estás pensando?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―En todo ―respondió él―. En este mundo de mierda, en vos, en el grupo. Nada va como debería.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Creo que tengo una idea de a quién busca Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿A quién?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Al niño. Lo observé mientras viajábamos. Necesito acercarme a él y asegurarme de ello. Quiero que me ayudes.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No puedo, vos querés matar a una persona.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Él ya no es una persona. Es un peón, un juguete de esas cosas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Decime qué viste en él que te hace pensar en esto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Vi cómo sus pensamientos eran cambiados por otros. Pude ver cómo manipulaban su mente a su antojo. Estaban en una especie de cuarto con herramientas y aparatos avanzados, no sé, era como una especie de laboratorio...</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Antes, ¿qué viste antes de eso?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Vi a su familia, a su hermano jugando en el campo. Pero esos recuerdos están rotos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Eso quiere decir que es una persona. Pensá Aylén, si le hicieron esto tal vez podamos volver atrás. Tal vez no viste lo suficiente en él.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y cómo te pensás que puedo saber más de él?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Solo hay una forma de hacerlo: tocándolo de nuevo, pero por largo tiempo. Así podrías escrutar más profundamente en su mente.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y cómo lo hago?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando pensó por un momento. Conocía la respuesta pero no la quería aceptar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo lo hago? ―volvió a preguntar Aylén.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Teniendo sexo con él.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl abrió la puerta de su camioneta con suma violencia, parecía muy enojado y perdido en sus pensamientos. Clara lo observaba atónita junto a Gabriel. El Jefe parecía enloquecido, tal vez la muerte de su abuelo le había afectado bastante. No miró a nadie.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se sentó en el asiento y cerró la puerta de un golpe. La encendió y salió a toda velocidad de allí. Pasó al lado de Armando y Aylén pero no les prestó atención.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué le pasa? ―preguntó la chica al Universitario.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo sé.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Clara lo miró a Gabriel sin saber qué decir. El Jefe los había dejado sin decir nada. Era algo que nunca había sucedido. Vio a Juan entrar a la casa, también parecía muy enojado, dejó a Nicolás solo por un momento a cargo de Gabriel y se asomó al interior para averiguar qué sucedía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Más allá, cerca de la tranquera, Aylén le hacia una seña a Armando. Se encaminaron hacia donde estaba el niño y el invasor. Ellos eran los ingredientes de una bomba mortal que debía ser desactivada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan estaba de pie al lado de la mesa con un vaso con agua. Parecía pensativo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué te pasa, Juan?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nada, está todo bien.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, no parece. Los vi a los dos allá, cerca de la tumba. Discutieron, ¿verdad?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Un poco, pero sobre nada importante. ―Juan estaba ocultando información, como lo había hecho Raúl, y se sintió como una mierda.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Clara se acercó a él y le tomó las manos. Luego, lo abrazó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Él se apartó y le acarició el rostro, luego acercó sus labios a los de ella. Clara cerró sus ojos, se dejó llevar por el momento. Necesitaba volver a sentir un poco de amor después de tantas aventuras inhumanas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se besaron y, al mismo tiempo, una llama se encendió en una hornalla de la cocina. Clara se dio vuelta y la miró.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Hay fantasmas en esta casa ―dijo ella asombrada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan observó la llama y, de repente, esta se apagó como si una brisa le diera una cálida caricia mortal.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tal vez sea una combustión instantánea.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Eso no existe ―dijo ella, que se alejaba de Juan―. Disculpame por besarte, no sé qué me pasó. No era mi intención.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Clara, yo te quiero mucho. A vos y a tu hijo. Y les voy a decir lo que sé. Les voy a contar lo que me dijo Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén se agachó mientras le sonreía al niño. Armando observaba la escena un poco nervioso, no sabía si confiaba en ella o no. No entendía ni siquiera sus sentimientos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella le acarició el pelo por unos segundos, eternos, y Nicolás sonrió. A Aylén se le pusieron los ojos en blanco, se sacudió y cayó de espaldas inerte.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mierda ―dijo Gabriel mientras se acercaba a ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Está bien, yo me fijo. Creo que se desmayó, nada más ―informó Armando, un poco preocupado pero intentando mantenerlo oculto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se agachó y le tomó el pulso. Efectivamente, se había desmayado y estaba bien, al menos eso decían sus latidos. ¿Qué habrá visto?, se preguntó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ayudame a llevarla adentro, Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Este la tomó por un lado y lo ayudó a entrarla. Armando no lograba convencerse: ese muchacho no parecía un invasor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Está muerta? ―preguntó Nicolás con cierta preocupación en su rostro de niño.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, Nico. Ella solo se durmió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El niño se quedó afuera, algo le llamaba la atención. Miró hacia el bosque y sonrió. Era muy intenso. Algo nuevo para él. Vio un breve destello de luz huir de los árboles.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan y Clara vieron entrar a los chicos con Aylén en brazos y le indicaron el camino hacia el dormitorio. Les preguntaron qué le había sucedido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Acomodaron a Aylén en la cama y se alejaron un poco.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué le pasó? ―preguntó Juan.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Se desmayó ―dijo Armando―. Creo que es por el cansancio, nada más. Abran las ventanas para que entre aire. Su respiración y pulsos son correctos. Esperemos un rato y la despertaremos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los demás escucharon las palabras del Universitario con atención, él era el que tenía estudios avanzados. Pero no sabían que estaba muerto de miedo y no recordaba nada sobre primeros auxilios. Había visto algo y lo sabía, y debía de ser muy intenso para que se desmayara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Nicolás miró hacia el campo. Era enorme. A unos quinientos metros se encontraba el bosque de color verde como la esperanza. El niño sonreía. Sus pies se elevaron en el aire unos centímetros y empezó a avanzar hacia el lugar de donde había visto la luz, ese lugar que lo llamaba con fuerza. Sonreía mientras movía sus juguetes por todos lados en el aire.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Luego de unos minutos, Clara salió a buscar a su hijo pero no lo encontró. Llamó a gritos a Juan y este le pidió a Armando que lo ayudara a buscarlo. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> A Armando no le gustó la idea de dejar a Aylén sola con Gabriel pero el niño tampoco podía estar perdido. Según ella, el niño era la prioridad. Acompañó a Juan en la búsqueda. Este le indicó que buscara por la parte de delante mientras él revisaba la parte trasera de la casa y el galpón junto a la madre del muchacho.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando se acercó a la tumba del abuelo de Raúl y luego miró hacia el bosque. Vio un resplandor que le llamó la atención provenir de entre los árboles. Miró hacia atrás y no vio a ninguno de sus compañeros. Por un momento se olvidó de Aylén y de Gabriel y comenzó a caminar hacia ese lugar verde.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Avanzó varios metros, el campo era hermoso, fresco. Volvió a ver ese destello de luz, efímero pero intenso. Tuvo la certeza de que el niño estaba allí. Se llevó sus manos a la cintura y sus piernas flaquearon al descubrir que no llevaba el arma.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Dio media vuelta para regresar pero ya estaba a la mitad del recorrido. Tenía que encontrar a Nicolás primero. Él lo necesitaba.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Volvió a ver la luz y sintió a su mente sucumbir ante el poder del olvido una vez más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén abrió sus ojos y lo miró a Gabriel. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Estás bien? ―le preguntó él.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Creo que sí ―le susurró ella, mientras intentaba acomodarse en la cama.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Te escucho muy débil, ¿podrías hablar más fuerte?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sexo con vos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel estaba sorprendido. Ella estaba delirando. ¿De verdad estaba bien o el Universitario se había equivocado en el diagnóstico y ahora alucinaba con una película porno? ¿Y si era él quien se había desmayado y soñaba con esa situación tan agradable y utópica?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella le tomó las manos y se las llevó a su pecho. Gabriel no opuso resistencia. Se levantó de la cama y cerró la puerta. Le puso las llaves. Luego, volvió a sentarse en la cama.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estoy bien ―le dijo ella―. Te deseo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel la besó en el cuello. Luego se sacó la remera. Aylén cerró sus ojos. Quería ver, quería creer que se equivocaba y que había una salida. Lo abrazó, se rozaron. El calor del cuerpo aumentaba mientras se rozaban entre sí. Ella lo abrazó con más fuerza. Sintió en su cintura el frío del metal besarle la piel y rozarle la última esperanza de vida.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Me encantás ―dijo Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mentira, te gusta Clara ―replicó ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No importa, el mundo ya no es como antes. No hay respeto ni vergüenza. Y necesito esto, mi vida está olvidada. Mis sueños muertos en siete días que no recuerdo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella veía cosas que no tenían solución. Él no podía volver atrás, sus padres y su hermano se borraban en su mente como si se tratase de una huella en la playa.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Comenzó a llorar mientras Gabriel le recorría el cuello con besos apasionados y una respiración muy agitada. Él era una víctima de esas cosas y no era la única. Habían más como él en el mundo. Una mujer con un vestido negro sonreía mientras Gabriel sufría la agonía de sus recuerdos, mientras sus sueños eran borrados para siempre lenta y dolorosamente, dejando lo necesario para que aún parezca un ser humano.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Llevó su mano hacia el arma, la acarició y notó que le quemaba. Rogaba que fuera la única vez que lo hiciera. Nunca más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén cerró los ojos y presionó el gatillo. Gabriel se sacudió, se echó hacia atrás y la miró, sorprendido, mientras se desangraba en el pecho, en el corazón.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Por qué? ―logró susurrar mientras escapaba sangre de su boca.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No puedo dejar que descubras el poder que hay aquí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El cuerpo de Gabriel se desplomó en el suelo. Aylén se dejó caer de espaldas en la cama y tiró el arma lo más lejos posible de ella. Se tapó el rostro con las manos y se largó a llorar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Necesitaba pensar, por dentro sentía ira porque Juan no lo había comprendido pero también era cierto que tenía razón. Él le había ocultado algo muy importante. Lo meditó durante todo el recorrido, conducir lo ayudaba a despejar la cabeza, y se decidió a contar el resto de su historia. Raúl se secó las lágrimas y continuó manejando. Una gran terapia para el estrés.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se detuvo cuando llegó a la ruta. En el cruce entre ambos caminos había un patrullero detenido con las luces encendidas. Cortaba el camino de tierra al estar mal estacionado. Cerró sus ojos y pensó una vez más que todo aquello debía ser una pesadilla.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl se bajó de la camioneta y se acercó al patrullero con suma cautela. El sol comenzaba a bajar lentamente en el horizonte y no lo dejaba ver bien quién estaba en el auto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Una mujer con un vestido negro bajó del lado de acompañante. El Jefe sonrió y se llevó la mano derecha hacia su .38 plateado, dispuesto a disparar si era necesario.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nos volvemos a ver, Raúl ―dijo ella mientras sonreía y caminaba hacia el humano.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Así parece. Una vez más. ―Él también le sonrió mientras alejaba su mano del arma en su cinturón al descubrir quién era ella―. Una vez más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i>Continuará...</i></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-62775064212042368502012-04-12T15:23:00.000-03:002012-04-12T15:23:29.600-03:00El fin de los tiempos (Capítulo VI)<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">VI. DECISIONES</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bien, está todo en orden. Ya estamos listos para salir ―dijo Raúl mientras se limpiaba la grasa de sus manos y se acercaba al 206 negro que Juan estaba encendiendo―. Podemos llamar al resto para ver cómo nos vamos a acomodar en los coches.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan asintió con un gesto de cabeza. Luego, volteó su mirada hacia donde esperaban Clara con su hijo. Gabriel estaba cerca de ellos y sintió un ramalazo de celos recorrerle sus venas. Debía tranquilizarse, ya había pasado esa época de su vida en la que esos sentimientos hicieran estragos en su ser; ahora era un hombre adulto, aunque anhelaba volver a ser joven una vez más (al menos a tener veintitrés años). </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se acercó aún más a Clara y la tomó de las manos. Juan no pudo resistir ante el poder de sus sentimientos. Apretó con fuerza el volante y miró hacia otro lado: vio cómo Raúl se iba donde se hallaba su camioneta. Sintió un gran calor bajo las palmas de sus manos y se las miró. Salía humo de entre sus palmas y el volante. Las sacó de allí de repente producto de los reflejos, asustado. No había fuego, el humo desaparecía ante sus ojos en forma de una débil columna de danzante con olor a plástico quemado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué mierda fue esto? ―se preguntó en un leve susurro. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Luego, encendió el coche y procuró calmarse. Gabriel no podría hacer nada ante ella, pero ¿y si podía? ¿Y si le quitaba a Clara a quien apenas conocía? No sabía la respuesta, o no quería saberla.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><a name='more'></a><br />
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel quería acercarse a Clara, la chica le encantaba cada vez más, aunque solo la conociera desde hacía menos de un día, y eso que apenas había hablado con ella. Eso era fruto del nuevo tiempo que fluía delante de sus vidas. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Miralo a tu hijo, le gusta mucho jugar afuera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí ―respondió ella―. Aún es demasiado chiquito para entender lo que pasa a su alrededor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Nicolás se dio media vuelta y miró a Gabriel. Este le sonrió y el niño le devolvió la sonrisa. Luego, prestó toda su atención en el juego, luego de que ese sentimiento que lo invadiera para obligarlo a voltear su cabeza hacia algo desconocido. No había sido miedo pero sí algo poderoso. Definitivamente, Nicolás no entendía muchas cosas, pero eso no implicaba que no sintiera ni intuyera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel le tomó las manos a Clara y le sonrió. Ella hizo lo mismo y luego se apartó un poco.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No malinterpretes nada, Gabriel. Este es otro mundo, lo entiendo, pero no quiero involucrarme en nada con nadie.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo sé, pero por eso no vas a dejar de ser una persona buena. Un completo encanto que merece ser amada aún en los peores momentos de la humanidad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo puedo creer, Aylén. Es imposible ―dijo Armando mientras se levantaba de la cama atolondrado por la noticia.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es lo que vi. Te demostré que mi poder o lo que fuera funciona y estoy segura que tampoco se equivoca. Él es un invasor, o mejor dicho, su mente está infectada por el poder de esas cosas. Corrompida, en otras palabras.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, me estás mintiendo. Los humanos no tienen poderes. Es imposible, esas cosas no se aceptan en el mundo universitario, en mi mundo; todo tiene una razón por la cual ocurren ciertas cosas, esto es irrazonable.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Acaso querés decirme que yo soy una de ellos o que estoy loca? Este mundo ya no se rigen por la leyes de la educación ni la iglesia ni ningún corrupto gobierno que se llenase de plata con la desgracia del pueblo al que representara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo sé, Aylén. No sé. Esto es muy confuso. Mi cabeza no deja de dar vueltas. Y encima seguís metiéndome más cosas en la cabeza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No me creés. ¿Vas a contarle a Raúl?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tengo que pensarlo muy bien. Me cayó como una bomba. Raúl le salvó la vida a él antes de que lo atacara una de esas cosas. Por eso me parece muy inverosímil tu relato. Dame una explicación para eso, por favor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es todo un montaje para engañarnos a nosotros y, aunque parezca raro, al mismísimo Gabriel. Las cosas necesitaban infiltrarse pero no querían hacerlo ellos mismos. Le cambiaron la mente a un humano. Por eso él está perdiendo los recuerdos, me lo dijo anoche. Él es un juguete de esas cosas y no lo sabe.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Deberíamos decírselo para que lo sepa entonces.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, eso activaría su mente y los invasores lo sabrían. Y no nos conviene que sea así.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y entonces que pensás hacer?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo único que podemos hacer: matarlo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando no supo qué decir y, cuando estaba por romper su silencio Gabriel entró en la habitación con brusquedad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Acá están, chicos. Ya estamos listos para salir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los dos lo miraron y no supieron qué decir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Oh, perdón ―se disculpó Gabriel sonriendo―. Les corté el polvo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No ―dijo Aylén mientras se sonrojaba―. Estábamos hablando, nada más. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Así es ―afirmó Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No se preocupen. No se lo diré a nadie. ―Dio media vuelta y salió de la pieza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Cuando supieron que Gabriel se había alejado lo suficiente de ambos Armando la miró a Aylén y le dijo:</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Dejame pensarlo, esto es demasiado para mí. A simple vista es uno más de nosotros.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sos la única persona en la que puedo confiar. A Raúl y los demás no los conozco bien. No pude tocarlos y no sé qué hay en sus mentes.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Salieron de la habitación. Avanzaron por el pasillo en silencio. Armando pensaba mientras Aylén le tomaba la mano. Un mundo donde nadie era lo que aparentaba y los engaños reinaban sobre las relaciones falsas humanas; nada había cambiado con respecto a aquel mundo que ya no existía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Te necesito, Armando. Creeme.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl los reunió a todos afuera. El sol les calentaba el cuerpo. Era un hermoso lunes por la mañana. La ciudad permanecía deshabitada; nada había cambiado durante la noche.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bien, vamos a disponernos para salir. Veamos: conmigo pueden viajar dos personas y los otros cuatro en el coche negro de allá. ―Señaló el 206 de cuatro puertas―. Conmigo pueden venir Armando y Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los dos muchachos asintieron, aunque al Universitario no le gustó la idea de alejarse de Aylén, no podía contradecir al Jefe.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―De este modo podemos enviar a las chicas y al niño en el auto, así viajan más cómodos y, de paso, recuperamos un poco la caballerosidad que perdimos hace décadas..</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Todos estuvieron de acuerdo, luego de sonreír.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Juan va a manejar el 206. Bien, despídanse de la ciudad; si algún día volvemos espero que todo esté normal: con los quilombos que la caracterizan.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los dos vehículos abandonaron la ciudad a media mañana. Avanzaban a baja velocidad mientras esquivaban otros coches en medio de la calle. El silencio era absoluto, hermoso, aterrador.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Desde un edificio de veinte pisos, moderno, en lo más alto de este, se encontraba la Mujer de Negro observando la escena con total atención. Sonreía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Al fin se mueven. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Uno de los policías se acercó a ella y le preguntó si era conveniente comenzar a seguirlos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, esperemos un poco. Ahora sabremos adónde irán. No hay apuros.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El policía asintió y se alejó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La Mujer de Negro miró al cielo y sonrió. El día era hermoso. Y disfrutaba llevando a cabo su trabajo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén estaba sentada en el asiento de acompañante. Juan seguía a la camioneta de Raúl a una distancia prudencial. En el asiento trasero jugaba Nicolás con su camión y Clara lo retaba a veces cuando su hijo se excedía en el juego y golpeaba el auto. La brisa del día les refrescaba el rostro y, por primera Aylén, no sintió miedo. Se miró sus manos, luego observó a Juan y sus manos al volante. Quiso tocarlo para saber más de él pero se resistió. Ya habría tiempo de saber quiénes son el resto del grupo. Todo el mundo guardaba secretos y, antes de todo eso, se respetaba. Ahora, en este mundo, los secretos podrían ser la causa de muertes de inocentes.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan encendió el reproductor de música y puso un disco de Mägo de Oz que había en la guantera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Justo la banda que me gusta. ¡Qué casualidad!</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Nicolás escuchó con atención el reproductor. No le gustaba lo que había puesto Juan. Concentró su mirada y deseó que se apagara la música. El cd salió expulsado a toda velocidad del aparato y quedó clavado en el asiento trasero.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mierda, ¿qué fue eso? ―se preguntó Juan mientras detenía el coche en medio de la calle.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén miró atrás y observó el CD y al niño quitándolo del asiento.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Creo que falla el reproductor ―atinó a decir Clara mientras acercaba a su hijo a su lado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, tal vez es muy bueno o falló el aparato ―dijo Aylén mientras observaba con atención al muchacho sentado atrás. Sus ojos parecían brillar un poco pero no podría asegurarlo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Es a quién buscan, pensó la adolescente. No lo puedo creer.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bien, arrancá ―ordenó Clara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan la miró y luego le hizo caso. Sí, un error del aparato.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Se detuvieron, ¿les habrá pasado algo? ―preguntó Gabriel mientras miraba atrás.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No creo, por las dudas me detengo ―dijo Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ya arrancaron ―terció Armando. Luego lo miró a Gabriel y desvió su mirada hacia el arsenal que llevaban en la caja de la camioneta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Matarlo, pensó. Yo no puedo matar a nadie. Me cuesta creerte, Aylén. No sé qué mierda debo hacer.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">5</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl miraba al cielo de vez en cuando. ¿lo estarían siguiendo? No lo sabía pero suponía que sí. Una vez llegados al campo debería pensar cómo iba a proseguir con el grupo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se preguntó si su abuelo habría sido llevado con los demás. Tuvo la certeza de que así debería haber sido. Aún faltaban un par de horas para llegar. Miró su reloj y calculó que estarían llegando entre las doce y media y la una de la tarde.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El viaje transcurrió con demasiada calma el resto del trayecto. Como se suponía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El campo les regalaba unos paisajes hermosos que rara vez alguien apreciaba cuando conducía por esas rutas. El viento hacía danzar las copas de los árboles y el verde se extendía hacia el infinito. Esos momentos eran los adecuados para pensar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Eso estaba haciendo Armando, quien se había decidido por hablar con Raúl, aunque Aylén se enojase. Él debía saber lo que estaba pasando en su grupo, así sabría qué decisión podrían tomar. Cuando llegaran a la casa de los abuelos de Raúl le contaría todo lo que la chica le había dicho lejos de Gabriel y cualquier otra persona del grupo. Este era su secreto, esa era su decisión.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">6</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Luego de un par de horas de viaje, finalmente habían llegado. Recorrieron por diez minutos una calle de tierra hasta cambiarle el color al 206. Hacía tiempo que no llovía por esos lugares pero poco importaba. A nadie le molestaría ver un coche repleto de polvo nuevo. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Atravesaron una tranquera abierta y se detuvieron frente a una modesta casa, de madera pero de una arquitectura bastante moderna. La puerta de entrada estaba abierta, había que subir unos tres escalones para entrar en la misma.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl apagó la camioneta y se bajó con su rifle en manos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Esperen afuera, voy a revisar adentro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan se bajó del coche y se acercó a él.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Esperá, te acompaño ―le dijo mientras sacaba un arma de la camioneta. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel observó la acción de Juan Bassa con atención. Necesitaba un arma, otra de sus decisiones. Se acercó sin que nadie le prestara atención y metió la mano dentro de un bolso. Agarró una pistola negra nueve milímetros. La escondió debajo de su remera, aferrada al cinto. Todos estaban atentos a los movimientos de los jefes, nadie lo había visto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl miró a Juan y asintió, estaban frente a la puerta de entrada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué espera encontrar Raúl ahí dentro? ―le preguntó Gabriel a Armando. Este pegó un sobresalto, se había olvidado de por qué hacía lo que hacía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es una especie de prevención. Nunca sabemos con qué nos podemos encontrar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl entró primero seguido por Juan.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Había un fuerte olor a podrido que invadía toda la casa. El Jefe avanzó por la sala de estar hasta cruzar la puerta que lo llevaba a la cocina. Había una taza sobre una pequeña mesa redonda con un saquito de té dentro. Debajo de la misma se asomaban un par de piernas inertes, de un color casi violeta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Quién es? ―preguntó Juan, sabiendo cuál sería la respuesta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es mi abuelo ―contestó Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> De los ojos del cuerpo sobresalían unos cuantos gusanos y volaban moscas a su alrededor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl tiró su rifle al suelo y se tapó la boca con ambas manos. Se acercó a la pileta de la cocina y vomitó dentro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Él habría preferido mil veces morir en su casa a ser abducido por esas cosas de mierda―dijo una vez se hubo recuperado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―La puerta estaba abierta, es probable que haya muerto antes de que llegaran las cosas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, seguro. Siempre venía el vecino que vive a un kilómetro de acá a revisar que todo estuviera bien. Mi abuelo tuvo la suerte de esquivar a estas cosas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y si los extraterrestres no llegaron hasta acá?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Llegaron, sino el vecino habría venido en estos días y hecho algo con el cuerpo. El mundo entero ha sido abducido, Juan, y no te creas que existe un lugar que no haya sido tocado por esas horribles cosas. Es casi seguro que no lo llevaron porque no hallaron signos vitales.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan lo escuchó sin decir nada, a veces le parecía que Raúl sabía más de lo normal. Pero desterró ese pensamiento casi al instante.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué hacemos con tu abuelo?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo único que podemos hacer: enterrarlo como cristiano que fue.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan asintió. Miró un momento más el cuerpo y a los gusanos comerse sus ojos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ahora que lo pienso, en la ciudad no he visto a un solo bicho, ni una mosca ni un mosquito ni una cucaracha. Y acá hay un montón de insectos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, eso es raro. Vamos, los demás deben estar preocupados.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan vio, además, una cadenita que tenía alrededor del cuello con una pequeña llave plateada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué es esa llave que tiene puesta tu abuelo? Es un poco rara, ¿no te parece?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, es rara. Pero no tengo ni idea de qué sea o lo que abra. Siempre la llevaba puesta pero nunca supe para qué mierda sirve. Mi abuelo siempre fue muy reservado a la hora de contarme sus historias. Poco sabía de él aunque mucho fue lo que aprendí a lo largo de mi vida.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se acercó al cuerpo de su abuelo, evitó respirar, y le sacó la cadenita con la llave. Se la puso en su cuello. El metal estaba frío, y sintió un fuerte escalofrío recorrerle el cuerpo al tener bien en claro una certeza: los muertos no generan calor ni sienten nada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">7</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Eran las tres de la tarde. Todo el grupo rodeaba la tumba del hombre muerto en la casa. Estaban bajo una planta que les regalaba una fresca sombra. La cruz improvisada representaba la poca humanidad que allí había. Y el olor a muerte que reinaba dentro de la casa se expandía por todo el campo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén miraba con fija atención a Nicolás. Ese muchacho era poderoso, estaba casi segura. Pero, para tener la certeza absoluta necesitaba tocarlo. No podían haber dudas para tomar las decisiones correctas. Ya había visto una prueba con el CD en el coche durante el viaje, había sido el niño, casi segura, debido a la trayectoria del disco.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando alternaba su visión entre Aylén y Gabriel. Luego, miró a Raúl y vio la fragilidad que asomaba de sus ojos. Ahora no podría contarle al Jefe nada. Debía esperar y eso no era bueno.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gracias, muchachos, por ayudarme.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por nada, Raúl ―dijo Juan―. Al menos no está aquí para ver en lo que se ha convertido el mundo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí. Es cierto. ―Se miró la llave plateada y luego la metió debajo de su remera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El círculo se rompió y cada uno tomó diferentes caminos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel acompañaba a Clara y a Nicolás. La abrazaba a ella y sonreía. Se le estaba dando de a poco, debía ser paciente, nada más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando caminó hacia la tranquera para mirar más allá del horizonte. Había demasiado campo para divisar y eso podría ayudarlo a pensar con claridad. Aylén lo seguía a unos metros de distancia, en pleno silencio.<br />
Armando sentía la dureza del arma que le había robado de la camioneta a Raúl. Sentía el peso de su conciencia arrastrándose por su cabeza confusa. ¿Para qué la quería si no sabía si la iba a usar en algún momento?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan se quedó al lado de Raúl. Este continuaba observando la tumba con lágrimas en los ojos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mi abuelo fue un grande. Desde que mis padres habían muerto en ese accidente de mierda cuando tenía nueve años, él se hizo cargo de mí y me enseñó a ser lo que hoy soy. Todo se lo debo a él. Es lo que te dije. Pero hay cosas que nunca llegó a contarme. ―Miró más allá del campo, donde se elevaba un conjunto de árboles que constituían un pequeño bosque en la llanura.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Luego levantó su mirada al cielo. Era hora de dejar de ocultar sus secretos, era hora de hablar, como su abuelo le había enseñado hacía muchos años: "podemos guardar secretos por un tiempo pero al final deberemos entender que si queremos confianza del otro deberemos revelar lo que llevamos oculto dentro". Sin embargo, su abuelo guardaba secretos que nunca le había confesado a Raúl, este había pensado más de una vez en la hipocresía de su único familiar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Él me enseñó a creer y a no perder las esperanzas sin importar en la situación en la que nos encontremos. Aún en la oscuridad siempre hay un rayo de luz que nos ayuda a seguir adelante. Este grupo, ustedes, son mi rayo de luz en este mundo. Solo con ustedes a mi lado podré seguir adelante.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan le palmeó la espalda y se dispuso a alejarse de allí sin decir nada cuando Raúl le habló.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Les he mentido, Juan. Yo sabía que esto iba a pasar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan se dio media vuelta y acercó al Jefe.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tu abuelo era mayor, iba a ocurrir en cualquier momento.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, Juan, no me refiero a mi abuelo. Me refiero a la invasión. Yo sabía que estas cosas iban a venir a la Tierra para llevarnos y no fui capaz de actuar antes. Perdón por no contárselos antes pero temía que no confiaran en mí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Una brisa se levantó llevándose hojas a ningún lado. Las ramas de la planta se agitaron y murmuraron al viento que la naturaleza aún estaba allí, invencible y eterna.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo supe hace mucho tiempo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Volvió a mirar al bosque. Sus recuerdos de la infancia eran borrosos pero hubieron muchos repletos de felicidad, secretos, poder y decisiones que debían ser tomadas con suma cautela o todo se podría ir a la mierda.<br />
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<div style="text-align: right;"><i>Continuará...</i></div></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-71402613909916576422012-04-06T15:33:00.001-03:002012-04-06T15:34:04.454-03:00El fin de los tiempos (Capítulo V)<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">V. AMOR</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén despertó y notó que ya casi no había nadie en la habitación número 19. Por la ventana entraba la luz de un nuevo día, lunes doce de marzo. Se levantó de su improvisada cama, hecha con un colchón muy cómodo y unas sábanas blancas, y miró a los lados. Armando seguía durmiendo. El resto del grupo ya no estaba allí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se estiró y se preparó para salir del cuarto cuando el Universitario le habló.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ayer sentí algo cuando me tocaste ―dijo semidormido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén se dirigió a él. Se sentó a su lado mientras el muchacho se levantaba de su cama. Él había notado su energía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No me di cuenta enseguida pero después lo pensé cuando me hubo atrapado la tranquilidad antes de dormirme. Es raro, fue como una corriente que fluyó por mis venas hasta llegar a mi cabeza. No sé, cuando te vi tuve una sensación en la panza pero eso fue diferente. Cuando me tocaste fue algo intenso y poderoso.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Puede ser que sí como que no.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando se acercó aún más a ella y la tomó de las manos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ahora no siento nada. Salvo amor; me gustás, es como si el destino te hubiera puesto aquí para encontrarme.<br />
Él no podía creer que lo estuviera diciendo cuando antes del cambio nunca había sido capaz de siquiera encarar a una mina sin sufrir consecuencias en su cuerpo (entre ellas la diárrea).</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Armando, todavía estás dormido. No digas pavadas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No son pavadas. Me encantás y no puedo evitarlo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo te puedo enamorar si todavía ni me conocés?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―A eso voy, ayer cuando me tocaste sentí que te conocía desde hace mucho, ya de entrada me habías atrapado pero después de eso es como si mi mundo hubiese cambiado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén lo miró y le sonrió. Armando era bastante bueno y podía confiar en él, pero tenía miedo. Necesitaba pensar bien qué iba a hacer. Solo lo conocía al Universitario y sabía el secreto de Gabriel, ese que ni siquiera su dueño conocía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Vamos con los demás ―propuso Aylén al ver que Armando no dejaba de mirarla. No quería lastimarlo. Todas son iguales.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Dale.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Salieron de la habitación diecinueve y fueron a la sala donde estaba el resto del grupo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl los saludó y los invitó a desayunar con ellos. Les dijo que los habían dejado dormir un poco más ya que hoy tendrían un largo viaje hacia el campo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Iremos a la casa de mis abuelos, en el campo. Allí podremos descansar un poco mejor. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Vos confiás en que allí no hay de estas cosas? ―preguntó Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Pueden haberlas. Así como podrían observar nuestros movimientos desde arriba. Eso no lo sabemos. <br />
Y hay cosas que Raúl no podía contar, ellos confiaban en él y así debía seguir siendo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando se sentó junto a Juan, y Aylén a su lado. La miró y le dedicó una sonrisa. Ese mundo al menos le había dado algo para hacer: un amor del cual enamorarse.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo estás, Universitario? Anoche parece que tuviste una pesadilla ―comentó Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es posible, no me acuerdo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Te moviste como nunca, parecías tener hormigas en el culo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Todos emitieron una débil carcajada. Lo necesitaban, reír de vez en cuando siempre hace bien.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén miraba de vez en cuando a Gabriel de reojo, no podía creer lo que había visto la noche anterior.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Terminaron de desayunar tranquilos, con sus últimos minutos en la ciudad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3 </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Clara miraba fijamente a su hijo. Luego de ver lo de anoche se sentía un poco asustada aunque estaba dispuesta a todo con tal de proteger a Nicolás.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan se acercó a ella y se sentó al lado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estás pensativa, Clara ―observó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estoy cansada de este lugar. Espero que en el campo mi hijo pueda salir a la calle a correr un rato y a jugar toda la tarde. Este hotel parece una cárcel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Este hotel es lo mejor que encontramos. Llevábamos varios días yendo de aquí para allá en la camioneta de Raúl. Luego de que él matara a una de esas cosas pensamos que lo mejor sería movernos lo menos posible.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Si es lo mejor para mi hijo, excelente. Pero tiene tres años y quiere salir a jugar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan no sabía cómo decirle que el mundo ya no era como antes y que se tendrían que adaptar sí o sí al cambio. La abrazó y se sintió bien al hacerlo. Eso era necesario para todos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Vieron a Nicolás jugar con su camioncito de juguete y sintieron envidia de que él no supiese que el mundo había cambiado, tal vez para siempre.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Eran las ocho de la mañana y estaban en la sala principal, preparados para partir pronto hacia el campo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl golpeó las ruedas de su camioneta y las revisó con mayor profundidad. Cargó el tanque con combustible de otros coches abandonados y le pidió a Armando y a Gabriel que lo ayudaran a cargar la caja con comida y con las armas que habían sacado de la comisaría.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Esto de trabajar me puede hacer muy mal ―comentó Gabriel, y se rió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tenés que acostumbrarte, a todos nos toca alguna vez en la vida ―dijo Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por eso yo elegí estudiar, trabajar me hace mal ―terció Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los tres estallaron en carcajadas.<br />
<br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén miraba a los tres hombres trabajar desde dentro. Todos eran muy diferentes entre sí. Todos tenían algo de especial que emanaban de la piel y que rara vez era visible a sus ojos. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl era un líder nato, un cazador que tenía la certeza de lo que fuera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando era inteligente, según lo que había visto de él, llevaba una vida complicada y necesitaba un cambio radical. Este suceso representaba una oportunidad, y además estaba loco por ella. Sonrió, él también le caía un poco bien después de todo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Pero Gabriel, él era diferente y no lo sabía. No aguantaba más, su cabeza iba a estallar si no le contaba a nadie lo que había visto del muchacho. Y Armando era el adecuado, se lo iba a contar a él. Esperaba que le creyera aunque fuera solo un poco. Se miró sus manos, por un instante deseó no saber secretos de los demás. Era injusto. Pero ese mundo la había cambiado bastante.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan se puso a charlar un rato con Raúl mientras este último revisaba el motor del coche. Miraba a Clara y a Nicolás al otro lado de la calle.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Vos creés que Nicolás podrá jugar en el campo de tus abuelos? ―le preguntó a su jefe.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Claro ―afirmó Raúl―. No creo que haya muchos problemas por allí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Excelente, los veo a los dos y me gusta cuando están felices.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿A quiénes?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―A Nicolás y a Clara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estás enamorado de ella, ¿cierto? ―preguntó Raúl mientras acababa con el motor y levantaba su mirada para observar fijamente a su amigo―. Se nota a leguas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Son cosas que pasan. Es una mujer con un hijo en un mundo diferente que necesitan protección. Y verla en su mejor papel de madre me enamora. Me encanta pero dudo que ella sienta lo mismo por mí. Me siento un pendejo adolescente <i>flasheando </i><span style="font-style: normal;">por su primer amor, y ya soy grande.</span></div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Todos tenemos un pibe dentro, algunos lo comemos en estofado y otros lo llevamos desde nacimiento.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Jaja, pero ella es diez años menor que yo. A sus veinticinco años dudo que le guste un hombre como yo.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Vos tenés la experiencia, amigo. El padre del pibe era un boludo que se las había mandado en grande y se había tomado el palo. Clara verá en vos lo que una mujer necesita.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Raúl le palmeó el hombro y le señaló a Juan que preparase el Peugeot 206 negro que había conseguido Gabriel, así viajarían todos más cómodos, dispersos.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Dale, jefe.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;">5</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Armando estaba sirviéndose un vaso con agua cuando Aylén lo llamó. Dijo que tenía algo para contarle pero temía que no le creyera.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Claro, decime.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Acá no, vamos a una de esas habitaciones, alejados.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Armando recordó que Raúl le había dicho que nunca se separaran del grupo y dudó por un instante. Ella era nueva y aún estaba el impacto de la historia de Gabriel y los infiltrados en suelo terrestre. Pero también estaba enamorado, así que accedió finalmente. Con cautela.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Ok, vamos.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Entraron en una habitación al final del pasillo y cerraron la puerta.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―No sé cómo comenzar ―dijo ella mientras se sentaba en la cama.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Armando le miró el culo el mayor tiempo del que disponía. Era verdaderamente hermosa por todos lados. Y esa habitación, sin luz y con una cama de la puta madre lo incitaba a pensar cosas perversas junto a Aylén.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Sentate a mi lado ―le pidió ella.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Él le hizo caso.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Dame tu mano. Voy a contarte una historia: tu vida.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué?</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Solo así podrás creerme.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Aylén empezó a relatarle hechos de importancia en la vida de Armando mientras este parecía cada vez más asustado; no podía creer lo que ella decía, sabía muchos hechos de su vida. Le contó sobre Agustina y su mala suerte a la hora de ponerla en el baño del secundario.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Es que ella fue la boluda. No sé a quién se le hubiera ocurrido meter la pata en el inodoro.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> Ella continuó luego de una efímera sonrisa.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―No puedo creer esto. ¿Cómo lo sabés?</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―No sé cómo pero sé que está aquí, en mí. Y funciona cuando toco a las personas. Y por ahora solo los toqué a vos y a Gabriel.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Gabriel.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Es de él de quien quiero hablarte. Y te pedí que me dieras tu mano porque sino no me creerías.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué cosa no te creería?</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"> ―Que Gabriel es uno de ellos; es un invasor.</div><div align="LEFT" style="font-style: normal; margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i>Continuará...</i></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-772789358050229442012-03-27T15:38:00.000-03:002012-03-27T15:38:57.190-03:00El fin de los tiempos (Capítulo IV)<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">IV. RECUERDOS OLVIDADOS<br />
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</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Creo que te está haciendo mal tu idea de salvar al mundo, Raúl ―dijo Juan a este.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los dos hombres estaban reunidos en una habitación, a solas, para hablar de algunas cuestiones personales.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No podía arriesgarme a dejarla en la calle, los invasores están al acecho.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Después de lo que le sucedió a Gabriel cuando lo encontraste no podemos confiar en nadie.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bueno, aun así ella está aquí vigilada. Vamos a cuestionarla y a buscarle algún punto débil, si es que existe tal cosa. Los necesito salvar, así debe ser, Juan, y no voy a dejar morir a nadie aquí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Juan negó con la cabeza. No le gustaba la idea de que Raúl trajeran al primero que se encontrara en la calle. El mundo ya no era como antes, y debía proteger al niño y su madre, la mujer de la que estaba enamorándose. Por ella, los llevaría a algún lugar seguro, aunque fuese lo último que hiciera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Raúl, lo único que te pido es que nunca bajes la guardia. Todos los que estamos aquí confiamos en vos. No te dejes cegar por el liderazgo y por la necesidad de salvar al mundo, a veces deberemos sacrificarnos para continuar. A veces no debemos mirar al costado y no detenernos a ayudar; este nuevo mundo nos lo exige.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl asintió con un gesto de cabeza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando estaba al lado de Aylén, la chica miraba a su alrededor, parecía asustada pero atenta a todos los detalles. Tenía diecisiete años y estaba sin su familia. El universitario comenzó a sentir una sensación en el estómago que le gustó muy poco. Se llama amor a esa sensación y es peligrosa, demasiado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Estás bien, Aylén? ―le preguntó luego de un prolongado silencio gobernados por miradas vacías y esquivas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel estaba recostado en un sillón, en el punto más alejado de la sala de recepción, cerca de Clara y su hijo. No podía apartarle la mirada al niño, este estaba jugando con un camión de juguete.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí ―respondió Aylén―. Es que no puedo creer que todo el mundo haya desaparecido así como si nada. Y luego de una semana sola me los encuentro a ustedes, con armas y con historias de todas esas cosas peligrosas merodeando por las calles.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Necesitamos protegernos de los invasores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―De los que me hablaron durante el viaje. ¿Cómo es posible que no haya visto a ninguno de esos donde vivo?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo sé ―confesó el universitario.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella le tomó la mano derecha con las suyas y se la presionó. Por un instante pareció desaparecer de su cuerpo, ausente, luego volvió a hablarle a Armando. Ahora entendía un poco más, nada es casual, nunca lo había sido. Juegos del destino.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tengo miedo ―le dijo, y le soltó la mano.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando la abrazó, sabía que eso no estaba bien pero qué le iba a hacer; el mundo ya no era como antes.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel tenía hambre. Mucho hambre. Miraba fijamente al niño jugando con un camioncito en el suelo de la recepción. En algún lugar de ese hotel estaban hablando Raúl con Juan, seguramente decidiendo qué hacer con la muchacha que encontraron en la calle. Le dirigió una mirada a ella, no parecía ser parte de esos extraterrestres pero tampoco se quería confiar de ello, Natalia había sido un remedio para curarlo del espanto. Intentó recordar nuevamente algo de su pasado pero los recuerdos eran cada vez más confusos. Comenzó a preocuparse.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Clara lo observaba a su hijo jugar, parecía estar a punto de llorar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No quiero este mundo para mi hijo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel volvió en sí luego de viajar entre recuerdos olvidados. Malditos extraterrestres, ya nada era igual.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo sé, creo que nadie lo quiere.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel vio cómo los otros dos muchachos se abrazaban y sintió deseos de abrazar a Clara también, pero no podía hacerlo. Se odió por ello. Volvió a intentar recordar cómo había sido su vida antes de este acontecimiento pero le costaba volver al pasado. Ya ni a su familia veía en su mente. Creía que sería bueno visitar la casa de sus padres antes de seguir el viaje hacia el campo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se puso de pie y se acercó a la puerta de entrada olvidando a Clara y su hijo por un momento.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué hacés? ―le preguntó Clara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Pienso, solo eso.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl se asomó por una puerta cerca del ascensor y les informó que era hora de cenar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Todos descansaban. Raúl no. Miraba con atención a su grupo de «sobrevivientes», o mejor dicho, «no capturados». Los quería proteger a todos. Esa chica no parecía ser una invasora, luego de una hora de preguntas no había mostrado un solo indicio de debilidad ni de falta de inteligencia; ella estaba limpia. Y Juan estaba de acuerdo, no habían dudas. La chica se podía quedar en el grupo. Pero había algo raro en ella, como en la mayoría del grupo. Eran especiales, y sus vidas dependían de él. Ya no habían dudas de lo que Estrella, su mujer, le había dicho una vez: «el mundo está repleto de poderes, y esos poderes viven en el alma de unos pocos; algún día eso cambiará el mundo». Maldita desgraciada, ella siempre le había mentido en todo lo demás, su vida no había sido nada más que una farsa.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Fuera hacía frío. Se acercó a la ventana y miró la luna. Era hermosa, llena, pero por allí también esperaban estos malditos para largarse con toda la vida en el planeta. El cielo estaba plagado de naves invasoras; a veces, durante el día, se las podía ver como un pequeño destello en el cielo, como estrellas iluminando en el día.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Todos dormían en una habitación, algunos en el suelo y otros en camas muy cómodas. Raúl lo prefería así: a todos juntos.<br />
El sueño comenzó a hacer estragos en su mente. No pudo resistir más y se durmió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se despertó a la madrugada y salió de la habitación con sumo sigilo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> No quería que nadie supiera que estaba despierto y que pensaba salir del hotel. Pasó por al lado de la cama en la que dormía Clara junto a Nico y casi se largó a llorar. Ese niño, parecía tener algo especial pero no podía estar seguro de ello. Todos los que estaban allí parecían tener algo especial dentro, salvo él. Era diferente, su situación había sido diferente, él no recordaba. Y necesitaba hacerlo. Esta noche.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Cruzó la puerta de entrada y salió a la fría noche de marzo. Ya era lunes doce. Un nuevo día en el planeta Tierra. Caminó unas cuadras hasta que vio un coche que le gustó: un Peugeot 206 negro. Se acercó para ver si tenía las llaves puestas y se alegró de que así fuera. Abrió la puerta del lado conductor y se subió. Alguien lo llamó por detrás y se asustó bastante.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Era Aylén, lo había seguido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué hacés acá?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Vos qué hacés? ―preguntó ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nada, salgo a dar un paseo. Le va a hacer bien a mi cabeza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Te puedo acompañar?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel lo meditó unos instantes y luego asintió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Vamos. Voy a visitar la casa de mis padres.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel le contó por qué necesitaba salir de allí, era de suma urgencia recordar su pasado. Le contó a ella que de verdad creía que había estado en una nave y que le habían hecho algo allí en su cabeza. Otra explicación no había. Aylén escuchaba atentamente, como le hace un profesor cuando lo pregunta a su alumno y analiza su respuesta para calificarlo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Todo es posible ―comentó ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El 206 avanzaba a paso lento por la avenida, esquivando coches, con las luces apagadas para no llamar la atención. La luna llena les proporcionaba toda la luz que necesitaban.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Luego de media hora de viaje, finalmente llegaron a su destino. Gabriel apagó el motor y se bajó del auto rápidamente. La casa de sus padres seguía igual que siempre, como si nada hubiese sucedido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Dentro, no había nada que lo ayudase a recordar, salvo fotos encuadradas de sus padres, momentos grabados para siempre que nadie más vería. Aylén lo seguía paso a paso, con su linterna iluminaba todo lo que podía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel dejó escapar una lágrima. ¿Qué mierda me hicieron?, se preguntó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Entró en la habitación de su hermano y vio los afiches de Boca Juniors colgados en la pared, la del Gran Martín Palermo sobre la cabecera de la cama a punto de hacer uno de sus gloriosos y eternos goles. Se sentó en el borde de la cama y comenzó a pensar. El día que despertó recordaba más de lo que ahora era capaz de lograr, su cabeza estaba cambiando. Se levantó repentinamente y fue a la habitación de sus padres.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Nada extraño, todo como siempre.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué buscás? ―le preguntó Aylén.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Un recuerdo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y encontraste algo?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nada, aquí no hay nada que me pueda ayudar a recuperar mi memoria.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella se acercó a él pero se detuvo a medio camino, era mejor esperar. Gabriel miraba al suelo, estaba llorando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Está bien ―atinó a decir ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, volvamos. Raúl sabrá qué podemos hacer para recuperar a mi familia. Hoy más que nunca pienso luchar por ellos; yo los abandoné hace tiempo y hoy lamento no haber disfrutado junto a ellos, lo que apenas puedo recordar. Era demasiado rebelde y pelotudo para estar en casa.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ambos se rieron y regresaron al coche.<br />
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</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Durante el regreso hablaron de lo que había sido la vida antes de este cambio tan importante en el mundo. Aylén no tenía mucho para contarle salvo chicos que la acosaban constantemente debido al infierno que le generaba tener ese cuerpo nada celestial, y de la escuela. Gabriel de vez en cuando se reía, esa chica era una hermosura y le encantaba la charla, lo opuesto de Armando; sin embargo, el universitario la amaba, se notaba a leguas, y tendría que luchar mucho para conquistarla. Al menos eso creía él con su experiencia grabada en la piel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Esquivó a varios coches hasta que se detuvo frente al hotel. Las luces estaban apagadas, como siempre. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Cuando bajaron del coche alguien abrió la puerta del edificio y los iluminó con una linterna.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Dónde carajo han estado? ―preguntó Raúl, mientras alternaba el haz de su linterna entre ambos. Luego, la apagó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Salimos a pasear un poco.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gabriel, no podemos darnos el lujo de irnos sin más. Pueden atraparlos y llevárselos. Necesito que nos mantengamos juntos y no nos separemos sin que los demás lo sepan.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel asintió. Raúl ingresó al hotel. Parecía cansado y sin ganas de discutir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es muy estricto. Todavía debe pensar que soy una de esas cosas, como la chica que conociste ―comentó Aylén.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No, no lo sos. Lo sé, no siento lo mismo que sentía cuando estuve al lado de Natalia.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gracias por confiar en mí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén lo abrazó, luego se apartó repentinamente de él. Gabriel vio miedo en su rostro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Estás bien, Aylén?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―S-sí, solo que mejor voy adentro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ingresó rápidamente al hotel. Gabriel se quedó mirando perplejo, ¿quién entendía a las mujeres? Luego entró al no obtener respuesta en su cabeza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Aylén caminó por el pasillo e ingresó la habitación. Raúl observaba mientras ella atravesaba la puerta desde el pasillo; ambos se habían escapado como si nada, sin que él se diera cuenta, no podía dejar de vigilar durante la noche.<br />
Se sentía cansado pero durante la mañana viajarían hacia la casa donde había vivido prácticamente toda su infancia y podría descansar un poco, si dormir tres horas al día se puede llamar descansar, sabiendo que no encontraría a sus abuelos allí. Sabía que seguían sus pasos pero no entendía del todo por qué no los habían atrapados. Porque nos necesitan, se dijo, pero cuidado, pueden jodernos de algún modo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No desaparezcas más ―le advirtió a Aylén antes de que ella cruzara la puerta de la habitación 19. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo haré ―dijo ella. Una vez dentro susurró―: Me necesitan.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Clara se despertó al oír a su hijo hablarle casi al borde del llanto. Le golpeaba en la cara mientras la miraba. Quería su camioncito de juguete.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Tomó la linterna y buscó por toda la habitación el preciado juguete. Juan y Armando dormían como troncos. Descubrió que ni Raúl ni Gabriel ni Aylén estaban en la habitación pero no se preocupó por ello. El maldito juguete, eso importaba ahora. Lo vio en un rincón, en el extremo opuesto del cuarto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ya te lo alcanzo ―le dijo a su hijo. Se destapó y desperezó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Cuando se hubo sentado en el borde de la cama, se quedó paralizada al ver flotar el camión hacia ella. Lo esquivó cuando el juguete pasó cerca de su cabeza. Iba directo hacia su hijo. Este sonreía mientras extendía sus brazos con las manos abiertas y su camioncito se posaba sobre ellas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué mierda es esto?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mión ―respondió Nicolás, de tres años, de poderes, de fuerza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Clara se asustó y se levantó de su cama. Luego, tomó a su hijo y lo sujetó con fuerzas. Nunca había visto nada semejante desde que Nicolás hubiera nacido. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Después lo acostó en la cama y lo tapó con una sábana. Apagó la linterna e intentó conciliar el sueño nuevamente, aunque sabía que le sería imposible luego de ver la escena de su hijo. Era especial, y en ese mundo valía demasiado. Al final, ella cedió al cansancio y se durmió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los ojos de Nicolás brillaron en la semioscuridad de la habitación iluminada por la luna llena de una noche que era parte de la eternidad.<br />
<br />
<div style="text-align: right;"><i>Continuará...</i></div></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-6792398439147473322012-03-20T14:48:00.001-03:002012-03-20T14:51:24.864-03:00El fin de los tiempos (Capítulo III)<div style="text-align: center;">III. Resistir</div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;"></div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl se detuvo frente a un enorme supermercado, Gabriel hizo lo mismo, con cierta curiosidad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¡Podés salir, Armando! ―gritó al interior.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Un muchacho se asomó a la puerta, miraba hacia todos lados con suma cautela. Luego lo observó a Raúl y sonrió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Le presento a Armando Gutiérrez ―le dijo a Gabriel―, nuestro chico universitario.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se acercó al muchacho, este último parecía un poco asustado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Un gusto, mi nombre es Gabriel Agüero.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl le relató a Gabriel que se habían acercado al almacén para buscar alimentos cuando vieron acercarse el Peugeot y luego detenerse en medio de la avenida. Raúl se había asomado por curiosidad, no era normal ver movimiento donde no había nadie; luego, había visto toda la escena desde principio a fin. Había visto a la mujer transformarse en uno de los invasores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es increíble, ahora sabemos que se parecen a nosotros ―dijo mientras ingresaba al supermercado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Eso es algo muy malo ―observó el chico universitario.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl asintió. Su rifle colgaba del hombro derecho. Llevaba en el cinturón un revólver plateado, calibre 38. Él estaba preparado para cualquier cosa. Gabriel pensaba en lo cerca que había estado de la muerte, sintió un escalofrío. Luego lo miró a Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Estás asustado? ―le preguntó al universitario.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Yo también.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando le contó a Gabriel, luego de que este hubiese concluido con su relato, cómo había comenzado su pesadilla hacía una semana atrás. Había ido a la facultad para presentarse a un examen final. No le había ido como se imaginaba y abandonó el aula casi una hora después de haber ingresado. Luego entró al baño y se sentó a cagar. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> En un momento dado, sintió como si el tiempo se hubiera vuelto pesado, casi tangible y, cuando hubo salido del baño, no encontró a nadie. Durante unos días buscó a amigos, conocidos y familiares pero no obtuvo buenos resultados. Cuatro días después de soledad encontró a Raúl junto a tres personas más. Fue Raúl quien mató a una de esas cosas espaciales cuando se hubo cruzado en su camino, y hacía un rato había matado a su segunda víctima intergaláctica. Fue Raúl quien demostró tener la habilidad de un líder. Era Raúl su nuevo e indiscutible ídolo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl, en cambio, permanecía en silencio. Parecía no tener nada para contar, Gabriel decidió esperar. Conocía a esa clase de personas, solitarios, como él, con miles de historias escondidas en las profundidades de su ser.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl conducía una Ford F-100 amarilla en dirección sur. La ciudad no era más que una enorme maqueta carente de vida. De vez en cuando miraban al cielo, debían ser cautelosos, ellos podrían aparecerse en el momento menos esperado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Armando tiene una teoría al respecto de estas cosas extraterrestres ―dijo Raúl, luego de un prolongado silencio donde solo se oía el ronroneo del motor de la camioneta repleta de alimentos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Así es ―afirmó Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Natalia, digo la cosa que mató Raúl me dijo que nos vinieron a buscar para hacernos trabajar en su mundo. Es decir, nos quieren esclavizar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, pero también pueden pretender adueñarse de las riquezas de nuestro planeta. Lo que rompe con mi idea es el hecho de que uno de ellos se haya hecho pasar por uno de nosotros para robarte información. Puede ser que sea cierto que quieren saber cómo te escapaste para arreglar sus errores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo que sí es cierto es que son estúpidos. Ella olvidó contarme una parte fundamental de su relato, algo que sabía de la noche anterior porque me lo había contado: que había escapado de una nave pero en su historia nunca fue llevada a tales lugares; lo olvidó, simplemente.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo sé, es todo muy raro. Parece que nos estuvieran cazando, buscando a quienes logramos evitar ser atrapados en el primer intento para encerrarnos en sus naves.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No entiendo por qué simplemente no nos hacen boleta con alguna explosión, si pudieron llevarse a casi todo el mundo para sus naves, pueden destruirnos con solo presionar otro botón.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tal vez no puedan ―acotó Raúl, mientras doblaba en una esquina.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es cierto, tal vez aún no puedan irse de aquí porque no tienen la energía suficiente para hacerlo ―continuó Armando―. Tal vez se hayan quedado sin fuerzas luego de atraparnos y estén esperando para zarpar. Por eso no quieren gastar energía en eliminarnos. La electricidad se acabó luego de que desapareciera casi todo el mundo, lo que me hace creer que ellos utilizaron toda esa energía para llevarse a la gente.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Acaso no saben que existen armas aquí que nos pueden borrar en un instante? ―preguntó Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y si no saben que existen tales armas?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es nuestra única esperanza ―dijo Raúl―. Como dice usted, Gabriel, hay cosas que están omitiendo, pero no creo en lo absoluto que sean estúpidos. Solo esperan el momento de dar el golpe final en nuestro planeta. Es más, esto a veces creo que es como el juego del gato y el ratón. Soy cazador, y tengo el presentimiento de que nos dejaron acá para jugar con nosotros mientras esperan para irse, como ya mencionó Armando. Y no nos van a atrapar, se los aseguro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel miró al cielo, allí se encontraban todas las personas atrapadas, tal vez su familia estuviera entre ellos. Parte de las teorías de Armando y Raúl parecían convincentes, pero no podía estar seguro de que fueran la verdad. Sobre esos seres no había nada seguro. Y él conocía una debilidad de ellos pero no la recordaba, por algo estaba allí, era la única persona que no recordaba nada de la última semana. Se odió por ese hecho.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> En el cielo se hallaba la verdad, pero le parecía inalcanzable.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La camioneta por fin había llegado a destino.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"></div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ingresaron a la sala de recepción de un hotel. Allí estaba el resto del grupo de Raúl: una chica rubia con un niño de unos tres años descansando sobre sus piernas, y un hombre alto, de más de treinta años, de edad similar a la de Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ellos son Clara Álvez con su hijo Nicolás, de tres años, y él es Juan Bassa ―señaló primero a la mujer y el niño y luego al hombre.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mi apellido es un poco más largo pero está bien así, creo que a estas alturas poco importa cómo nos llamemos ―agregó Juan.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Ellos son todo el grupo? ―inquirió Gabriel, luego de presentarse a los nuevos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por ahora sí ―dijo Raúl―. A ellos tres los hallé un día después de toparme con Armando. Estoy seguro de que hay más como nosotros resistiendo afuera, esperando a que lleguemos para darles una mano, así como lo hicimos con vos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel lo miró. No dijo nada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Esta tarde iremos a la comisaria. Anoche llegamos a la ciudad. Buscaremos armas y nos dirigiremos hacia el sur. Iremos a zonas más despobladas, mañana a primera hora. El campo nos va a hacer bien.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sería raro encontrar personas en zonas despobladas ―dijo Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Si uno fuera inteligente el último lugar al que iría sería al centro de una ciudad. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―A menos que te traiga un extraterrestre disfrazado de mujer infartante ―acotó Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Puede ser ―dijo Raúl―. Bueno, vamos a comer. Hoy nos espera otro día largo. Y, por dios, péguese un buen baño.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Dejá de tratarme por usted, debés sacarme el doble de edad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tengo cuarenta años, pibe.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Perdón, tengo veintitrés.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl lo miró con seriedad, luego sonrió. Bajó su mirada y sacó un cigarrillo de su paquete.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mejor andá a bañarte si no querés terminar como tu novia extraterrestre.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los demás presentes quisieron saber de qué hablaban, entonces Gabriel volvió a relatar su aventura desde donde recordaba. Todas las miradas apuntaban a él pero nadie dijo nada. Luego fue a bañarse sin más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se acercó a Clara, la chica era bonita, pero esta vez tendría más cuidado. Después de lo sucedido por la mañana no confiaría nunca más en una mujer.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lindo muchacho ―dijo Gabriel―, como la mamá.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Hay hombres que no los detiene ni el fin del mundo ―comentó Clara mientras acostaba a su hijo en un sillón.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es que siempre creí que las mujeres serían más fáciles si no hubieran muchos hombres por ahí ni oportunidades que me llevasen a derrota.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Eso no es lindo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―En realidad siempre creí que moriríamos a manos de zombies o mutantes, cosas por el estilo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se sentó al lado de la chica, él era un muchacho que nunca lograba tener una visión completa de la realidad, aunque era bastante observador, de esto último no cabía dudas. Miró al hijo de ella durmiendo con su rostro sumergido en el sofá del hotel. Luego la miró a ella, sonrió. Él era muchas cosas, pero sentía que estaba olvidando otras cuestiones, debía ser normal luego de siete días perdidos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl lo llamó, le pidió que lo acompañara junto al universitario. Era hora de ir a buscar armas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bueno, nos vemos luego, Clara ―la saludó, y se alejó con una sonrisa en el rostro. Por dentro no entendía por qué hacía lo que hacía pero lo disfrutaba. Olvidar que estaban casi perdidos era un don que solo él conocía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">5</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La comisaria estaba como el resto de la ciudad. Dentro encontraron el depósito de armas. Con un disparo del rifle de Raúl lograron abrir la puerta del mismo. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando vigilaba en la entrada de la institución. Eran alrededor de las tres de la tarde. El disparo de Raúl lo sobresaltó. El jefe le gritó que no había problemas. Todo estaba en orden. No sabían que había alguien más con ellos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bien, agarrá estas escopetas. Con estas cosas podés partir un cuerpo al medio como si fuera un trozo de queso podrido ―dijo Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Genial.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¡Arriba las manos! ―gritó el policía, un muchacho que apenas llegaba a la mayoría de edad, mientras le apuntaba a los intrusos con su arma reglamentaria.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tranquilo, amigo ―intentó calmarlo Raúl―. Somos amigos, somos de los buenos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El muchacho parecía cansado, sus ojos danzaban siniestros y demenciales, de un lado al otro, destilando desconfianza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Arroje su arma, señor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl le hizo caso y dejó su rifle en el suelo con cuidado. Luego levantó sus manos, abiertas. Gabriel retrocedió un paso. Estaba asustado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ustedes son cómplices de esas cosas. Yo las vi, estaban por todos lados. Vinieron a buscarme, ¿cierto? ―preguntó el policía.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Te equivocás, amigo ―lo corrigió Gabriel―. Venimos a buscar armas, pensamos defendernos. Sé que suena como una locura pero no podemos dejar que nos atrapen sin resistir. Y, si querés, podés unirte a nuestro grupo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El muchacho apuntó su pistola hacia su interlocutor, sonrió.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mentira, son extraterrestres. Y van a morir. ―Presionó su arma con firmeza y apuntó a la cabeza de Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El siguiente sonido fue el del palo al golpear en la cabeza del policía. Este cayó como una bolsa de basura al suelo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gracias, Armando ―le agradeció Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por nada, este pibe está bastante loco.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Quién no se volvería loco en esta situación?, ¿y solo? ―preguntó Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gracias por salvarme la vida, Armando, te debo una ahora. ―El aludido le asintió―. ¿Qué hacemos con él? ―Gabriel se acercó al policía desmayado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Dejarlo acá. Está loco. No pienso arriesgar al grupo con su locura.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel lo meditó un segundo, parecía justo pero poco humano a la vez.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No podemos dejarlo así como si nada ―dijo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl se acercó a él y lo tomó del cuello de la remera. Acercó su rostro casi hasta besar a Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No pienso arriesgar a que este loco mate a alguno de mi grupo. Y si no te gusta, te podés quedar con él acá. Por si no recordás, casi te mata de no haber sido por Armando, quien nos salvó las papas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel asintió. El viejo tenía razón. Lo mejor era dejarlo y que se manejara como lo venía haciendo hasta ahora.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bien, carguemos las armas y salgamos de acá. ―Raúl se puso en el hombro un bolso con varias armas de diferentes tamaños y colores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Fuera, el cielo se nublaba. La camioneta parecía un juguete detenido en la vereda.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bueno, volvamos al hotel ―ordenó Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando arrojó su bolsa con municiones en la caja de la camioneta y dio la vuelta al vehículo. Entró en el lado del acompañante. Luego, lo siguió Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl terminó de atar al joven policía con una cuerda que halló cerca de las celdas y se apuró a subir a la camioneta. Miró a todos lados. Cuando algo le generaba desconfianza, no había modo de que cambiara de opinión. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Encendió el motor y se dirigieron hacia el hotel. Ese sería el último día en la ciudad. Aceleró y disfrutaron del paisaje inerte que los rodeaba. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La camioneta dobló a la derecha y tomó la avenida principal. Se detuvo al observar a una persona de pie en medio del carril, a unos cien metros de ellos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué hace allí? ―preguntó Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo sé, es una chica.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La muchacha vio la camioneta y comenzó a agitar las manos en el aire.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Nos está llamando ―dijo Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl asintió. Comenzó a acercarse lentamente, llevó su mano hacia el rifle.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es una pendeja ―comentó Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Está muy buena ―acotó Armando.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La chica era una morocha, flaca y alta, de una cintura de ficción pornográfica y pelo lacio largo. Corrió hacia ellos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl pisó el freno y se bajó rápidamente.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¡Deténgase allí! ―le gritó a la chica mientras le apuntaba con el rifle.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Ayúdenme, estoy sola. Tengo miedo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se bajó de su lado del coche. Comenzó a avanzar hacia la adolescente. Miró hacia arriba, a las ventanas de los edificios. Luego observó a la chica. Parecía no haber peligros a la vista, pero no debían confiarse del todo, menos él.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Armando se acercó y la escrutó también para dar su veredicto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Llevémosla, Raúl. Creo que es verdad, es una piba que no llega a la mayoría de edad. Podemos vigilarla y ver cómo actúa.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Está bien ―dijo Raúl mientras le señalaba a la chica que se acercara. No podía dejarla allí, ¿y si se equivocaba respecto a ella y la dejaba morir en ese lugar? Al menos en el hotel podrían hacerle muchas preguntas y ver si mordía el polvo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La chica se llamaba Aylén Monte. Llevaba días caminando hacia la ciudad en busca de personas. Su familia simplemente había desparecido sin dejar rastros.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl le preguntó si había visto algo raro en algún momento, cerca de la casa de ella, en el campo. La chica negó con un gesto de cabeza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Genial, hacia allá vamos, el campo es lo mejor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel iba atrás, el viento le acariciaba todo el rostro. Miró hacia la cabina y observó con atención a la adolescente. Sonrió, parecía una pequeña zorra, bien por ella. Volvió a mirar hacia atrás, la ciudad estaba muerta, era algo bonito.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Algo en su cabeza lo ponía en alerta pero la ignoró, quería disfrutar del momento y no preocuparse por un rato. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">6</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> La Mujer de Negro se acercó al policía amarrado. Lo cacheteó para despertarlo de su sueño. Dos súbditos extraterrestres la flanqueaban a cada lado. Cuando el joven los vio comenzó a gritar desesperado. Lo habían encontrado, y por culpa de esas personas. Ellos eran cómplices de los invasores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estuvieron aquí ―dijo la mujer sin apartar la vista del muchacho.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El hombre vestido de policía se acercó a ella y le preguntó qué hacer con el muchacho.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Llévenlo con los otros. No es muy especial para haberse quedado en la Tierra. Pero nos puede servir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Comenzó a caminar, notó que faltaban armas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Quieren pelear. Él quiere pelear.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Sonrió. Si supieran que no tenían salida. Las armas no les servirían de nada, pero ahora deberían actuar con precaución o podrían asesinar a su objetivo. Y eso no sería nada bueno.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La Mujer de Negro se acercó a la patrulla. Miró al horizonte y se dijo que todavía debían esperar. Esa era una gran virtud de su especie, la razón por la que no se extinguían.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Todavía debía esperar la confirmación.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i>Continuará...</i></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-61451297914177369632012-03-13T20:44:00.000-03:002012-03-13T20:44:51.488-03:00El fin de los tiempos (Capítulo II)<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">II. ESCAPAR</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Natalia empujaba a Gabriel hacia ella intentando despertarlo de su pánico. Los extraterrestres estaban cada vez más cerca. Necesitaba sacarlo de la casa como sea. Lo necesitaba a él. No podía fallar en su misión.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¡Vamos, carajo! ―le gritó mientras se posaba delante del muchacho―. Debemos salir de esta casa rápido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―S-sí ―tartamudeó él, y comenzó a caminar, lenta y pesadamente.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por atrás ―señaló ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ambos cruzaron toda la casa y salieron por la puerta trasera hacia el patio. Cruzaron el alambrado que dividía el terreno de Gabriel con el del vecino. Avanzaron unos metros más y salieron a una calle de tierra. Un auto Peugeot 504 blanco estacionado cerca de la zanja fue el objetivo de Natalia. Corrió hacia el coche y se sentó del lado del conductor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Subí, boludo ―le ordenó a Gabriel mientras este observaba la acción paralizado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El muchacho subió sin quejarse. Miró al cielo, no podía creer lo que veían sus ojos. La nave era inmensa, tan grande como una ciudad, de forma ovalada y tan negra como la noche. Por un momento se sintió dentro de la película «<i>Independence Day</i>».</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Natalia arrancó el coche sin dificultad y aceleró hacia el sur, directo al centro de la ciudad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Una enorme bola de fuego seguido de un fuerte estallido inundó la mañana del once de marzo. Gabriel supo al instante que su casa había dejado de existir, para siempre.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Mierda, cuando sepan que no está más la casa, el dueño me va a matar, eso seguro. ―Sonrió ante esta idea, necesitaba creer que aún podía sonreír en los peores momentos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> </div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"></div><a name='more'></a><br />
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<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Natalia esquivaba coches con el Peugeot. Algunos autos estaban incrustados contra los muros, otros simplemente estaban detenidos en medio de la calle.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">Era como si la vida hubiera dejado de existir de un momento a otro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo mierda supieron que estábamos ahí? ―preguntó mirando a la conductora.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No lo sé, tal vez la bestia que mataste anoche les avisó a sus compañeros de tu presencia antes de morir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tardaron demasiado en llegar. No sé, es todo muy raro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Natalia Romero lo miró a los ojos. De verdad eran hermosos, pensó Gabriel. Por un instante tan efímero como el amor pareció como si ese par de ojos hubiesen perdido su color quedando oscuros totalmente. Era como si alguien los hubiera apagado. Él estaba demasiado cansado, y comenzaba a creer que todo era producto de su ineficiente pero poderosa imaginación. Tal vez aún se encontraba tirado en el suelo con convulsiones y lanzando espuma por la boca mientras se ahogaba en su propia saliva y nadie iba a rescatarlo. Hubiera sido mejor haber estado en ese mundo, al menos así no podría ver nada extraño.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No sé si te has dado cuenta pero somos los únicos que andamos por la ciudad, si eso no te parece raro estamos en problemas ―dijo ella, como si lo recriminara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Entendeme, hace menos de un día que desperté y descubrí que mi mundo ya no existe como en otros tiempos. Y encima no recuerdo lo que hice en la última semana.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Si querés te cuento qué pasó hace una semana. Después pensaremos en las teorías sobre tu llegada, aunque estoy segura que te escapaste y no lo recordás. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo sabés tanto sobre esto? ―inquirió Gabriel, con cierto dejo de desconfianza en su voz, sin intención.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Lo sé porque viví los peores siete días de mi vida, intentando hallar a alguna persona con vida y, cuando lo encuentro, es un maldito degenerado y baboso como vos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gracias, eso es todo un cumplido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bueno, ¿querés saber qué pasó con el mundo o no?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Dale, nomás. Algo me hace pensar que esto lo predijeron los Incas y no le dimos bola.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Uno, son los Mayas. Dos, el Fin del Mundo sería en diciembre, no en marzo. Tres, dejá de mirarme las tetas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel sonrió, ya había olvidado que casi lo habían matado unos minutos atrás. Continuaron avanzando hacia el centro de la ciudad. Otra vez se hallaba perdido en las tetas de Natalia, ¡por dios, si eran gigantes! Eso sí era raro. Una mujer perfecta en medio del Apocalipsis, como en los videojuegos de su hermano, y casi siempre esta clase de personajes guardaban secretos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> <i> El tres de marzo comenzó como un día más en el calendario. El 2012 era un año prometedor para muchos y provocaba pánico a otros. Algunos anunciaban el fin del mundo en la televisión y las películas sobre este suceso inundaban todas las bandas horarias y cines del mundo.</i></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><i> Todo comenzó a las nueve y diecinueve de la mañana, hora Argentina. Un temblor fuerte sacudió el centro de la ciudad de Buenos Aires extendiéndose hacia el resto de la provincia. Gabriel estaba preparándose para ver el eclipse de sol cuando el tiempo se detuvo, cuando había llegado el fin de los tiempos. Él no recuerda nada de lo que hubiera sucedido después. </i> </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><i> Algunas ciudades importantes se hallaban sumergidas en un gran caos, arrasadas por la violencia mientras el resto del mundo lo miraba por tv atónitos, mientras veían a hombres y mujeres rogando por la aparición de familiares. Mucha gente estaba desapareciendo y no sabían por qué.</i></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><i> En algún lugar de la ciudad, un viejo roñoso anunciaba la llegada del Apocalipsis, un disparo en la cabeza ejecutado por un policía acabó con sus palabras y su paranoia, pero no con la del uniformado que no entendía por qué había matado al viejo. En otros lugares, otras ciudades, todo transcurría con mayor calma. Las personas simplemente desaparecían dejando sus acciones en la superficie terrestre. Antes de que la electricidad desapareciera muchas personas llegaron a conocer suficiente información para saber que todo había acabado. Ese era el final de una vieja era. Eso sucedía alrededor de Natalia mientras esta no encontraba una respuesta lógica.</i></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><i> Luego el tiempo se detuvo completamente, dejando una masa intangible de sucesos interrumpidos para siempre. Y con el final del flujo temporal, la vida en la Tierra había desaparecido por completo, o al menos eso creían ellos, los seres de otros mundos, reyes del universo. Sus fallas serían evidente pocas horas después, dando inicio a una nueva captura de vida en el planeta. Natalia dijo a Gabriel que creía que debían haber más personas como ellos vagando por los suelos, y era necesario que las encontrara para defenderse todos juntos.</i></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><i> Poco fue lo que Natalia pudo explicar, solo lo que había llegado a ver en la tele y en las calles antes de refugiarse en el sótano de su casa. Al cabo de dos días tuvo que salir porque el hambre le estaba ganando la batalla. Descubrió un mundo sin vida. Comenzó a buscar personas por doquier, rogando hallar un poco de vida, sea un perro, un pájaro o una simple cucaracha. No había nada. O al menos eso creía ella.</i></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><i> Al tercer día de su búsqueda los vio por primera vez. Eran los que se habían llevado a las personas, de eso estaba segura. Medían más de dos metros y parecía que patrullaban el vecindario, como si buscaran algo que se les hubiera perdido. Ella los observó por unos momentos y dedujo que su coeficiente intelectual no debería ser muy elevado; las cosas no buscaban como debían, le contaba a Gabriel, y no sabían que ella los observaba. Vio las naves subir y bajar, llevando y trayendo seres de otros planetas a cazar en suelo terrestre. Sus esperanzas habían crecido hasta niveles peligrosos para su supervivencia. Pasaron los días y no habían rastros de vida humana hasta que una madrugada oyó el grito de una persona, de Gabriel, y cruzaron sus destinos.</i></div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Wow, esto es de película. Increíble, deberías escribir un libro.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No te tomás nada en serio, pendejo ―se quejó ella.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es que estoy feliz porque ahora sé que hay más de nosotros por ahí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por eso es que <i>hemos</i> venido al centro de la ciudad. Vamos a buscar a supervivientes. Escuchame, Gabriel ―dijo ella mientras acercaba sus labios a la oreja de Gabriel―, necesito que intentes recordar cómo escapaste de la nave. Solo así podremos ingresar a la misma y rescatar a todos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Suena complicado. Haré lo que pueda pero te juro que no me será fácil.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sé que si te esforzás, podrás lograrlo. ―Pisó el freno del vehículo y le besó en los labios.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se quitó la remera y la tomó de la cintura. Bajó el asiento y dejó que ella hiciera el trabajo sucio. Ella al fin había cedido a su poder seductor, que era un poder un poco débil.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tengo una duda ―dijo Gabriel mientras la besaba por el cuello. Ella había dicho «hemos venido», hablaba en plural. Pero tenía otra duda, nada le cerraba en su cabeza.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Sí?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Hay un par de cosas que no me dijiste en tu relato. Anoche me dijiste que vos también habías podido escaparte de una de las naves de las cosas, como yo, pero hoy lo omitiste. Lo recuerdo, vos me lo dijiste y le diste mucha importancia, así planteaste tu teoría. Es decir, es un punto clave que no dejaría pasar si me hubiera sucedido a mí. Ademas, ¿por qué estás tan segura de que yo me escapé de esa nave? ¿Que sucedió como lo planteás vos? ¿Quién sos, Natalia? ¿Y por qué me hablaste en plural? ¿Hay alguien más con vos o no sos lo que deberías ser? No me mientas más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella se detuvo en pleno acto sexual y le dirigió una mirada dubitativa al muchacho. Su mirada cambió repentinamente, sus ojos claros parecían arder en llamas. Una sonrisa siniestra se dibujaba en su rostro. Gabriel sintió cómo el miedo se apoderaba de su sangre, conocía esa sonrisa. La había descubierto, y sabía que ahora iba a morir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">5</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La sonrisa de Natalia Romero era parecida a la sonrisa de la bestia que había matado la noche anterior. Ella era uno de ellos. No tuvo dudas al respecto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Veo que sos más inteligente de lo que imaginábamos ―dijo ella mientras se alejaba de él―. Por lo visto no pudimos engañarte del todo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué quieren de mí? ―inquirió Gabriel mientras se abrochaba su pantalón a tientas. Miró dentro del auto, necesitaba algo, cualquier cosa para matarla o sería él quien moriría.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Queremos que nos digas cómo te escapaste, necesitamos curar nuestros puntos débiles.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Deberías comenzar estudiando los pensamientos de los humanos, Natalia, si es así como te llamás.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Llevó su mano a la manija de la puerta, huir era la única alternativa para sobrevivir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―En fin, no importa. Hay otros como vos. Alguno nos va a confesar dónde están nuestros fallos. Adiós. ―Levantó su mano derecha, sus dedos se alargaron, parecían cinco horribles y negras serpientes. O enormes garras móviles.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella sonreía, sus ojos dejaron de ser claros para hacerse completamente negros como la oscuridad. Los dedos rodearon el cuello de Gabriel y comenzaron a asfixiarlo. Este buscaba a tientas la forma de la manija de la puerta para escapar pero sus fuerzas se vieron menguadas por el poder de esa bestia que lo había engañado. Veía cómo su cabeza se transformaba en una masa informe de color negro, horrible: desde su poco pelo caía un líquido viscoso por el rostro sin forma y avanzaba hacia la cara de él, la boca de Natalia pasó a ser enorme con unos dientes filosos y puntiagudos; rugió como la bestia de la noche anterior, y su cabeza era similar, solo que sus ojos no brillaban en ese momento. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se dio por vencido, no había forma de continuar en ese mundo. Ya estaba muerto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">6</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La cabeza de Natalia estalló en miles de trozos salpicando de sustancias viscosas negra a Gabriel. Este emitió un grito de asco. Observó el agujero que había en el parabrisas y luego dirigió su vista más allá del vidrio. En medio de la calle, frente al Peugeot había un hombre de alta estatura, flaco, de pie apuntándole con un rifle, a unos veinte o treinta metros de distancia. Luego, lo vio bajar su arma al observar que el muchacho parecía estar con vida y la bestia bien muerta. Comenzó a acercarse al auto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bájese del coche ―le ordenó el extraño armado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se bajó y se acercó al hombre, su salvador.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Muchas gracias por salvarme ―le agradeció.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por nada, necesitamos a la mayor cantidad de personas posibles.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Necesitamos? ¿Está acompañado?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Claro. Permítame presentarme. Mi nombre es Raúl García.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gabriel Agüero. De nuevo, gracias por salvarme el pellejo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Es mi trabajo. Venga, tiene que pegarse un buen baño o esa cosa lo va a comer vivo. Es un asco.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se sacó un poco de la sustancia viscosa de su rostro y ropa.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Estaba buena la extraterrestre ―comentó Raúl.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí. ¡Qué asco! ¡Me garché un extraterrestre!</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Al menos lo hace mejor que las terrícolas?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel rió. Ese loco con su rifle le generaba mayor confianza que Natalia. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Raúl encendió un cigarrillo, aspiró profundamente y expulsó el humo mirando al cielo, pensativo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Tenemos una batalla por ganar. Bienvenido al nuevo mundo. Bienvenido a la guerra por el planeta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel dirigió una última mirada al Peugeot blanco. El interior estaba salpicado de esa cosa negra y fea. Ellos estaban entre los humanos, eso no era bueno. Aunque Raúl le generase confianza no debía bajar la guardia.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Es verdad, mató a uno de ellos, pensó, pero tal vez esto sea parte de su plan. Del macabro plan de los extraterrestres.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Comenzó a creer que estaba volviéndose paranoico.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Siguió a Raúl hacia el Nuevo Mundo. Esperaba hallar en algún lugar la victoria.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">7</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La Mujer de Negro se acercó al Peugeot donde se encontraba el cuerpo de Natalia. Miró en su interior. La mujer muerta estaba semidesnuda, como lo planeado. Observó el parabrisas del coche y calculó la distancia del disparo. Treinta metros</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El asesino fue certero. Habían encontrado a quien andaban buscando. Su olor era inconfundible.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Un hombre uniformado, de la Policía local, se acercó a la Mujer de Negro para preguntarle cómo iban a proseguir.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Destruyan el auto como lo hicimos con la casa. Que no quede nada aquí. Natalia ya cumplió su misión.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La mujer se dio media vuelta y regresó al coche patrulla que esperaba con las luces encendidas. Había otro hombre vestido de policía al volante. La Mujer de Negro sonrió. Estaban cerca, los podía oler a su alrededor.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Muy cerca.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i>Continuará...</i></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-12085734364186359982012-03-03T12:51:00.000-03:002012-03-03T12:51:03.330-03:00Inolvidable<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjng_zZqlDTNmpj_hjPZfEgAb9Vb_zbtOjjn_wkDRdr-nkCCDjfALgmsbr359Bt3G2MyT73zSoKS1MGDJBDHbP3p6QQAVS76rl7OWGDQ0OzcPn-ZFcbsuv50VfR0Fn-M5Kw3_YrFxALCAIc/s1600/1111.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjng_zZqlDTNmpj_hjPZfEgAb9Vb_zbtOjjn_wkDRdr-nkCCDjfALgmsbr359Bt3G2MyT73zSoKS1MGDJBDHbP3p6QQAVS76rl7OWGDQ0OzcPn-ZFcbsuv50VfR0Fn-M5Kw3_YrFxALCAIc/s320/1111.jpg" width="320" /></a></div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> Intensos deseos recorren mis venas gritando, a través de la espesa soledad, tu nombre. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> Mi cuerpo es acariciado por la brisa matutina mientras tu nombre es repetido mil veces por los murmullos de las hojas de los árboles. Las nubes recorren el cielo sin detenerse; el color del amor es dibujado en el firmamento, acompañado por una lágrima que cae inevitablemente sobre el dolor. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> La silueta de tu cuerpo está en mis sueños vacíos, sin tu esencia no existe tu amor. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> Recuerdo tus ojos, ventanas del placer del gran amante. Recuerdo tus besos, profesionales en estimular mi piel antes de arder de pasión. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> Tu sonrisa aún es inocente, todavía enamora a los caminos que se dirigen hacia la hipocresía. Todavía creo en mis mentiras.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> ¿Dónde estás que oigo tu nombre pero no te veo?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> ¿Dónde estás que te recuerdo pero no te siento?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> ¿Dónde estás si el amor ya se terminó?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> La brisa arrastra las nubes hacia los campos del pasado expulsando lágrimas de un viejo amor, sembrando los caminos de penas, oscureciendo corazones. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> No puedo esperarte más; nunca regresarás a nuestro hogar porque ya no soy capaz de imaginarte.</div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-14640696890696259252012-02-29T15:28:00.001-03:002012-02-29T15:28:56.696-03:00Tu corazón, mi dolor<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Cuando te conocí</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">estaba encerrado en mi soledad,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">agobiado por los abrazos</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">que me entregaba tu falsedad.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Cuando te conocí,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">el mundo giraba ignorante</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">alrededor de un eje;</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">nunca sería tu gran amante.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Cuando te conocí</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">en tus ojos me perdí,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">celestes como el cielo,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">el color de un horizonte sin anhelo.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Ese día fue el último de mi pasado.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Ese día fue el comienzo de mi vida.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Ese día conocí el oscuro lado</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">de una mujer bella pero fría.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">No pude resistir el poder</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">que los deseos ejercían en mí.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Cauto me acerqué a ti.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Todas mis palabras te regalé.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Logramos destruir el tiempo.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Detuvimos los destinos.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Observamos los deseos</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">acercarse por nuestros caminos.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Desde el firmamento,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Dios nos miraba con celos.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Nos entregamos al placer</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">que estalla en la cama.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Encendimos el fuego de mil pasiones.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Los vecinos despertaban;</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">por las enormes ventanas </div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">se filtraban nuestros gritos invasores.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Vivía en un mundo de rosas,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">llovían caricias de pétalos.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">En el horizonte, una tormenta</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">se acercaba con nubes de espinas.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Saber es un don que no sabemos usar.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Ver es un poder que no queremos ejercer.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">El dolor es un sentimiento que odiamos.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">La ira es un amigo íntimo y fiel.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Vi que me engañabas.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mis penas no supe llorar.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">La furia me odiaba.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">El dolor, sinónimo de ceguera,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">en mi corazón, una guerra iniciaba.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mis ilusiones te llevaste.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mil besos me robaste.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mis caricias de amor me quitaste,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">a un extraño se las entregaste.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mi corazón sufría de dolor,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">ese amigo que me apuñalaba,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">mientras en mi muerto interior</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">una inminente venganza planeaba.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mis lágrimas eran cristales,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">en el suelo se estrellaban.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Con sus filosos bordes</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">mi alma tajaban.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Esperé ansioso el momento.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Me escondí en una falsa sonrisa.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Era como tú, una mentira.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Sería como tú, me robaría tu vida.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Fue solo un instante.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">No necesité de la suerte.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">El destino con su tiempo</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">te entregaría a mi Muerte.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Por mi camino avanzaste.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Yo era una bestia acechando a su presa.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Alguna vez me amaste.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Aún me pierdo en tu belleza.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">El cuchillo de intenso filo,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">es como el filo del dolor:</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">un filo que no corta</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">pero desgarra el corazón.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">No llores, no grites.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Nadie te oirá.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Nadie puede vernos.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Nadie te rescatará.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">En tus labios las palabras «te amo»</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">son el ejemplo de la mentira.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Tus lágrimas sinceras</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">saciarán mis muertos días.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">La sangre de tu cuello</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">a mi rostro baña.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">El sonido del degüello</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">fortalece el final de mis ganas.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Oh, lamento lo que he hecho.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">La gran mancha de sangre</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">por toda la casa se expande.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">La tristeza que nace es grande.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mi amigo, el dolor,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">se encuentra satisfecho.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Dentro de un frasco</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">guardo tu corazón.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Tu corazón, mi dolor.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mi corazón, tu dolor.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Mi amor, tu muerte.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Tu amor, mi fuerte.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Late sin fuerzas,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">mueren las certezas.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">Me abandona el dolor,</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">de rojo se tiñe mi razón.</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Poesía para Ejercicio 8 de <a href="https://www.facebook.com/pages/El-Ed%C3%A9n-De-Los-Novelistas-Brutos/170949349603828" target="_blank">El Edén de Los Novelistas Brutos</a>, "El Reto".</span></div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-59893971286393208612012-02-11T19:09:00.003-03:002012-03-13T19:36:59.880-03:00El fin de los tiempos (Capítulo I)<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">I. DESPERTAR</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">1</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Despertó con un fuerte dolor de estómago. Estaba acostado en el suelo, su espalda sentía el agonizante abrazo del cemento frío. Gabriel miró al techo, apenas ingresaban unos débiles rayos de luz natural. Intentó ponerse de pie pero sus piernas no respondían. Se arrastró por el piso húmedo unos metros hasta llegar a una escalera de madera. Estaba en un sótano. En el sótano de su casa pero ¿cómo había llegado hasta allí? y ¿por qué se había quedado dormido en el suelo? No recordaba nada.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Apoyó sus manos contra la pared y volvió a intentar ponerse de pie. Ahora se hallaba con un poco más de fuerzas, pero todavía sentía ese fuerte dolor en la panza. Hambre, le dijo su cerebro. Estaba muerto de hambre. Avanzó lentamente por las escaleras, escalón por escalón, con suma cautela, siempre aferrándose a la baranda con su mano izquierda y usando la pared de apoyo con la derecha. La puerta del sótano estaba cerrada. Una luz atravesaba la ranura que había entre la puerta y el suelo. Gabriel se encontraba desorientado. Llegar arriba, primero. Comer, segundo. Cagar, tercero. Averiguar qué pasó, último.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> En la cocina había un olor a podrido que casi lo obligó a vomitar. Gabriel abrió la heladera y se encontró con que todo estaba más que vencido, la carne y las verduras, lo poco que tenía para alimentarse durante sus días de vida. Presionó el interruptor de luz y no se sorprendió al descubrir que no funcionaba. Buscó en la alacena algo comestible y se conformó con una lata de paté. Algo era algo. Miró su reloj. Marcaba las cinco y media de la tarde, del diez de marzo de dos mil doce.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Imposible, hoy es sábado tres. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Pero el hambre, estaba cagado de hambre. Aun así era imposible sobrevivir siete días sin comida, aunque estuviese inconsciente o dormido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué mierda pasó acá? ―se preguntó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Recorrió el pasillo, atravesó la sala de estar y se asomó a la entrada. Abrió la puerta y miró afuera. La postal era por demás tranquila. Nadie caminaba por las calles, solo el viento se llevaba algunas porquerías livianas vaya a saber uno adónde. Habían coches detenidos en medio de la calle. Otros estaban sobre la vereda pero ningún uniformado haciendo la multa correspondiente.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se acercó al asfalto y miró en ambas direcciones. No había absolutamente nadie en el barrio. Las casas de los vecinos estaban con las puertas abiertas. Algunos juguetes de niños descansaban sobre el césped cuidado de los patios de los hogares. El cielo, despejado. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El mundo estaba muerto. O tal vez era Gabriel quien lo estaba.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> De lo único que estaba seguro era que estaba solo en ese lugar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">2</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La noche amenazaba con caer sobre el horizonte y Gabriel todavía no había encontrado a nadie. De por sí, no se hablaba con ningún ser humano pero lo más normal era que se cruzara con alguno de vez en cuando mientras caminara. En su travesía al centro del pueblo no había escuchado ni siquiera a un mísero animal.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Dónde carajo están todos? ―Miró al cielo―. ¿Acaso estoy muerto? Lo único que faltaba, toda mi eternidad en soledad. ¡Carajo!</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Entró al supermercado y se llevó algo de comida para pasar la noche, ya tendría tiempo de volver mañana. Dejó un billete sobre la caja registradora y salió de allí. Se llevó la mercadería en un carrito de compra, nadie le preguntaría qué hacía con eso por la calle.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Siempre había querido hacer esto.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se subió al carrito y, con un pie, se dio impulso. Sonreía mientras el viento le acariciaba el rostro y peinaba el cabello. La noche casi estaba sobre él. Y no había rastros de luz artificial por ningún lado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Menos mal que me traigo unas velas ―se dijo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Cuando llegó a su casa, comenzó a buscar su celular por todos lados. No se le había ocurrido de entrada, era una persona que vivía en las nubes, como decía su madre.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Lo encontró sobre su cama, apenas tenía batería. Llamó a Emergencias pero notó que no tenía servicio.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">Arrojó el celular contra la pared y, por primera vez desde que había despertado, sintió miedo. Se acurrucó sobre su cama y se tapó hasta la cabeza. Cerró los ojos y oyó el silencio. Era absoluto, como la oscuridad que se cernía sobre el mundo. Gabriel se preguntó dónde estaba todo el mundo y, por sobre todas las cosas, por qué sólo estaba él allí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué tengo de especial?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Se durmió. Soñó con su familia, que vivía al otro lado de la ciudad, sus padres y su hermano menor. Ellos lo llamaban, le decían que fueran con él hacia el nuevo mundo. El mundo donde nunca morirían.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">3</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Un estruendo lo arrancó de sus sueños.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se incorporó sobre su cama y buscó a tientas una vela, la encendió con un encendedor y pensó que la próxima vez sería más inteligente y traería linternas en lugar de esas porquerías. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Quién anda ahí? ―preguntó a la oscuridad con un leve susurro, asustado. No obtuvo respuesta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Esperó un minuto, dos minutos. Otro ruido. Provenía de la sala de estar. Gabriel bajó de la cama y se dirigió hasta la sala con cautela. Apagó la vela. Caminó a tientas hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Divisó en la sala una enorme silueta caminando de aquí para allá, como si buscara algo, o a alguien.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> A mí, pensó Gabriel, esa cosa enorme me busca a mí.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La silueta avanzó hasta la entrada y Gabriel respiró aliviado. La cosa se detuvo en la puerta y una luz se encendió en lo que parecían ser sus ojos. Lo iluminó al anfitrión de la casa y emitió un fuerte rugido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel estaba cegado por la intensa luz pero supo que corría peligro. Corrió hasta la cocina como pudo, chocándose contra la pared, y buscó en la mesada algún cuchillo. Lo que había en su casa era algo de otro mundo, y parecía enojado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Agarró un cuchillo por el mango al tiempo que la cosa se asomó a la puerta y lo enfocaba con sus fuertes haces de luz. El extraño avanzó lentamente hacia el dueño de casa con sus extremidades extendidas. Los focos de luz eran con certeza sus ojos, confirmó Gabriel mientras se aferraba al cuchillo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> La cosa medía más de dos metros, posó sus extremidades, que hacían las partes de brazos, sobre los hombros de Gabriel y este emitió un grito de miedo. La cosa pareció sonreír debajo de su horrible rostro apenas visible. No vio que el humano llevaba con todas sus fuerzas un cuchillo hacia su extraño cuello.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El sonido que se oyó cuando el utensilio para cortar buena carne asada rasgó la piel de la bestia le provocaría a Gabriel noches interminables de pesadillas. La cosa cayó inerte al suelo y el muchacho volvió a gritar, limpiándose la sangre de su cara.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué mierda son? ―preguntó confundido mientras el invasor se sacudía por las convulsiones provocadas en el suelo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Son extraterrestres ―respondió una voz femenina sumergida en la oscuridad―. Y vos sos un homicida cósmico.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se desmayó. Demasiado para un día poco común.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">4</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Los ojos celestes que lo miraban eran los mas hermosos que jamas había visto en su vida. Gabriel pestañeó al tiempo que intentaba volver a la realidad una vez más.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Veo que sos un poco sensible ―dijo la morocha de ojos hermosos mientras se acercaba a la heladera.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Y yo veo que sos una belleza ―devolvió Gabriel―. No vas a encontrar nada ahí dentro, está todo podrido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, lo sé. El tiempo pasa. Y la comida se agota.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel le miraba el culo mientras ella se agachaba y buscaba entre las cosas podridas. Eso sí era una manzana que daban ganas de morderla. Comida para una semana.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Cuando quieras podés dejar de mirarme el culo ―dijo ella sin darse vuelta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Para qué, es hermoso y merece ser contemplado por los próximos cien años.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Qué poeta. Te habrá ido muy bien con las chicas en tu vida.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―No soy un Brad Pitt pero me doy maña.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel se levantó del suelo y vio el cadáver de la cosa que mató, evaporándose.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Son feos ―observó.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Son peor que eso, son esclavizadores. </div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Como sabés todo eso, eh...</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Natalia Romero.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Gabriel Agüero. Un gusto. ¿Cómo me encontraste?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Por tus gritos. Además, vi la luz de la bestia cuando bajó de su nave. Y la puerta de tu casa estaba abierta.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel miró el cuerpo de la cosa. Medía aproximadamente dos metros, y un poco más. Eran enormes.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Están arriba, en el cielo ―dijo ella, creyendo que respondía a alguna pregunta en la cabeza de Gabriel.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Dónde está el resto de las personas?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Con ellos, en las naves.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Cómo sabés todo esto?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Porque yo me escapé de ellos, de sus naves. Y, por lo que veo, a vos te pasó algo similar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel intentó hacer memoria pero no se le venía nada a la cabeza. No lograba recordar nada. Solo que el día en un momento dado se hizo de noche repentinamente, como si un...</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Eclipse, es lo último que recuerdo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Exacto ―dijo Natalia―. Fue en ese momento cuando ellos llegaron a nuestra ciudad y comenzaron a llevarse a todos hacia esas cosas gigantes en el cielo. Yo no recuerdo todo con total nitidez pero lo suficiente para saber que se los puede derrotar. Son idiotas. Mirate, vos también te escapaste y mataste a uno de ellos. Son débiles, o como nosotros. Si nos ponemos de acuerdo los podremos matar.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Si nos ponemos de acuerdo podemos garchar ―dijo Gabriel, un poco enojado un poco asustado.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Qué? Ni en pedo pienso garchar con vos.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Y yo ni en pedo pienso luchar contra esas cosas.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¿Y las personas que amás? ¿Vas a dejar que se los lleven así como si nada?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Soy cobarde, además no me llevo bien con mis padres y mi hermano ni me quiere ver, vive en su mundo. Por alguna razón me tomé el palo hace tiempo de casa, ¿no te parece?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Natalia lo miró con reproche.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Sí, lo veo. Igualmente, mataste a uno de ellos. Te van a buscar y no van a descansar hasta atraparte y matarte ―le dijo ella mientras se acercaba a él―. Además, si me ayudás podrás garchar conmigo todo lo que quieras.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Me convenció lo último. ―Gabriel sonrió―. Será como jugar a la Play.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Ella se acercó aún más y le dio un beso en los labios.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Excelente. Esto podría ser divertido.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Bien ―dijo Gaby―. Podríamos comenzar la aventura con el sexo.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Natalia le agarró de las bolas y se las presionó con fuerza. Acercó su boca al oído del muchacho y le susurró:</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Garcharemos cuando yo lo diga.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―Est-está bien. Igual hoy no tenía ganas. ¿Podrías dejar respirar a mi pito ahora?</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"><br />
</div><div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">5</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> El día comenzaba, domingo once de marzo. Gabriel despertó con un fuerte dolor de espaldas. La muy zorra lo había obligado a dormir en el sofá mientras ella descansaría en la cómoda cama de él. Fue a la cocina y abrió un paquete de galletitas. Estaba muerto de hambre, otra vez. Sintió bajo sus pies un fuerte terremoto. Una taza cayó al suelo arrastrada por los temblores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> Gabriel miró a través de la ventana. En el cielo una enorme máquina se acercaba lentamente al suelo, parecía que iba a aterrizar sobre las casas de los vecinos de enfrente. Era gigante, monumental. Los temblores eran aún mayores.</div><div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;"> ―¡Vamos! ―gritó Natalia mientras lo tomaba del brazo derecho―. ¡Saben donde estamos!<br />
Gabriel estaba paralizado. De la enorme nave se proyectaban decenas de haces de luz materializando a iguales cantidades de bestias. Miró al suelo donde anoche yacía el cadáver de su víctima y vio que no había nada. Ya se había esfumado por completo. Las cosas avanzaban hacia su casa. Llevaban una clase de armas parecidas a una ametralladora, pero extraterrestre, y más grande. Todos rugieron al mismo tiempo y levantaron su armamento. Apuntaban hacia ellos, y Gabriel no podía moverse. Estaban atrapados.<br />
<br />
<div style="text-align: right;"><br />
</div><div style="text-align: right;"><i>Continuará...</i></div></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-76400165199880858822012-01-08T18:43:00.005-03:002012-03-10T23:20:15.980-03:00Apertura de Medianoche<div style="text-align: center;"><div style="text-align: left;"><i>Los personajes y las situaciones narradas son ficticios. Lenguaje "fuerte".</i></div><div style="text-align: left;"><i>En ningún momento intento ofender a nadie, si alguna vez alguien vivió algo similar, es pura coincidencia. </i> </div><br />
<br />
1</div> El ruido a cumbia invadía los alrededores del boliche Medianoche. Eran alrededor de las once de la noche y la música sonaba a todo trapo. Los malditos Wachiturros se oían hasta el otro lado de la autopista, seguidos por extrañas mezclas de sonidos que solo los adolescentes entendían, inundaban los sueños de los pocos vecinos de Medianoche, el nuevo boliche de El Pato, una localidad al sur de Berazategui.<br />
Damián iba en el auto de su hermano José a la apertura del nuevo local <i>pub</i> para gente a la que le gusta emborracharse hasta el amanecer o terminar tirados en una zanja, lo que sucediera primero. Habían pasado poco más de dos años de esa noche en que su tío lo llevó al cabaret para que la pusiera por primera vez en su vida. Pero la noche del <a href="http://elnegropeligro.blogspot.com/2011/01/debutante.html" target="_blank">debutante </a>no había sido del todo como lo esperaba el hermano de su madre, su amiguito le había jugado una mala pasada. Luego de esa noche su autoestima había bajado hasta rozar el suelo y reventar hormigueros, no quería saber nada sobre verle la cara a dios. Su tío Diego había intentado llevarlo un par de veces más hacia el sexo seguro (no higiénico) pero Damián se rehusaba a entrar de nuevo a uno de esos antros, hasta que su tío al final desistió. Y no pudo ponerla. Terminó el secundario hacía unas semanas atrás, con buenas notas, y se preparaba para comenzar la facultad en la ciudad de La Plata. Enero parecía ser el mes en el que todo su futuro se vería alterado luego de una extraña noche en la que todo sería posible. Esta noche de apertura hacia una nueva vida repleta de emociones absurdas y sin sentidos, como lo es vivir sin un motivo para hacerlo.<br />
<a name='more'></a> José estacionó el auto a unos treinta metros de la entrada del boliche. El edificio era bastante grande, mucho más de lo que era su competencia, que parecía una caja de zapatos con dos tablones a media altura que se hacía llamar «Zona VIP» y una botella de cerveza de litro valía cincuenta pesos. Damián caminaba al lado de su hermano sin mediar palabras. Estaba allí solo porque se lo había pedido Estefanía, aún la amaba pero no se animaba a declarárselo. Los miedos son más fuerte que los deseos en situaciones donde el silencio reina sobre la voluntad. Y creía que bajo el efecto de unas copas de alcohol tal vez pudiera contarle todos sus sentimientos y abrir su corazón al menos por un rato. Y debía ser rápido, porque a partir de allí sus caminos tomarían rumbos distintos.<br />
—Che, Dami, ¿estás bien? Te veo muy callado —observó su hermano.<br />
—Eh, sí. Solo que estoy un poco cansado.<br />
—Cansado, ¿de qué, si no hacés una mierda en todo el día?<br />
—Andá a cagar, José.<br />
—Más tarde, antes dejame buscar un par de gatos en este boliche para echarme otro par de polvos después y al final sí: un cago con todas las letras, como se lo merece —comentó José con una mirada risueña hacia ningún sitio en particular.<br />
—Está bien, hermano, pero no te olvides de mí. Que no sea como la noche de egresados, cuando te olvidaste de mí y tuve que dormir en la plaza de Olmos, boludo. Tres días en cama por gripe estuve.<br />
—Ah, no sé. Vos elegiste venir aquí, así que bancatela toda la noche. Y no te voy a olvidar de nuevo, despreocupate. —José se detuvo en seco, pareció pensar profundamente y, luego, tomó del hombro a su hermano menor—. Escuchame, Damián, esto te lo digo por tu bien, hace rato que debí hacerlo y creo que es la hora de que abras tu mente privada: tenés que ser más dado en la vida, sos un pibe muy callado y así te van a pasar por arriba. Sé más osado y lograrás tus objetivos. Dejate de joder con eso de querer ser un «señorito» si todavía no sos un hombre. A mí me importa tres carajos que seas el orgullo de mamá pero así no la vas a poner nunca y se te va a pudrir el pito. ¿Es eso lo que querés? ¿Querés estar solo el resto de tu vida?<br />
Damián negó con un movimiento de cabeza.<br />
—Lo sabía. Mirá allá —dijo José señalando frente a la entrada del boliche a un grupo de cinco mujeres a punto de atravesar la puerta hablando con el único patovica que había allí, un tipo muy alto y extremadamente musculoso, producto de uno que otro anabólico—, esas minas vienen a buscar joda, pitos y mucho alcohol. Y vos podés darle las tres cosas. Tomá, te doy doscientos pesos, quiero que los inviertas bien.<br />
—Pero, José...<br />
—Pero, José, nada. Agarrá la plata. Mirá lo que son esos gatitos. Apenas rozan la mayoría de edad y tienen más polvo encima que nuestras dos abuelas juntas. Ahí la ponés seguro, que no te quepan dudas. Oh, sí, cómo me encantan. Vamos, Dami, entremos de una vez por todas.<br />
Damián echó una mirada distraída a la autopista y luego siguió los pasos de su hermano. Observó a las chicas y notó que tenían un hermoso culo. Su hermano estaba obsesionado con los culos, decía que le encantaba cuando se lo entregaban. «Hacerlas cagar pa´dentro es lo más hermoso que le puede suceder a un hombre como yo; un hombre <i>delamor</i>, de la morcilla más grande de La Plata», le había dicho en más de una oportunidad mientras jugaban a la <i>Play</i>. Sonrió. Volvió a mirar la autopista, se sentía atraído por algo que allí había, como si una energía lo arrastrara como lo hace un imán con un clavo de acero inoxidable oxidado, mentirosos. Vio a un hombre parado en la banquina que lo observaba y sonreía. Levantó la mano a modo de saludo y Damián hizo lo propio con su mano derecha, su fiel y eterna amante. Ese tipo era raro, sonreía, hasta le brillaba algo sobre su cabeza, pero no le dio importancia, debía ser uno de los tantos locos que habitaban El Pato, casi seguro que no se equivocaba.<br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;">2</div> Sí que era enorme el club. Y lo parecía mucho más visto desde dentro. La música dejaba un poco que desear a Damián pero era obvio que la cumbia berreta inundaría todo el lugar pero ¿cuál era la necesidad de pasar cien veces la misma canción y que encima sea de Los Wachiturros, esos que ni siquiera se merecen ser mencionados en mayúscula (pero hay que respetar las reglas de la RAE)?<br />
Damián se perdió al instante, José había tomado rumbos desconocidos y había desaparecido entre la multitud que no dejaba de vibrar al son de la buena música actual, época donde el<i> Facebook </i>lo gobernaba todo y nos comunicábamos con celulares entre nosotros en una misma casa al tiempo que uno estaba echado en la cama mientras el otro se encontraba en el baño escribiendo un<i> Tweet </i>en el cual relataba lo mucho que disfrutaba de un buen cago esperado. Así, todas las virtudes, toda la esencia, todo el respeto, y, sobre todo, toda la inteligencia de una sociedad, se iban por el inodoro hacia el pozo séptico del olvido, y no habría camión atmosférico capaz de recuperar lo perdido nunca. Jamás.<br />
Se reía, esos pensamientos eran merecedores de un libro que nadie escribiría y que, si alguien lo hacía, jamás se publicaría.<br />
La luz se apagó de golpe y, al instante, sintió que alguien le tocó el bulto y desapareció entre la multitud apretada entre sí. Ahora las luces eran flashes constantes que hacían que los pasos de bailes de las personas quedaran grabadas en nuestras retinas y parecieran como los movimientos de los robots de las películas de Ciencia Ficción de los ochenta; ¿así se moverán también cuando tienen sexo metálico?, se preguntó. Damián miró al fondo del boliche y vio que no había gente bailando. Decidió caminar hasta allí, pero debía atravesar toda la pista. Para ser casi medianoche, el nuevo bar se encontraba repleto. A su izquierda estaba la barra con decenas de bebidas alcohólicas a merced de los borrachos y de las billeteras de los más boludos calentones que les regalaban toda clase de bebidas a las minas trolas sin recibir nada a cambio. A su derecha, se alzaba un interesante escenario, en el centro del mismo había erguido un caño cromado que anunciaba un show erótico para diversión de muchos. Habían dos bailarinas, una en cada extremo del escenario, con las faldas más cortas del mundo moviendo el culo en una danza macabra de deseos y excitaciones profundas. Esas nalgas aplaudían a sus espectadores, los cuales eran pocos porque las damas llevaban mucha ropa encima, aún.<br />
Esquivó a varias parejas extasiadas de tanta música y de las primeras gotas de alcohol en sus venas. Al final logró su cometido. El fondo era un lugar muy pacífico, habían muchos asientos alrededor de pequeñas mesitas de vidrio y la mayoría estaban libres. A la izquierda estaban las puertas de los baños, razón por la cual escogió sentarse en el otro extremo. Habían dos mesas ocupadas de unas diez en total, en una había un grupo de amigos adolescentes haciéndose los pelotudos con tragos caros sobre la mesilla mientras en la otra había una pareja llevando a cabo intercambios de saliva, ella le manoseaba el amigo a su novio y este llevaba su mano derecha recorriendo la pierna de la dama hasta los lugares más oscuros de la anatomía femenina. Oscuros pero... <br />
Damián apoyó su culo en uno de los asientos, uno muy cómodo, como un sillón, y llevó su cabeza contra el respaldo. Miró a toda esa gente y se preguntó qué mierda estaba haciendo en ese lugar. Su vida no le deparaba ese destino final. Cuando pensaba levantarse para salir de allí, se sentía un poco ahogado, su hermano mayor lo encontró.<br />
—Dale, boludo. Qué fácil te perdiste, che.<br />
—Hay mucha gente acá dentro.<br />
—Eh, sí. Tomá, te traje una cerveza, ¿te acordás de la marca? —le preguntó José mientras le extendía una botella de medio litro a su hermano.<br />
—Sí, son <i>Budweiser</i>. Cervezas de cabaret.<br />
—Jaja, claro. Salud, hermano. <br />
Tomaron un sorbo de considerable contenido. José miró a su hermano.<br />
—Vamos a levantar minitas.<br />
Se levantó del asiento y tomó de la mano de su hermano. Damián no tuvo opción, lo siguió.<br />
—Aún no llega —le comentó a José mientras se dirigían a la pista.<br />
—No llega, ¿quién?<br />
—Una chica que me dijo que viniera a conocer el lugar.<br />
—Ah, yo sabía que algo te traías entre manos. Bien, Dami, te felicito. —Ambos tenían que elevar las voces para ser oídos entre música y murmullos de los demás clientes de Medianoche.<br />
Se adentraron en la pista con sus respectivas botellas de cerveza.<br />
De cabaret.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">3</div> José se acercó a un par de chicas que bailaban juntas, una vestida de rojo y la otra de azul.<br />
—Yo escojo la de rojo, esta noche me la cojo —dijo José al oído de su hermanito.<br />
Damián asintió y caminaron rumbo a sendos destinos como dos gladiadores dispuestos a morir en el campo de batalla sin derramar una gota de sudor.<br />
Eran casi la una de la madrugada y el boliche Medianoche estaba que reventaba de personas: adolescentes y adultos que aún se creían adolescentes, y uno que otro adolescente que se hacía el adulto. <br />
Damián tomó de las manos a la Chica de azul y la sacó a bailar. En los parlantes sonaba Banda XXI, algo viejito para la época pero que siempre era bienvenido para gusto de los oídos sordos. José agarró de la cintura a la Chica de rojo y la atrajo hacia él y comenzó a bailar de un modo que dejaba al descubierto su experiencia para el cuarteto.<br />
La mina del vestido azul estaba buena, según los ojos de Damián. Ella llevaba un vestido corto que le dejaba ver el vientre planito y un<i> jean</i> azul oscuro bien ajustado que no dejaba nada de trabajo a la imaginación masculina. Tenía el pelo negro suelto hasta la cintura, abultado en uno de esos extraños peinados; la piel blanca, no lo suficiente para parecer del tono de la nieve pero lo suficiente para decir que no era una de las típicas y hermosas morenas latinas; unos pechos formidables, perfectos, noventa con seguridad; una cinturita de muñequita <i>Barbie</i>; y el culo, era lo mejor: redondito como una mazanita, daban ganas de mordérselo y dejarlo como el logo de <i>Apple</i>. La mina se entusiasmó con la siguiente canción, una de<i> reggaeton </i>de Daddy Yankee y fue allí cuando Damián comenzó a perder el control.<br />
La chica, se llamaba Tamara y era todo lo que había cruzado de palabras con Damián, ya estaba medio borracha, tal vez había tenido la previa en la casa de alguna amiguita loca, amante del miembro masculino y de los tratamientos faciales con no-cremas-que-vende-<i>Avon</i>, pero a Damián no le importaba nada, salvo el tratamiento de su amiga que, si de verdad era real, hubiera estado bueno conocerla. <br />
Tamara se puso de espaldas y apoyó su culo en Damiancito, comenzó a mover su atributo espectacular a un lado y luego al otro, para abajo y para arriba. Cuando subía era una cosa muy hermosa, Damián se imaginó metiendo su cara en ese culo desnudo y sacudir su rostro hasta que le ardiera su nariz de tanta fricción. Su compañerito fiel comenzaba a ponerse duro, pero debía resistir con todas sus fuerzas. Por suerte, llevaba encima un calzoncillo que le apretaba lo suficiente para lograr mantener a Damiancito bajo control por un buen rato. Tamara se dio media vuelta y lo tomó con sus manos del hombro de su compañero ausente de baile y comenzó a bajarlos recorriendo el cuerpo del muchacho de un modo muy sensual. El escote de ella también dejaba poco laburo a la imaginación. Damián miró a un costado y vio a su hermano con la Chica de rojo, en una épica lucha entre lenguas. Una de sus manos estaba apoyada en el culo de la chica. Sintió presión en Damiancito y bajó la mirada. La mano derecha de Tamara estaba apretándole a su amiguito mientras ella se remojaba los labios con la lengua lenta y sensualmente y su mirada ardía de deseos fogosos. Le guiñó un ojo y le sonrió.<br />
—Con... con permiso, Tamara —dijo a los gritos y los ojos inyectados en sangre; a diferencia del protagonista vampiro de Crepúsculo, Damián sí tenía presión sanguínea y sí se le paraba y, por lo tanto, sí podría dejar embarazada a una mina sin recurrir a un argumento colapsado por sus propias ideas que no pegaran ni con La Gotita.<br />
—¿Qué hacés? —le preguntó ella con el ceño fruncido.<br />
—Voy al baño... y... ya vuelvo.<br />
—¿Sos marica? —preguntó ella, pero Damián no la oyó. Se encontraba camino al baño.<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;">4</div> Damián entró a uno de los servicios individuales y cerró la puerta. Se bajó la bragueta y dejó que Damiancito vomitara todos sus sentimientos en el inodoro. Sus ganas de mear eran tan fuerte que le ardía la punta del pito. Miró al techo y sonrió. Ya ni se acordaba de Estefanía, en su cabeza danzaba el maravilloso culo de ensueño de Tamara y nada más. También intercambiaba protagonismo con los pechos de la señorita bailarina <i>sexy</i> del siglo XXI. Esperó unos momentos a que Damiancito se calmara un poco y tiró de la cadena. Es increíble, pero los baños de los boliches siempre están repleto de pendejos hablando de cosas desagradables o de alcohol, uno que otro que no logra tener puntería mientras mea, el afortunado que dice que se encontró cien pesos en el suelo del boliche y están los que entran constantemente a mojarse la cabeza debido al gran calor humano que emanan las pistas de baile. Y siempre hay un Damián, ese que observa pero no opina, sonríe cuando lo miran y baja la cabeza cuando alguien se da vuelta con el pito todavía al aire después de orinar.<br />
Damián se lavó las manos y salió una vez más a la cancha.<br />
<br />
Buscó a Tamara por todos lados pero no lograba hallarla. Cuando la vio, esta estaba bailando con un morocho enorme. El chabón la empujó con sus manos en la cintura de ella hasta tocarse frente a frente y le comió la boca de un beso de la puta madre. Luego, le apretó los cachetes del culo con ambas manos. Eso dejó a Damián fuera de combate en el campo de batalla de Tamara, la cual debería de tener una experiencia del carajo en guerras entre dos. Se encogió de hombros y se acercó a la barra.<br />
—Una cerveza, por favor —le pidió al<i> barman</i>.<br />
El tipo le alcanzó una <i>Bud</i> bien helada. Cuando se dio media vuelta para volver a sentarse en los cómodos asientos del fondo, una voz femenina lo llamó por su nombre.<br />
—Damián —dijo la voz a alto volumen—. Al final viniste.<br />
El aludido supo al instante que la dueña de aquella voz agradable era Estefanía. Giró su cuerpo hacia la izquierda y allí la vio a ella, hermosa, como siempre, solo que ahora parecía una princesa con un vestido blanco raro de hallar en lugares como ese. Su pelo estaba recogido, como siempre, en una cola de caballo, y sus piernas estaban a la vista de cualquier caníbal.<br />
—Hola, Tefi, estás... estás hermosa, che.<br />
—Gracias.<br />
Ella se acercó a él y lo abrazó. Damián se sintió seguro y feliz entre sus brazos, sintió que nada podría destruir ese momento jamás. Eso, señores, eso se llama amor: cuando el enamorado quiere detener el tiempo y pasar la eternidad junto a la mujer de sus sueños.<br />
—Está lindo el nuevo boliche, ¿eh? —comentó ella.<br />
—Sí, la verdad que sí. Lindo lugar.<br />
Damián no podía apartar su vista de los ojos verdes de ella. Cada día estaba más hermosa. Tomó un gran sorbo de su cerveza y le preguntó si quería un trago. Ella aceptó un poco. No entendía cómo mierda es que nunca había sido capaz de decirle todo lo que se merecía. Impulsado por sus deseos y por una buena dosis de alcohol en sangre se dispuso a confesarle todo.<br />
—Tefi, tengo algo que decirte.<br />
Ella lo miró y le sonrió. Un hombre se le acercó a y le pidió bailar.<br />
—No, ahora no —dijo ella—. Estoy charlando con un amigo.<br />
—Andá, amiga, sé que te gusta bailar. Después podemos hablar, este lugar es una cagada para dialogar.<br />
Ella se encogió de hombros y accedió al pedido del extraño. Por alguna razón, Damián sintió que lamentaría lo que su cobardía lo había llevado a hacer en ese momento. Bebió de su cerveza y la miró bailar junto al tipo, bien parecido, alto y musculoso, y tenía ojos claros. Qué pelotudo había sido al entregarle a su amada en bandeja de plata.<br />
Pasaron tres canciones y aún continuaban bailando. Damián iba por su tercera cerveza. Bebía apresurado y su cuerpo comenzaba a tambalearse de a poco. Era evidente que no bebía con frecuencia. El tipo acercó su rostro al de Estefanía y la besó, en la boca. <br />
Damián dejó caer sus brazos, inertes, y unas lágrimas se filtraron por su fortaleza al ver la escena. Ahora necesitaba escapar de allí, pronto.<br />
Salió a toda prisa del boliche. El patovica lo miró despectivamente.<br />
El aire fresco era hermoso. Sus oídos retumbaban al saborear la paz. La música aún se escuchaba pero no era tan intensa como adentro.<br />
Damián bebió toda su cerveza y miró a la autopista. Caminó hasta allí, solo eran treinta metros. <br />
El reloj marcaba la una y media de la madrugada. Pocos vehículos transitaban ese camino de asfalto a altas horas donde el sueño gobernaba a gran parte de la población. Damián se sentó en el guardarraíl, estaba frío, en contraste con la noche, y mojado por el rocío, eso no contrastaba con las personas dentro de Medianoche. Miró al cielo y vio las estrellas. Buscó constelaciones por un ratito hasta que se cansó rápido. Ya las conocía a todas, al menos a las del Hemisferio Sur.<br />
Sentía la paz interior acariciar su alma. Hasta que oyó una voz a su lado y se asustó como nunca en su vida.<br />
—Hola, Damián.<br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;">5</div> —Hola, Damián —lo saludó el hombre que estaba sentado al lado derecho de Damián, este nunca lo vio llegar y se llevó el susto de su vida. Algo le brillaba apenas sobre la cabeza.<br />
—¿Quién es usted y cómo sabe mi nombre? —le preguntó, asustado.<br />
El extraño le sonrió. Damián había visto esa sonrisa y ese brillo sobre su cabeza antes. Pensó un momento y lo recordó.<br />
—Usted fue el que me saludó antes de entrar al boliche.<br />
—Así es. Estoy acá para ayudarte. Es muy difícil explicarte todo así que solo te diré que mi trabajo consiste en darte una mano en tus problemas —explicó el extraño—. Un problema que ahora no es tan grave, en realidad siempre es grave para un adolescente que lo sufre pero no para el resto de la sociedad. Tu problema te puede llevar a una locura grande, podrías matarte y matar a otros, no en ese orden, y no es la idea. Sos un pibe bueno, por eso Dios me mandó a ayudarte a ponerla.<br />
—¿Dios? Discúlpeme, señor, pero usted está un poco loco —dijo Damián mientras se levantaba de su banco improvisado.<br />
—No, mirá mi cabeza. Allí hay una aureola que brilla, ahora lo hace poco porque está un poco vieja, ya tiene unos meses de uso. Soy un ángel, un ángel de la guarda y mi misión es proteger y evitar graves accidentes, y vos vas a provocar uno muy grave. Por cierto, mi nombre es Renso, y mis alas no las podés ver por cuestiones de seguridad. —Tendió su mano derecha a Damián. Este no confiaba en el extraño, todo era muy raro, pero le convenía seguir el juego del loco, no sabía si estaba armado o no y no pensaba correr ninguna clase de riesgo. Le estrechó la mano al extraño, a Renso. A un ángel sin alas o con alas invisibles. ¿<a href="http://elnegropeligro.blogspot.com/search/label/Alas%20del%20cielo" target="_blank">Alas del cielo</a>, tal vez?<br />
—Bien, comencemos desde un principio. Fuiste un boludo al dejar que Estefanía se fuera con el tipo alto. Pero es normal en vos dejar ir a lo que más querés. También es cierto que estás cagado por un elefante y que no podrás ponerla a menos que estés enamorado. Ya lo intentaste en la noche de tu cumpleaños número dieciséis y fallaste, y eso que Carlita estaba más buena que la mierda.<br />
—¿Cómo carajo sabe todo eso? —preguntó Damián, asombrado. <br />
—Información del Jefe, de Dios. Bueno, debemos volver al boliche a terminar con tu amargura y con tu mala racha de goleador —dijo Renso mientras ya caminaba en dirección a Medianoche—. Por cierto, voceame que no soy ningún viejo para que me trates de «usted», pendejo.<br />
Damián lo siguió. Eso sí que era extraño, pero casi tenía la certeza de que era producto de su imaginación borracha. No hay mal que por bien no venga, pensó sin sentido alguno. ¿Dónde estaba el mal y dónde el bien? No había nada que perder si volvía al boliche.<br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;">6</div> El patovica no dejaba entrar a Damián de nuevo, negaba haberlo visto allí durante la noche. Parecía decidido a no dejarlo pasar nunca más en su vida.<br />
—Bien, parece que no entraremos ni en pedo aquí —dijo Damián mirando a Renso.<br />
—¿A quién le hablás, pibe? —preguntó el patovica.<br />
—No puede verme —dijo Renso—. Nadie puede verme, salvo vos. A ver, dejame ayudarte.<br />
Renso se posó detrás del patovica y le tocó el culo. El patova se cruzó de piernas e hizo un gesto muy raro con su cara, presionó sus labios hasta que fueron una línea blanca en su rostro y dio media vuelta como una bailarina de patinaje artístico casi profesional.<br />
—Con permiso —dijo, y corrió a la parte trasera del boliche a toda velocidad.<br />
—¿Qué le hiciste? —preguntó Damián.<br />
—Nada, solo lo ayudé a liberar su tránsito lento. Mañana me lo agradecerá, si supiera que fui yo quien lo ayudó. Ahora sí, entremos que nadie nos lo va a negar.<br />
Una vez dentro, Renso se movía dejándose llevar por el ritmo de la música. Miraba los culos danzantes en una maravillosa noche sin final. Damián se reía de las ocurrencias de su ángel de la guarda. Estaba medio en pedo pero aún podía disfrutar de la noche. Su imaginación funcionaba a mil por hora. Una maravilla de otro planeta.<br />
—Dale, Dami, vení. Y no pienses más que soy un personaje de tu imaginación o te va a pasar lo mismo que al patovica, y vos no me lo agradecerás mañana.<br />
Damián avanzó entre la multitud, siguiendo la aureola que apenas se divisaba entre rayos láseres y luces que se encendían y apagaban acompañando el ritmo de la música que harían sangrar a los oídos más experimentados. De repente, todas las luces se apagaron y la música cesó. Un presentador habló desde el escenario, era el único al que podía verse en todo el local.<br />
—¡Buenas noches, amigos y amigas! —gritaba como uno de los conductores de los programas de cumbia que podían verse por la televisión abierta los sábados por la tarde—. Esta noche les damos la bienvenida a Medianoche con un show de <i>streepers</i>. Nuestra amiga Noelia representará a una enfermera muy mala, no tanto como Annie Wilkes pero con un ojete mucho más bueno, seguro, que no se deja encarcelar por Claudia, nuestra policía que no infringe la ley, solo le gusta bailar en el caño y desnudarse ante su público.<br />
—Es un presentador pésimo —le dijo Renso a Damián al oído.<br />
—Sí —afirmó Dami, quien nunca vio un show de <i>streepers</i> en vivo. Y no quería perderse este—. ¿Podemos mirar el show antes de continuar, Renso?<br />
—Claro que sí —respondió Renso—. Soy un ángel, no un monstruo. Además, hace tiempo que no veo un show de estas características, creo que Agustina se enojaría mucho si lo hiciera.<br />
—¿Quién es Agustina?<br />
—Mi novia.<br />
—Ah.<br />
Damián miraba entusiasmado el comienzo del show, como todos los hombres presentes. Vio, cerca del escenario, la cabeza de su hermano, era indiscutible, cualquiera reconocería semejante cabeza redonda a kilómetros. Agitaba sus brazos y lo acompañaban dos morochas a cada lado.<br />
—Tu hermano es un semental, Dami —comentó Renso—. Este sí sabe de la vida.<br />
—¿Acaso yo no sé nada?<br />
—Solo sabés calcular ecuaciones y nombrar constelaciones mientras mirás al cielo. A las mujeres hay que conquistarlas con el pedazo, sólo con el corazón no alcanza. No creas todo lo que dice Arjona o te va a ir muy mal en la vida.<br />
Damián asintió. ¿Tendría razón Renso en todo lo que decía? ¿Con el pedazo conquistó a Agustina? Si hubiera sabido la verdadera historia que ocultaba Renso detrás de su noviazgo sabría que el ángel mentía un poco respecto a las conquistas, con el trozo solo se conquistan amores de una noche, a los amores para toda la vida se los conquista con el alma. Todo lo hacía para darle confianza al muchacho, porque lo que estaba por venir no se podría mostrar a las tres de la tarde por televisión.<br />
El show comenzaba, de fondo la música para esta clase de espectáculos aumentaba su volumen hasta valores insoportables para el ser humano.<br />
La enfermerita Noelia, morocha perfecta y bien argenta, se abrazó al caño cromado y lo lamió con su larga lengua. Se quitó la parte de arriba de su uniforme dejando al descubierto un interesante sujetador negro en su pecho. Sus gomas eran muy grandes. Hizo algunas piruetas en el caño, se trepó unos tres metros de altura y dejó caer su minifalda desde las alturas de la locura. El conjunto de ropa interior era negro, descubrieron los hombres, fascinados por tan buen arte. Ahora danzaba alrededor del caño acentuando su culo cuando apuntaba hacia el público, era redondo, perfecto, simétrico, hermoso, le ponía a todos los chabones la piel de gallina y le generaba una maravillosa sensación en la garganta a Damián.<br />
Noelia se quitó la parte de arriba dejando al desnudo sus pechos perfectos, los cuales bailaban al son de los pasos de su dueña versión enfermera, una que le hubiese venido muy bien a Paul Sheldon. Damián estaba que estallaba. Miró a Renso y vio que este sonreía, parecía que le gustaba todo aquello. La música sonaba cada vez más fuerte. La enfermera se colocó de modo tal que el caño quedara entre sus pechos y Damián se la imaginó a ella con sus pechos rodeando a su pene a punto de acabarle en toda la cara. Ese maldito tratamiento facial que tanto le generaba fantasías para nada vacías. Ella dio un par de vueltas y se detuvo frente al público. Llevó sus manos a los lados de su cintura y amagó con quitarse lo único que le quedaba para quedar completamente desnuda. Cuando levantó sus manos sin hacer nada se oyeron muchos silbidos y un intenso «NOOO» en todo el boliche generado por voces masculinas. La<i> streeper</i> sonrió y se sacó la bombachita negra sin inmutarse. Arrojó el objeto preciado, calentito y con olor a flores abiertas al público cachondo. Con su mano derecha se tapaba el anhelo de todo hombre y, a continuación, hizo un saludo con su mano libre. Se dio media vuelta y ese culo fantástico, merecedor de muchas reverencias, se llevó todos los aplausos <br />
La otra<i> streeper</i>, Claudia, entró en escena empujando a Noelia hacia la parte trasera del escenario, como lo tenían ensayado, ella era la policía, la chica mala con la que todo hombre quiere ser arrestado. Y era rubia, como la protagonista de los sueños mojados de hombres sin alcance... El show fue similar al de la enfermera, solo que la primera lo hizo mil veces mejor. Damián creía que era porque Noelia, de la cual ya no recordaba el nombre salvo su culo, era morocha y, por eso, la preferida del público. Sin embargo, la rubia dejó a más de un espectador un poco más que caliente. Claudia, la policía mujer, mostró todo lo que tenía para mostrar. Damián terminó al palo. No había dudas que Medianoche le había proporcionado un gran show de<i> streepers</i>. A él y a todos los caballeros presentes.<br />
—Wow, así sí que vale la pena laburar —comentó Renso mientras se acomodaba el bulto—. Bueno, busquemos a Estefanía de una vez por todas. No veo la hora de llegar a casa y ponerla en remojo por seis horas o más.<br />
—Dale —dijo Damián, que caminaba con las piernas abiertas.<br />
El presentador volvió a hablar a su gente:<br />
—Y ahora queremos que sean las chicas del público quien nos vengan a demostrar sus habilidades en el caño. Hay un premio jugoso para ellas.<br />
Jugosa tengo esta, pensó Damián.<br />
—Las chicas que quieran participar que suban al escenario —continuó el presentador—. Sí, ustedes, las que levantan las manos. Suban.<br />
Cinco chicas subieron al escenario con el rostro sonriente y una mirada de puta de campeonato. Esas miradas eran muy provocadoras para cualquiera que las vieran. Se pararon frente al público.<br />
Renso se detuvo repentinamente mirando al escenario.<br />
—¡Mierda! —exclamó.<br />
—¿Qué? —preguntó Damián mientras desviaba su mirada hacia el escenario. Miró a las chicas en el escenario, una de ellas era la Chica de azul, Tamara, con quien había bailado hacía un siglo atrás, al lado de ella estaba Estefanía y luego...<br />
—¡TEFI! —gritó, sintió un mareo y se dejó caer. Renso lo tomó del brazo derecho para que no cayera. Damián recuperó un poco el equilibrio.<br />
—Tranquilo, vamos para allá. Debemos sacarla del escenario. Esto se puso más complicado de lo que me imaginaba, siempre me la hace difícil el Jefe.<br />
Damián avanzó entre la multitud a empujones y uno que otro codazo, recibiendo más de un insulto por parte de la gente.<br />
—Tranquilo, Dami. Vamos a llegar bien —intentó calmarlo Renso, pero sabía que los celos eran más poderosos que cualquier mierda a esa hora de la madrugada y en esa situación tan complicada.<br />
La chica del vestido azul fue la primera en bailar en el caño, el vestido azul terminó a un lado del escenario. Sus pechos eran una maravilla que valía la pena contemplar. El público le regaló un minuto de fuertes aplausos. Los hombres amaban la osadía de las chicas desconocidas. Amaban que se desnudaran ante ellos y Tamara había cumplido con lo pedido.<br />
—Aquí pasó Tamara, mis queridos amigos —dijo a los gritos el presentador, olvidando que llevaba un micrófono entre sus manos—. Una loca con clase. Y ahora les presento a Estefanía.<br />
Damián subió al escenario, se detuvo al ver a Tamara con sus tetas al aire mientras se agachaba para recoger su ropa. Esta se dio media vuelta y le vio el culo.<br />
Ese culo me acarició a Damiancito, pensó. Oyó el nombre de Estefanía por los parlantes y subió al escenario.<br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;">7</div> —¡No lo hagas, Tefi! —gritó.<br />
Estefanía se dio media vuelta. Estaba un poco borracha.<br />
—No te desnudes delante de todos estos pajeros.<br />
Los silbidos no tardaron en dejarse oír. El presentador se acercó a él mientras tapaba el micrófono con su mano y lo alejaba del rostro.<br />
—Bajate ahora, pendejo, o te cago a trompadas.<br />
Renso se acercó a él y le tocó el culo. El presentador abrió los ojos de par en par.<br />
—Carajo, te salvaste porque me agarró ganas de cagar. Dejá que las pibas se desnuden.<br />
—Que hagan lo que quieran, pero ella no —dijo señalando a Estefanía.<br />
—¡Eh, hermano, desnudate vos! —gritó José entre el público.<br />
Las chicas apoyaron la idea del hermano de Damián. Este lo miró a Renso y el ángel no supo hacer otra cosa más que encogerse de hombros.<br />
—Dami, ¿qué hacés acá? —le preguntó Estefanía.<br />
—Te amo, Tefi. Te amo desde que te conozco y no voy a dejar que te desnudes adelante de toda esta gente.<br />
Renso vio cómo el presentador no aguantó más y corría al baño. Luego vio a los dos pibes, a punto de besarse, todo iba bien.<br />
—Dami, ¿por qué ahora? ¿Por qué esperaste tanto tiempo para decírmelo? —le preguntó Estefanía.<br />
—Por miedo, por boludo, por las dos cosas. Pero ya no. No quiero perderte.<br />
—¡Bueno, loco, queremos ver a alguien desnudo! —gritó una mina a lo lejos—. ¡Mucho amor pero demostránoslo desnudándote!<br />
—Perdón, Tefi —dijo Damián, la besó y se acercó al caño. Dos de las chicas participantes se colocaron a cada lado de él—. Música,<i> DJ</i>.<br />
Las chicas comenzaron a manosear a Damián por todos lados, este sonreía y disfrutaba del momento. Ella ya sabía la verdad, la miró, leyó en sus labios un «Te amo» y luego le regaló una sonrisa estúpida de borracha. Miró a Renso y este le confirmó con un movimiento de cabeza. Sí: ella lo amaba y estaba borracha.<br />
Las chicas se quitaron sus respectivas blusas y la camisa a Damián. Sus senos rozaban el pecho de Damián. Le quitaron el pantalón dejando al descubierto un calzoncillo slip negro bien apretado, casi parecía una zunga. <br />
—Ese es mi hermano —comentó José a una de sus chicas—. La tiene grande como su hermano mayor.<br />
Las chicas también quedaron en ropa interior, hacían que el caño también fuera partícipe de la acción. Una de ellas se quitó el corpiño y tomó de la cabeza a Damián hasta obligarlo a arrodillarse. Puso sus senos en la cara de Damián y los agitó hacia los lados. Damián sentía un calor incontrolable. Estaba todo despeinado, aunque a nadie le importaba.<br />
Renso movía su cabeza y sonreía. La miró a Estefanía y vio en el rostro de ella mucho enojo, celos. Eso era bueno, aunque debía hacer algo o se le pondría fea la cosa a Damián después. Se acercó a ella y...<br />
—Perdón, Agus. Vos sabés que te amo un montón pero este mi trabajo. —Posó su mano derecha en la vagina de Estefanía. Dami nunca vio este suceso.<br />
Estefanía tuvo que irse al baño porque la regla le había llegado, antes de tiempo. Hija de puta.<br />
—Que siga la diversión —dijo Renso, y continuó disfrutando del espectaculo—. Ahora sí, háganle lo que quieran, locas de mierda.<br />
La otra chica también dejó su pecho al desnudo. Lo controlaron a Damián hasta dejarlo acostado en el suelo, boca arriba. La segunda chica, de pelo castaño, se quitó la bombacha de inmediato y se apoyó sobre Damiancito. Este estaba que iba a explotar. La chica danzaba sobre Damiancito ignorando que allí habían cientos de espectadores. La otra chica posó su culo en la cara de Damián y lo movía de un lado al otro. La felicidad en el muchacho no tenía nombre. Y los aplausos no tardaron en hacerse oír.<br />
La chica sobre el pene le sacó el slip al muchacho y lo ayudó a levantarse. Damián le enseñó a Damiancito a todo el público con las manos en alto, no dejaba de saludar a todos lados mientras su gran atributo le colgaba y recibía cientos de miradas mojadas. Las chicas no paraban de aplaudir y los tipos no podían cerrar sus bocas. El show más bizarros que jamás habían visto había acabado. Renso también aplaudía.<br />
Una de las chicas le comió la boca a Damián, la que estaba completamente desnuda y le tocó el pajarito. Las chicas espectadoras pegaron un grito repleto de calentura y medio pueblo quedó sordo.<br />
Damián hizo una reverencia y dio media vuelta para bajar del escenario. Renso se acercó a él.<br />
—Gran show, Dami —le dijo—. Yo sabía que tenías potencial, solo había que despertarlo.<br />
—Gracias, Renso. Gracias por ayudarme a confiar en mí.<br />
—No, fue el amor el que te ayudó a confiar en vos mismo. Aun así, uno hace las cosas más extrañas en nombre del amor. Vamos, vestite o las minas te van a comer a vos y a tu considerable pedazo.<br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: center;">8</div> Renso se despidió de Damián. Lo saludó con un gesto de manos. Las chicas detrás del ángel no paraban de murmurar y vitorear el nombre «Damián». Lo saludaron, todas contentas con el gran espectáculo regalado. El presentador le había pedido que hiciera unos cuantos shows más para Medianoche pero Damián lo había mandado a la mierda. No más desnudos delante de tantas personas, salvo delante de dos o tres, si algún día a Estefanía se le antojaba una orgía.<br />
—Locas de mierda —comentó ella desde el asiento de atrás.<br />
—Sí. Damián, veo que seguiste mis consejos y te abriste a la sociedad. ¡Ese es mi hermano, carajo! Por cierto, mis amores me esperan —informó José mientras ponía el coche en marcha—. Así que los llevo a casa y vuelvo a buscarlas. Estos remiseros de mierda que no están cuando uno más los necesita.<br />
—Vamos,<i> brother</i>, si ya las tenés a todas. Estarán ahí esperándote cuando vuelvas —dijo Damián.<br />
—Es cierto. Es cierto. Pero no me gusta hacerlas esperar. Todavía la noche no se termina...<br />
<br />
El auto se detuvo frente a la casa de Estefanía.<br />
—Papá y mamá no están esta noche. Si querés quedarte un rato, Dami, por mí no hay problemas —dijo ella con una voz y una mirada fulminante de zorra. Damián no lo dudó un instante.<br />
—Excelente, esta noche habrá tiroteo para mi hermano —dijo José, y los echó de su vehículo.<br />
El coche salió a toda velocidad hacia la ruta dejando una estela de polvo considerable en la calle de tierra.<br />
—Dame tu mano, Dami. Hoy me vino, así que estaremos más tranquilos —informó, pero Damián no la oyó. Ya casi no pensaba a las tres de la madrugada.<br />
Ella llevó la mano de Damián a su pecho y la presionó con mucha fuerza. Lo miró a los ojos mientras se mordía los labios de un modo muy sensual.<br />
—Esta noche seré tuya, Dami. Haceme mujer.<br />
—Y vos, Tefi, haceme hombre.Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-40617367807004747512012-01-06T21:18:00.002-03:002012-01-18T12:45:29.610-03:00Alas del cielo (Capítulo VII)<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">VII. SOLO UN SUEÑO</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">1</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos abrió el sobre con las cartas y le dio una a Agustina. Él se quedaba con la otra. Sentía como si experimentara un <i>Déjà Vu</i>, solo que Laura no estaba allí recibiendo una de las cartas, su amiga ocupaba su lugar.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Bien, no podemos hacer otra cosa más que esperar —dijo Marcos—. Ojalá tengamos tanta suerte o un poco mejor que cuando estuvimos arriba.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Alejandro y Agustina asintieron.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> El sol se había movido unos grados en el cielo en una trayectoria inalterable. Alrededor del hospital se detectaba poco movimiento a esa hora de la mañana. Era como si los accidentes esperaran las horas picos para salir a las calles y causar estragos a los casuales (causales) afectados. En el horizonte se divisaba unos nubarrones negros que anunciaban una potencial tormenta.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Puedo sentarme a esperar a que llegue La Fiera? —preguntó Alejandro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Sí, nadie te lo niega, Ale —contestó Marcos. Por alguna razón no se sentía del todo conforme con el avance de los sucesos. Sentía que era él quien debía estar al lado de Laura y no Renso, una vez más se sentía como una marioneta del destino, como si no actuara del todo como lo indicaba su propia voluntad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Cuando Alejandro se acomodaba en un bloque de cemento frente al hospital y se sentaba, llegaba Cielo con un acompañante. Marcos vio que era Ezequiel y su sorpresa casi le provocó un infarto. El desgraciado estaba en libertad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Qué mierda hacés acá, hijo de puta?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Vengo a terminar mi trabajo, vecino. Los voy a matar a todos. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Observaron que este llevaba un arma en una de sus manos, la derecha. La levantó y comenzó a disparar.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos se arrojó detrás del bloque que usaba Alejandro de asiento mientras este se dejaba caer de espaldas. Agustina corrió dentro del hospital. Ezequiel disparaba y gritaba. Era obvio que estaba más loco que una cabra. La Fiera levantó sus manos al cielo y las nubes que hacia rato se encontraban cerca del horizonte comenzaron a acercarse más rápido de lo normal entre relámpagos y truenos. Ella sonreía y los miraba ocultos tras el bloque. El viento arreciaba delante del hospital generando un remolino que danzaba con el cabello de La Fiera.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Un guardia del hospital se asomó a la puerta principal y gritó a Ezequiel que dejara de disparar. Este hizo oídos sordos y disparó al interior del nosocomio. Un rayo cayó del cielo hacia el guardia que fue lanzado varios metros debido a la alta energía eléctrica que recorría su cuerpo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Hija de puta —dijo Alejandro—. Es más fuerte de lo que imaginábamos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos solo asintió. No podía creer lo que veían sus ojos. Todo debería ser un maldito sueño o, mejor dicho, una pesadilla.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Si tan solo fuera un sueño.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"></div><a name='more'></a><br />
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<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">2</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina corría por los pasillos en dirección a la habitación 217. Necesitaba de la ayuda de Renso. Vio lo que Cielo le había hecho al guardia y supo que no estaban en condiciones de enfrentarse a ella. Esas cartas de mierda no servirían para nada.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Los padres de Laura la vieron llegar y le preguntaron qué pasaba afuera pero ella no los escuchó. Cruzó la puerta y vio a Laura en su lugar. Pero Renso no estaba allí. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Se acercó a su amiga y la observó por unos momentos. Ella descansaba bajo el poder de un sueño que no la dejaba despertar. Ella era presa de un sueño. ¿Y dónde mierda estaba Renso?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Detrás de ella entraron los padres de Laura pidiendo explicaciones.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Perdón —se disculpó Agustina—. Afuera hay unos locos que están disparando al hospital y quería ver si Lau estaba bien.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Oímos los disparos —dijo la madre de Laura—. ¿Acaso son terroristas?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —No lo sé. Pero lo mejor sería que se queden junto a ella —dijo señalando a Laura.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Los padres asintieron. En los pasillos había movimientos gobernados por la paranoia y el pánico. Agustina presionó con fuerza su carta y caminó por el pasillo en dirección a la entrada del hospital. El naipe brilló ante sus ojos y ella lo dejó caer al sentir que le quemaba la mano. La luz fue más intensa que la obligó a taparse los ojos. Al abrirlos, vio en el suelo una espada, era de verdad. Se agachó, con cierta desconfianza, y la agarró. Estaba fría, la levantó, era pesada. Su hoja de doble filo le arrancaba destellos a la realidad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina sonrió y corrió por los pasillos. Eso sí que era un arma de verdad. Miró una vez más la espada y vio su reflejo a través de la hoja. Era perfecta. Era su esperanza para ganar la batalla.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">3</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Renso no podía escapar de la mente de ella. Lo había atrapado. No caía en la cuenta de que se había dirigido a su trampa. Ahora estaba dentro de Laura, en sus sueños repletos de oscuridad. La oía a lo lejos pero no entendía sus palabras. ¿Por qué no quería que peleara?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Es una batalla que deben ganar ellos —le había dicho Dios antes de volver a la Tierra en versión de muerto—. Vos solo los debés guiar y proteger.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Continuaba caminando sobre no sabía qué carajo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¡Dejame volver, Dios! —gritó en la oscuridad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —No puede —dijo una voz femenina.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Laura, ¿sos vos? Dejame pelear junto a ellos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —No puedo dejar que te maten. Si ella lo hace dejarás de existir.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Y tus amigos? ¿Ya no te importa cómo puedan terminar ellos?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Ella sabe cómo derrotarla. Confiá en ella.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Ella? ¿Agus? —preguntó Renso desesperado—. No, dejame volver.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Por favor, quedate conmigo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;">Renso se encontraba solo en un sueño eterno. Las ideas de Dios eran demasiado locas para comprenderlas.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Esto era solo un sueño. Allí estaba protegido. ¿Tan importante era para el Jefe que lo protegía de ese modo? No sabía la respuesta.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">4</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Tomá —dijo Cielo mientras le daba la otra pistola a Ezequiel—. Matá a tu vecino.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Ezequiel asintió y caminó hacia el bloque de cemento que los resguardaba de ellos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos vio cómo su carta emitía una luz intensa y tuvo que dejarla caer porque ardía. Alejandro vio en lo que se había transformado. Tomó la espada con sus manos y dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Esto es demasiado flashero ya. Si no estoy drogado y alucinando esto, pego en el palo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Viene hacia acá —dijo Marcos mientras le quitaba la espada a Alejandro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Y yo qué mierda hago?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —No lo sé, entretené a La Fiera. Voy a matar a este hijo de puta.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos se levantó y corrió alrededor del bloque de cemento. Ezequiel apuntaba con paciencia, necesitaba obtener la puntería perfecta.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Cielo vio que ese humano llevaba una espada en su mano derecha. Esa era un arma celestial. No podía correr el riesgo de que su peón fallara su tiro y luego intentaran derrotarla nuevamente. Levantó sus manos al cielo y recargó su energía. Un rayo se generaba a miles de metros de altura. Ella lo iba a matar. No volvería a fracasar como lo había hecho en el Cielo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Vamos, disparame —le dijo Marcos a Ezequiel mientras con su mano izquierda se golpeaba el pecho y con la derecha alzaba la espada y se movía de un lado al otro a toda velocidad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Si te quedaras quieto, lo haría. Que no te quepa dudas.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Claro, querés que todo sea fácil, como dispararle a Laura.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Cielo dirigió su mirada hacia Marcos y, cuando estaba por bajar sus manos, sintió un fuerte golpe en la nuca. Su visión se oscureció por un momento. Otro golpe, más fuerte. Cayó al suelo. Escupió sangre. Un nuevo golpe en la cabeza. Vio miles de estrellas sin mirar al firmamento. Una vez más se había desconcentrado y olvidado a uno de los humanos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"></div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">5</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Luego del primer golpe en la nuca a Cielo, Alejandro vio que no caía y volvió a golpearla con el trozo de cemento, era hormigón, no podía creer la fuerza que tenía esa mujer. Con el segundo golpe, La Fiera cayó al suelo de rodillas. Vio que escupía sangre y él supo que era la oportunidad para derrotarla. Levantó el pedazo de hormigón y lo dejó caer sobre ella. Todavía respiraba, levantó su improvisada arma pero un disparo lo desequilibró del todo. El dolor en su hombro era tan intenso que se le escapó el hormigón y casi le cayó en la cabeza.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Ezequiel vio cómo Cielo estaba siendo golpeada por Alejandro y, luego de recordar el polvo que ella le había regalado, supo que debía protegerla. Apuntó al amigo de Marcos y le disparó.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Afortunadamente, el disparo de Ezequiel había dado en el blanco, por desgracia, Ezequiel había olvidado a Marcos y, cuando lo recordó, la hoja de una espada sobresalía de su vientre.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Esto es por Laura —le susurró al oído. Marcos sacó la espada de su vecino con toda su fuerza y Ezequiel cayó boca abajo al suelo. Corrió adonde estaba Alejandro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Me dio el hijo de puta. Casi me mata.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Tranquilo, ya casi estamos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Matala, cortale la cabeza antes de que sea demasiado tarde —dijo Alejandro, mientras a lo lejos se oían las sirenas de los patrulleros, la policía estaba cerca.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos se acercó al cuerpo de Cielo y levantó la espada. Miró el cuello de su objetivo y sonrió.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Esto por todos a los que mataste.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Una vez más sentía que en su interior había alguien más controlando su cuerpo y sus pensamientos. Dios, pensó.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Bajó la espada a toda velocidad describiendo un arco perfecto.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">6</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina se acercó a la puerta del hospital y vio una escena horrible. Todo había sucedido muy rápido. Ezequiel estaba tendido sobre un charco de sangre. A lo lejos estaba Alejandro tomándose un hombro herido. Un poco más cerca estaba Marcos parado y frente a él yacía el cuerpo de Cielo. En la entrada del hospital habían algunos espectadores, muchos con sus celulares en manos y otros tomando fotos, que jamás se revelarían por la energía que corría en el sitio. Si supieran que jamás recordarán este momento, pensó ella, quien tampoco sabía cómo conocía ese dato. Por Dios, claro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> La espada chocó contra el cemento. Cielo se había movido con rapidez. Agustina la vio flotar en el aire.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Se pensaron que les sería fácil matarme. Se equivocan —dijo La Fiera mientras los observaba desde las alturas y se limpiaba la sangre de su boca con el dorso de la mano.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina se acercó a Alejandro y lo ayudó a levantarse.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Esto está peor de lo que me imaginaba —comentó Alejandro. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Está bien. Vamos, te voy a llevar al hospital.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Nadie va a ningún sitio —informó Cielo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Vamos, bajá para que podamos matarte —dijo Marcos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Jajaja, con esas espadas no podrán hacerme nada. ¿Y dónde está tu amigo Renso? Sé que estuvo con ustedes pero veo que se cagó todo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos la miró a Agustina y esta se encogió de hombros.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> En las ventanas del hospital habían más espectadores observando el espectáculo con las bocas abiertas. No creían lo que veían: una mujer desnuda flotaba en el aire. Había un hombre muerto y un guardia quemado en la puerta del edificio que no dejaba de gritar.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Cielo levantó sus manos al cielo y, todos, vieron cómo se formaba una masa eléctrica sobre ellas.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina miró su espada y observó el reflejo que se formaba en las hojas. Sonrió al descubrir que allí estaba la clave de la victoria mientras se observaba a través de la hoja afilada. Se acercó a Marcos y levantó su espada.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Oh, veo que querés morir junto a tu amigo, pedazo de puta —dijo Cielo mientras sus ojos se tornaban rojos. Vio que la putita sonreía—. ¿De qué mierda te reís?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —De que te vas a morir —contestó Agustina. </div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos la miró, más sorprendido que nunca, no sabía que tenía tanta capacidad para sorprenderse y esto también lo había sorprendido.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Apuntá a mis ojos —dijo Agustina—. Si me vas a robar mi alma, que sea por la ventana.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Cielo bajó sus manos apuntando a los ojos de esa humana. Ya saboreaba la victoria. Luego seguiría Renso y la puta que casi la había asesinado, Laura. Al final iría por Dios. Todo iba como lo había planeado. El rayo de energía pasó por sobre su cabeza a toda velocidad, a la velocidad de la luz.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina levantó su espada al tiempo que Cielo bajaba sus manos y la colocó delante de sus ojos. Rogó que funcionase su idea. Sintió una sacudida en la espada, que dejó caer al sentir la energía que recorría al frío metal.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> El rayo rebotó contra la hoja perfecta de la espada de Dios y regresó por el mismo camino que había venido, salvo por una ligera inclinación hacia Cielo. Esta apenas tuvo tiempo para darse cuenta de que había perdido la batalla. La energía recorrió todo su cuerpo quemando cada célula de su cuerpo infernal y colapsando su alma. Cayó al suelo como un saco de huesos, inerte, muerto.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Agustina gritó de alegría y abrazó A Marcos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¡Lo logramos! —gritó.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos ayudó a levantar a Alejandro, ambos anonadados, y luego se acercaron al cuerpo quemado de Cielo. Un haz de luz se escurría a través de una pequeña grieta en la piel ennegrecida. Los restos de piel de deshacían en el aire y eran arrastrados por el viento de la tormenta que se alejaba. La luz era cada vez más intensa. Todos tuvieron que taparse los ojos debido a la alta energía liberada.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Cuando la luz había desaparecido, Marcos, Alejandro y Agustina vieron a Patricio de pie frente a ellos. Tenía una aureola en la cabeza y sus alas estaban intactas.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Excelente trabajo, muchachos —les dijo—. Excelente.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Las personas comenzaron a acercarse a ellos, no veían al ángel porque este estaba muerto.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Debemos salir de aquí antes que se ponga complicado —dijo Marcos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Antes llevemos a Alejandro al médico.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —No te preocupes por él —dijo Patricio—. Soy un ángel todavía. Vamos, salgamos de acá antes que llegue la policía. Tómense de las manos, volveremos a un viejo lugar.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">7</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Aparecieron en el baldío. Alejandro se seguía tomando su hombro herido y Patricio se acercó a él, apoyó sus manos en la herida y se la sanó. Sus alas brillaban mientras curaban.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Perfecto —dijo Alejandro mientras movía su brazo con total comodidad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Soy bueno, ¿eh? ¿Dónde está Renso? —preguntó al grupo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —No lo sé. Estaba en la habitación de Laura cuando lo vimos por última vez, iba a protegerla de Cielo y de que no la matara.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Cierto, estoy más o menos informado de lo que había sucedido. Dentro del demonio podés saber algunas cosas que hacen. Bien, iré al hospital. Creo que él sigue ahí. Por cierto, esto de estar muerto no es para nada lindo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Patricio ingresó al cuarto 217 y vio a Laura tendida en la cama. Sentía la presencia de Renso. Estaba en la cabeza de la paciente. Apoyó su mano en la frente de ella y buscó allí a Renso.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Gracias, Pato. Veo que lograron ganarle a la bruja —dijo Renso cuando hubo vuelto a la realidad.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —También que Dios te limitó en esta batalla.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Sí, fue un poco forro ahí. Pero sabía lo que hacía. Si este es el resultado, todo está bien.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Sí.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Podrías devolverme mis alas, amigo? —preguntó Renso luego de un largo silencio incómodo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Claro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Las alas le sentaba bien. Por amor se las había quitado y por la amistad se las había vuelto a colocar, algo más que aprendió allí, junto a la vida.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Bien, terminemos mi trabajo de una vez por todas —dijo Renso y se acercó a Laura posando sus manos sobre el pecho de ella.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Eso es un poco de acoso, Ren —dijo Pato.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Chist, la tengo que curar. Y sí, tiene lindas gomas la guacha.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Sacó sus manos del pecho de Laura y se alejó. Ella abrió sus ojos y los vio a los dos frente a ella. Los dos tenían sus alas.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Tuve un sueño maravilloso —dijo ella, y luego sonrió.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Los ángeles se estrecharon sus manos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Ahora sí, todo había acabado.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">8</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> La recuperación tan rápida de Laura fue considerada por los médicos como «milagrosa». Nuestros amigos sonreían mientras oían estas declaraciones porque de verdad había sido un milagro, pero sabían muchas cosas más.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Laura regresó a su hogar el sábado por la tarde, Marcos la acompañaba y abrazaba. No volvería a dejar que ella se fuera de su vida. Miró al cielo y guiñó un ojo. Sonrió.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Bienvenida a casa, Lau.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Gracias, amor.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Dentro de la casa los esperaban Alejandro y Agustina, ambos jugando un partido de <i>Play</i>.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —¿Y Renso? —preguntó Marcos al no verlo allí mientras saludaba a sus amigos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Lo llamó Dios. Creo que está por darle un trabajo nuevo. Con esto de la crisis —contestó Alejandro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Ah, bien por él —dijo Marcos.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Si supieras que a Renso le gusta tanto trabajar como a mí estudiar, sabrías que no está nada bien.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Tiene que aprender a ser más responsable —comentó Laura. Tomó a Marcos de la mano y lo volvió a llevar afuera de la casa nuevamente, necesitaba decirle algo que le había venido a la cabeza en ese momento—. ¿Sabés que mientras él estuvo en mis sueños pude ver lo que había en su interior? Este muchacho es mucho más importante de lo que imaginamos. Él cayó en este baldío porque nos necesitaba. Ni siquiera Dios sabe de lo que es capaz de hacer Renso, por eso lo cuidó desde el momento en el que regresó a la vida como muerto.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos la miró y vio que ella sabía muchas cosas más. Le preguntó pero ella negó con la cabeza y una sonrisa.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Hay cosas que es mejor no saber, Marquitos. Vamos, entremos que sino estos dos nos van a matar por dejarlos pagando.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Por la puerta se filtraba un destello de luz cuando Renso aparecía en la Tierra. Estaba vestido, sus alas brillaban con mucha intensidad y la aureola se había adaptado a su cabeza.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Hola, amigos —saludó—. Marcos, Ale, los necesito. Es algo muy importante. ¿Podemos hablar afuera?</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Claro.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">9</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Los necesito para mi equipo —dijo Renso a Alejandro y Marcos—. Mañana jugamos contra los arcángeles y les dije a mis compañeros que tengo dos jugadorazos para el equipo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Marcos y Renso asintieron entusiasmados.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Genial, mañana daremos la vuelta olímpicas. Estos putos verán quiénes son los capos del fútbol.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Renso les estrechó la mano a ambos y, antes de volver adentro, les dijo:</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Dios quiere que que me comprometa a trabajar duro, y me preguntó si ustedes tenían disponibilidad horaria, creo que nos quiere juntos. No sé qué planea...</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> —Nunca sabemos lo que va a pasar, solo Dios sabe todo —comentó Alejandro—. Y la verdad es que ya no me importa, si estamos todos juntos no habrá nada que nos venza.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Renso les sonrió, que Dios hiciera lo que quisiera, al fin y al cabo ya no estaba solo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"> Sus alas brillaron con mayor intensidad, el poder de la amistad se intensificaba en esa estructura alada, en las alas del cielo.</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: left;"><br />
</div><div style="margin-bottom: 0cm; text-align: right;"><i>Fin.</i><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/ox-elqWT2K4?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div><div style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: xx-small;">Canción que se nombra un par de veces por los personajes.</span></div></div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-77568729885766596782012-01-01T22:14:00.000-03:002012-01-01T22:14:00.928-03:00Alas del cielo (Capítulo VI)<div style="text-align: center;">VI. SEGUNDA VUELTA</div><br />
<div style="text-align: center;">1</div> Marcos vaga dentro de las pasiones de la oscuridad. Oye la voz de Laura proveniente de los abismos de la eternidad. Corre en busca de un amor que se pierde en el tiempo. La escucha pero no la ve. La siente pero no cree en ella. Necesita despertar pronto. Ella lo necesita aquí, en el mundo tangible. Una vez más.<br />
<br />
Alejandro zarandeó a Marcos para despertarlo y luego le preguntó si quería volver a casa. Este respondió que aún no. Tenía que esperar a que llegaran los padres de Laura. El olor a hospital se infiltraba a través de su olfato para golpearle la razón y nockear sus ganas de seguir otra vez. Ella estaba en coma.<br />
El disparo de Ezequiel le había provocado grandes daños a los pulmones y el corazón estaba débil. Solo quedaba esperar un milagro. Y de eso ellos aprendieron mucho en poco tiempo.<br />
―Vamos a casa, necesitás dormir. Hace más de un día que no descansás, Marcos ―le dijo Alejandro, preocupado por la salud de su amigo.<br />
―No. Pronto llegarán los padres de Laura y necesito estar para explicarles lo que sucedió.<br />
―No irás a contarles todo lo que nos pasó, ¿verdad?<br />
―Claro que no. Creerán que estoy loco, y lo último que necesito es que me metan en un loquero, Ale. Andá vos a casa, son casi las cinco de la mañana. Fijate cómo se encuentra Agus. Está sola en casa y no debería ser así. Lástima que Martín no quiso quedarse con ella, maldito cagón.<br />
Alejandro aceptó y se retiró a la casa de Marcos. No podía hacer otra cosa más que esperar. Lo que todo humano odia: esperar sin hacer nada.<br />
Marcos se reacomodó en la silla del hospital y cerró sus ojos. Al menos allí, en sus sueños, podía hablar con Laura. Por alguna razón, ella lo buscaba en la oscuridad de sus pesadillas para contarle un secreto, pero no lograba alcanzarlo. <br />
<br />
―Es tarde, Marcos ―le dice ella al oído. En la distancia su voz se hace más débil―. No la maté. Ella huyó para abajo y piensa volver pronto. Aún no terminamos.<br />
―¿A qué te referís, Lau? ―le pregunta Marcos mientras extiende sus manos. Quiere tocarla, sentirla, abrazarla, besarla. Allí no hay médico que le prohiba verla.<br />
―A Cielo. Está viva y es peligrosa. No puede ganar.<br />
―No, amor. Te equivocás, ella está muerta.<br />
―Chist ―le calla ella―. Abrí tus ojos. Estate atento. Encuéntrenla o moriremos. Todo depende de ustedes. Esto todavía no se termina.<br />
Su voz se oye lejana, se pierde en las profundidades del horizonte. Marcos cierra sus ojos. Todo es una pesadilla hermosa, solo eso.<br />
<br />
Marcos abrió sus ojos y vio parado frente a él a los padres de Laura. Se puso de pie y tragó saliva. Una vez más debería revivir el último momento de ella, ocultando muchos secretos que solo él y sus amigos conocían.<br />
<div style="text-align: center;"><a name='more'></a> </div><div style="text-align: center;">2</div> Alejandro abrió la puerta de la casa. El silencio era horrible. Encendió la luz y vio a Agustina durmiendo en el sofá del living. Ella lo escuchó llegar y abrió sus ojos.<br />
―Hola, Ale. Disculpame que me viniera a dormir aquí pero me siento mejor así.<br />
―Lo sé, allí durmió Renso.<br />
Ella asintió y se largó a llorar.<br />
Ale se acercó y la abrazó. Le ofreció su hombro, como un caballero del siglo XIX.<br />
―Así te quería encontrar, Alejandro. Queriéndome cagar a mi Agustina.<br />
Agustina y Alejandro miraron hacia la cocina y vieron una luz dirigiéndose hacia ellos. La cara de Renso asomó por el umbral y ella se desmayó.<br />
―Mierda, yo pensé que gritaría de alegría y que luego me vendría a abrazar.<br />
Alejandro se levantó y lo abrazó.<br />
―Estás bien, hijo de p...<br />
―Eh, la boquita ―dijo Renso. Y le devolvió el abrazo―. Vamos a despertarla.<br />
Agustina abrió los ojos y no creía lo que veía. Era Renso. Tenía una aureola en la cabeza pero estaba allí, vivo o muerto estaba allí.<br />
Se levantó del sofá y lo abrazó y besó apasionadamente.<br />
―Estás bien. Estás vivo ―dijo.<br />
―Eso es relativo ―comentó Renso―. Digamos que estoy acá y punto. Al menos pueden verme y tocarme; vos no, Ale, solo ella puede tocarme.<br />
Alejandro asintió asombrado. Pensó un minuto y preguntó:<br />
―¿Y ahora qué pasa que estás acá? No es que me moleste tu presencia pero...<br />
―Digamos que Dios me envió a terminar un trabajo, el mismo que no pudieron concretar porque el Diablo metió la cola.<br />
―¿El Diablo? ―preguntó Agustina mientras se acomodaba a la mesa.<br />
―Se llevó a Cielo y la regeneró. Dios me dijo que el Diablo la enviará a la Tierra para hacer estragos. En realidad, viene a vengarse de ustedes y después quiere terminar el trabajo y destronar al Jefe. Y Rojo piensa aprovechar el momento como lo hacen los abogados y comerciantes.<br />
―Son inagotables las mujeres ―acotó Alejandro.<br />
―E insoportables. Siempre vuelven. ―Renso rió luego de su comentario. Se cayó abruptamente al mirar la cara de reproche de Agustina―. Muchachos, se viene la segunda vuelta.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">3</div> Ezequiel dormía en la camilla. Su hombro estaba vendado e inmóvil por el disparo que le dio su vecino. Afuera habían dos policías que custodiaban al individuo. Una vez se recuperara del balazo de Marcos, iría a la cárcel por intento de homicidio, al menos por ahora. Había sido derivado a otro hospital por cuestiones de seguridad, había dicho el tío de Marcos a este.<br />
―Ezequiel, despertá. Es hora de laburar ―dijo una voz en la oscuridad de la noche.<br />
El aludido abrió sus ojos y miró al frente de la cama. Era una mujer. Y creía conocerla.<br />
―Vos. ―Ezequiel se incorporó y se apoyó contra la pared, aterrado―. No me mates.<br />
―No voy a matarte. Es más, me disculpo por intentar hacerlo en el baldío. Vengo a ofrecerte un trabajo ―dijo la mujer.<br />
―¿Qué trabajo?<br />
―Venganza ―contestó Cielo―. Vamos a vengarnos de Marcos y sus amigos.<br />
Ezequiel sonrió ante la idea. Era lo que más deseaba. Por culpa de su vecino ahora estaba loco e iban a encerrarlo en una cárcel, si no en un manicomio como el <i>Juniper Hill</i> que aparece en algunos libros de King.<br />
―Pero no puedo salir de acá. Afuera hay guardias y, además, tengo un hombro herido.<br />
―No te preocupes por eso. El hombro te lo curo yo. Y los policías están más muertos que nosotros. ―Cielo se rió y sus carcajadas eran más horribles que antes―. Vamos, no hay tiempo.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">4</div> Renso le pidió a Ale y a Agus que lo llevaran al hospital para hablar con Marcos. Necesitaba reunir a los tres para que las cosas tuvieran más posibilidades de salir bien.<br />
―Ok, llamaré un remis ―dijo Alejandro―. Pero lo pagás vos, Renso.<br />
―Claro, ¿aceptarán la Visa Celestial en la Tierra? ―preguntó Renso con cierto dejo de ironía.<br />
―Pago yo ―dijo Agustina―. Hombres, siempre peleando por plata.<br />
―Amor, es que mi plata no sirve...<br />
―Las pelotas, Renso. Llamá al remis, Alejandro.<br />
Los dos la miraron. Una mujer tomando las riendas en una casa era algo que no se veía a menudo y Agustina tenía todo el valor del mundo.<br />
―Debemos meterle pata, muchachos. Esto es una carrera para salvar a Laura y, posiblemente, a la humanidad ―informó Renso.<br />
―¿Y por qué el Diablo no envió a más demonios para pelear? ―preguntó Ale.<br />
―Porque existe un convenio con Dios. Así evitan que la Tierra esté siempre rodeada de guerras por las almas. Ambos se quedarían sin trabajo. Para Rojo es más fácil enviar a alguien para derrotar a Dios y luego actuar que mandar a sus demonios y destruir todas las almas de una. Para Dios es lo mismo, no quiere que su creación sea cagada en una noche. Entonces nos envía a nosotros, sus ases bajo la manga. Cuánto orgullo tengo. De solo pensarlo se me para el pito ―explicó Renso.<br />
―Sos un asco ―dijo Agustina.<br />
―Cuando pruebes un poquito de mí no volverás a decir lo que dijiste. Me vas a pedir más y más.<br />
Ella sonrió y eso era bueno.<br />
Se oyó una bocina de auto. Era el remis. Los tres salieron y viajaron hacia el hospital.<br />
El conductor no podía ver a Renso, lo cual era obvio ya que estaba muerto, solo veía a dos personas hablando con el aire.<br />
―Deberían dejar de dirigirme la palabra los dos ―dijo Renso― o el conductor creerá que están con todos los tornillos desparramados por el suelo.<br />
El viaje fue silencioso, salvo un pedo que se le escapó al conductor, pero todos se hicieron los que no oyeron nada, aunque olieron mucho.<br />
—La puta madre, hasta muerto puedo oler —informó Renso.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">5</div> Marcos estaba muy cansado. Contarle una mentira a los padres de Laura no le hacía muy bien. Se acercó a la entrada del hospital y miró afuera mientras los padres de su novia esperaban en el pasillo. Estaba amaneciendo. Un jueves nacía en el horizonte. Alguien alguna vez le dijo que odiaba a los jueves porque siempre le ocurrían cosas malas. Y él que pensaban que eran los martes los días jodidos.<br />
Un auto se detuvo frente al hospital y de allí bajaron Agustina y Alejandro. También veía a Renso, pero era por el cansancio que sentía. Un producto de su imaginación ya que estaba más muerto que sus ganas de vivir.<br />
―Hola, muchachos. ¿Qué hacen acá? Les dije que si pasaba algo les avisaría.<br />
―Hola, Marquitos ―lo saludó Renso pero Marcos no le dio bola―. ¿Acaso no me ves?<br />
―Jaja, estoy tan cansado que veo a Renso al lado de ustedes.<br />
―Es que está al lado de nosotros ―dijo Agustina.<br />
―Jodeme,¡estás vivo, Renso!<br />
―Dicen que yerba mala nunca muere, solo los que se la fuman.<br />
Los dos se abrazaron tanto que si alguien los veía le daría ganas de llorar; así son los reencuentros.<br />
―¿Cómo mierda sucedió? ―preguntó Marcos.<br />
―Es largo de explicar. No creo que haya mucho tiempo ―comentó Renso. Se metió la mano en el bolsillo y extrajo un sobre blanco―. Dios me dijo que las olvidaron arriba, la necesitamos para terminar el trabajo.<br />
―¿Acaso eso son las cartas? —inquirió Marcos.<br />
―Sí. Son las que usaron para decapitar a Cielo. Y las necesitamos para matarla.<br />
―Pero Laura la mató.<br />
Renso se acercó a su amigo y le contó lo que sabía. Cielo estaba viva y pensaba en vengarse.<br />
―Entonces Laura corre peligro ―dijo Marcos mientras recordaba el sueño que había tenido minutos antes. Dio media vuelta y se dispuso a entrar al hospital. Necesitaba protegerla.<br />
―Solo un poco. Pero calmate, esta vez podemos organizarnos mejor. Si logramos matar a Cielo podríamos salvar a Patricio y traerlo a la vida como a mí: con una aureola en la cabeza. Además, tiene mis alas, si las recupero podré sanar a Laura.<br />
Marcos abrió sus ojos más al oír la noticia. Agarró las cartas que Renso le había extendido.<br />
―Bien, ¿qué esperamos para pelear? Venga esos anchos de espadas.<br />
Renso le sonrió. Se sentía orgulloso de sus amigos. La amistad valía la pena. Morir por los amigos valía la pena. Luchar junto a ellos lo fortalecía y se sentía indestructible.<br />
―¿Cómo vamos a hacerlo? ―preguntó Alejandro.<br />
―Ella sabe que Laura está en coma. Y es ella quien le rebanó el cogote casi hasta matarla. Creo que vendrá aquí. Debemos cuidar a Laura. ―Renso miró al cielo, frunció el ceño y se rascó la entrepierna―. Yo entraré a la habitación y la protegeré, los médicos no me verán. Ustedes esperen afuera, tienen las cartas y Dios me dijo que saben cómo usarlas. Cualquier cosa puedo darles una mano. Recuerden lo más importante: Cielo no debe entrar al hospital.<br />
Los tres asintieron. Era un comienzo.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">6</div> Cielo caminaba junto a Ezequiel. Llevaban en sus manos las pistolas de los guardias. Ella no las necesitaba. Su poder había despertado del todo y se sentía indestructible. Los médicos del Infierno habían hecho un trabajo excelente. Sus brazos eran perfectos, como si fueran de ella y nunca hubieran sido decapitados. La cicatriz de su cuello casi no se notaba. Sonrió. Los primeros rayos del sol le golpeaban el rostro. Estaba feliz porque hoy mataría a Renso y a sus amigos.<br />
Ezequiel le miraba el culo. No entendía por qué iba desnuda pero le excitaba. Quería cojerla ahora mismo. Cielo se detuvo bruscamente y dio media vuelta como si leyera la mente de su compañero.<br />
―¿Querés cojerme? ―le preguntó mientras se acariciaba y presionaba los enormes pechos, luego su dedo índice de la mano izquierda danzaba alrededor de un pezón, el izquierdo, mientras su mano derecha recorría el vientre y se dirigía hacia la vagina al tiempo que su lengua remojaba sus labios. El cuerpo de Cielo era el de la morocha soñada, un generador de masturbación.<br />
Ezequiel asintió con la cabeza y la boca abierta, al tiempo que un hilillo de baba bajaba de la comisura de sus labios.<br />
Cielo encogió los hombros, supuso que habría tiempo para un polvo. Eso no se le niega a nadie, por Dios.<br />
El resto es parte de imaginación para mayores de dieciocho años.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">7</div> Marcos, Agustina y Alejandro esperaban en el pasillo, cerca de una expendedora de Coca Cola mientras veían a Renso caminar frente a los padres de Laura sin que estos lo vieran siquiera. Se detuvo frente a la habitación 217 y acercó su mano al picaporte. Le guiñó un ojo a Agustina y entró.<br />
―Bien. Creo que nos estamos carteando. Tenemos que ganar ―dijo Alejandro.<br />
Marcos pensó que esto no estaba saliendo como se imaginaba que sería desde el principio. Recordó a su tío hablándole hace menos de un día e informándole que haría lo posible porque Ezequiel recibiera todos los años que se merecía. Recordaba el rostro de Ezequiel antes de dispararle, parecía un demonio, y por eso no pudo matarlo, su disparo solo le había herido el hombro; creía que su vecino era una víctima del poder de Cielo. Se había sentido un poco cobarde en ese momento, pero ahora no lo lamentaba, sino estaría tan encerrado tras las rejas como su vecino. Ahora se sentía más afianzado. Miró a sus amigos y agradeció tenerlos a su lado. La amistad es el arma más poderosa del hombre, por el amor hacemos guerras cobardes pero por la amistad arriesgamos nuestras vidas con honor. Sin amigos no hay vida que valga la pena luchar.<br />
Salieron del hospital a esperar a Cielo. No había miedo entre ellos, solo fuerza generada por la unidad y la magia de la amistad.<br />
La segunda vuelta estaba por comenzar.<br />
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<div style="text-align: right;"><i>Continuará</i>...</div>Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5777163104625424987.post-49220947136273254532011-12-29T10:18:00.000-03:002012-07-21T18:52:00.947-03:00Graduación<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpntcEvVLK_uD74C9NOO_9FMuWAqtFyeSDdzn9cexSh1sHW_PrX76tbptLKR-xBMGqt4N4pQaPYChzTxkb-r9FnadKcTX0hFFHPv1Vy6SrEDZVeSnBU1zMAPABKKc8Skzm5EQVfLadBSl2/s1600/Foto0055.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpntcEvVLK_uD74C9NOO_9FMuWAqtFyeSDdzn9cexSh1sHW_PrX76tbptLKR-xBMGqt4N4pQaPYChzTxkb-r9FnadKcTX0hFFHPv1Vy6SrEDZVeSnBU1zMAPABKKc8Skzm5EQVfLadBSl2/s320/Foto0055.jpg" width="320" /></a></div>
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<div style="text-align: center;">
1</div>
Hoy desperté con un sabor dulce en mis labios. Lo último que recuerdo de mi sueño es el beso que ella me daba antes de despedirse en ese mundo de fantasías. Ya hace seis años que no la veo y casi no la recordaba. Pero anoche, durante un sueño que no tenía principio ni fin, volvió a aparecer, tan clara y nítida como la realidad misma. Mis ojos se llenaban de lágrimas que descomponían la luz en mis pupilas como si fueran prismas creando un caos de colores. Era ella, un viejo amor. Y estaba frente a mí, con sus manos extendidas y me pedía que la acompañase en su camino.<br />
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<a name='more'></a><br />
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<div style="text-align: center;">
2</div>
Me cuesta explicar lo que sucedió ese verano del 2005 ya que fue durante un momento de locura, sinrazones e impulsos adolescentes. Antes de terminar el ciclo más importante de mi vida (la escuela secundaria) me había juntado con mis amigos para iniciar las despedidas y comenzar los nuevos caminos que nos separarían tal vez para siempre tal vez por un rato.<br />
―Tomá, fumá un poco de esto que está muy bueno ―me dijo Víctor mientras me extendía un cigarrillo Marlboro por sobre la mesa donde descansaban varias botellas de cerveza Quilmes.<br />
―No, no fumo ni en pedo ―le dije negando con la cabeza, impetuosamente.<br />
―Bien, te lo perdés.<br />
―Dame a mí ―pidió César.<br />
Odiaba a muerte los cigarrillos y mucho más odiaba a los chicos que fumaban para hacerse los adultos. ¿Acaso ponerla no era el mejor método para hacerse el adulto? Era una pregunta de un chico de diecisiete años que todavía no le había conocido la cara a Dios.<br />
Estábamos en la casa de Víctor con César y Mariano, y yo, obvio.<br />
―Decime, Benjamín ―me dijo Mariano―. ¿Ya hablaste con ella? ―Me guiñó el ojo.<br />
Solo Mariano, a quien consideraba mi mejor amigo en la escuela secundaria, conocía mis secretos mejor ocultos, hasta ese momento.<br />
―¿Qué cosa? ―preguntó Víctor, curioso y con mucho humo del pucho a su alrededor.<br />
―Es que mi amigo está enamorado de una chica ―respondió Mariano, olvidando que yo estaba allí colorado y muerto de vergüenza, sentimientos de adolescentes.<br />
―Bien, Ben ―dijo César, el mayor del grupo mientras me abrazaba―. Al fin decidiste hacerte hombre.<br />
Todos estallaron en carcajadas casi hasta las lágrimas. Yo no sabía dónde meterme. Mariano, llevado por varias botellas de cerveza, había revelado uno de mis secretos.<br />
―Bueno, eh..., no sé ―tartamudeaba y giraba mis ojos en todas direcciones.<br />
―Dale, contanos. ¿Cómo se llama? ―preguntó César.<br />
Ya estaba muy jodido, no tenía escapatoria. Así que le respondí.<br />
―Ayelén.<br />
―Jodeme ―dijo Víctor―. Esa loca. ¿A quién no le gusta? Está más buena que comer pollo con las manos y en el baño cagando.<br />
―Bueno, basta ―pedí―. Sigamos en lo que estábamos. Vic, dame una calada de ese pucho.<br />
―Bien, si me lo pedís así; no hay problemas.<br />
Tomé el cigarrillo y le di una calada muy profunda, fue mi primera y última vez que fumé un pucho. Tosí por media hora y mis ojos no dejaron de lagrimear por otra media hora más.<br />
Logré hacer que se olvidaran del asunto de Ayelén y siguiéramos en otra cosa. Por ejemplo: que al día siguiente sería nuestro acto de graduación.<br />
Hablamos de cosas de chicos: de mujeres en canal <i>Venus</i> y <i>Playboy </i>y fútbol, también de la <i>PlayStation</i>. Me reí mucho y disfruté mis últimas horas junto al grupo de amigos que me habían acompañados en los mejores y peores momentos de mi vida.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
3</div>
En mi casa no era todo tan divertido como sí lo era en la casa de Víctor. Mis padres vivían discutiendo y parecían que en cualquier momento se separarían. Era común oírlos pelear por la plata o por el trabajo o por idioteces que a nadie más les importaba. Yo siempre agarraba mi <i>Walkman </i>y me encerraba en mi habitación a escuchar música, un poco de Damas Gratis o La Nueva Luna o cualquier clase de cumbia. Hoy pienso en lo que escuchaba en esa época y siento pena por mí. Aguante el rock, lo que haya sucedido en el pasado en los recuerdos quedarán.<br />
Cuando supuse que todo habría acabado, salí del cuarto y me dirigí a charlar con mi madre. Era ella quien mejor me entendía y me escuchaba.<br />
―¿Ya está mi camisa para mañana? ―le pregunté omitiendo las discusiones tontas que llevaban a cabo a diario.<br />
―Sí, Benjamín. Termino de plancharla y te la dejo colgada en la percha.<br />
―Gracias, mamá. <br />
La abracé y me fui a mirar la tele. El día siguiente comenzaría el final de una etapa que todo ser humano adora pero no valora hasta que entra en la Universidad.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
4</div>
Jueves quince de diciembre. Eran alrededor de las ocho de la mañana cuando desperté. No pude dormir bien durante toda la noche. Estaba muy nervioso. Pensaba y pensaba en Ayelén. Al fin había caído en la cuenta de que no la volvería a ver nunca más. Y nunca le había dicho lo que sentía por ella. Así que me dispuse a contarle todos mis sentimientos. Ese jueves sería el día.<br />
Me levanté y fui a la cocina a prepararme un café. Tomé un lápiz y un papel y comencé a escribir distintas situaciones probables para hablar con ella. En esa época necesitaba escribir para pensar con claridad. Así, como está sucediendo hoy, seis años después, cuando me enteré que ella volverá.<br />
El resto de la mañana me la pasé escribiendo mucho. Creo que mis dotes de escritor estaban naciendo y creciendo durante la frescura de un nuevo día. Mi madre pasaba a mi lado y miraba pero no preguntaba. Creo que pensaba que estaba estudiando, mejor así.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
5</div>
Al mediodía llegó Mariano a casa a pedirme disculpas por lo de la tarde anterior.<br />
―No era mi intención. Creo que estaba un poco borracho y se me escapó ―me dijo.<br />
―No te preocupes. Igual hoy le diré todo a ella.<br />
Mariano abrió sus ojos y luego agachó su cabeza.<br />
―No sé si debas hacerlo. Hay algo que no sabés ―dijo mirando al suelo.<br />
―¿Qué cosa? ―le pregunté.<br />
―Ella tiene novio.<br />
De veras que no me esperaba esa respuesta. Estaba tan ensimismado en ella que no veía quién la acompañaba. Todo mi mundo se caía a pedazos sobre mi cabeza en ese preciso momento.<br />
―¿Por qué no me lo dijiste? ―le pregunté a Mariano, enojado.<br />
―Porque me enteré hoy por la mañana. El pibe se le declaró, son amigos desde hace tiempo y le dijo que quería estar a su lado antes de que viaje a Estados Unidos. Y bue, así son ellas, aceptó.<br />
Ese era mi plan. Yo iba a hacer lo mismo pero me habían ganado de mano. Me levanté de mi silla y comencé a caminar sin rumbo, dando tumbos y en círculos.<br />
―Vamos, amigo. Levantate. Vamos a la casa de Vic y pasemos una tarde junto a amigos.<br />
Quería llorar pero no lo iba a hacer delante de mi amigo. Lo miré a los ojos y asentí. Acompañado por ellos, mis amigos, podría olvidar a Ayelén. No para siempre, nadie olvida a nadie para siempre, pero por un rato, bajo el efecto del alcohol, no duele amar ya que este último junto a los amigos sanan las heridas.<br />
Excusas para emborracharme. Ese era mi nuevo plan, y mi perdición a largo plazo.<br />
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<div style="text-align: center;">
6</div>
César estaba afuera haciendo jueguito con la pelota. Yo lo saludé y él me devolvió el saludo. Víctor estaba dentro descargando una película en internet para mirarla después. Creo que se llamaba «El Señor De Los Anillos». La tarde era hermosa. Yo me había llevado la mochila con la ropa doblada para cambiarme allí. La casa de Víctor estaba a tres cuadras del club donde se llevaría a cabo el acto de egresados.<br />
―¿Qué hacés, Benjamín? ―me saludó César, tan bruto como solía ser.<br />
―Bien ―contesté yo, un poco desanimado.<br />
―¿Qué te pasa? ¿No pudiste acabar? ―me preguntó al verme alicaído.<br />
―Nada, nada. Una mala noche.<br />
―Yo que vos largo un poco la masturbación o te va a agarrar un infarto.<br />
Nos reímos un rato y, luego, nos pusimos a patear la pelota. Hoy que recuerdo esos días siento demasiada nostalgia. Ellos eran mis amigos y los dejé ir. Dejé que el tiempo se los llevara mientras yo hacía nada. Y recordé todo esto por un sueño que me hizo saber que nada está perdido. Un sueño que se originó por la noticia del regreso de Ayelén. Me pregunto si aún querrá verme. Son preguntas que devoran el alma y entristece el corazón. La incertidumbre del ser humano no puede ser medida con ecuaciones de ondas. Por desgracia, nadie sabe lo que puede suceder luego, y hoy me siento como aquella tarde de graduación: perdido.<br />
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<div style="text-align: center;">
7</div>
Una vez terminamos de ver la película nos preparamos para ir al acto. Todos estaban felices. Parecían que se hubieran sacado un peso de encima. Yo era el único que no quería que esos días nunca acabasen. Y deseaba eso porque no había hablado antes, por dejar pasar el tiempo. Debemos saber que el tiempo perdido jamás lo recuperaremos. Eso no lo sabía en ese entonces. Habían muchas cosas sobre la vida adulta que no entendía del todo todavía.<br />
Salimos a las ocho menos cuarto de la casa de Víctor. Los cuatro parecíamos «Los Simuladores». Solo nos faltaba la lluvia para hacer el saltito característico de estos cuatro ídolos. No quería llegar jamás al club. Quería que nunca acabase ese momento en el que la distancia es tan grande que no necesitás enfrentar tus problemas.<br />
Durante los últimos meses me había acercado a muchas personas. Había comenzado a hablar con más compañeros de clases. Entre ellos estaba Ayelén. Esa chica me había atrapado con su buen humor y su hermosa sonrisa. Reía y disfrutaba mucho a su lado. Al poco tiempo no dejaba de pensar en ella. La amaba pero no sabía cómo decírselo sin arruinar nada. Entonces dejé que el tiempo pasara y en nada quedara este amor que solo yo sentía. Habían muchos chicos que estaban tras ella pero todos la seguían por calentura. Yo era el único que quería abrazarla, estar a su lado, escucharla y disfrutar de sus ojos azules. Yo la quería cuidar y darle lo mejor de mí, y estoy seguro de que eso no era calentura. <br />
Y el jueves de graduación ya no tenía oportunidad de regalarle nada porque había sido lento. Y ella rápida. Debía saber que las mujeres son zorras por naturaleza pero yo era un boludo de nacimiento y le tenía miedo a las mujeres. Mejor dicho, más que miedo a ellas era el miedo al rechazo, al rotundo y asesino de amores: «NO». Pero, «el que no arriesga, no gana». Yo no arriesgué cuando había tenido oportunidad, si es que alguna vez la tuve. Luego, era demasiado tarde.<br />
Fueron muchas las cosas que pensé mientras avanzábamos hacia nuestra última reunión escolar. Afuera se veían muchos coches y hombres y mujeres bien vestidos. Habían padres orgullosos de sus hijos y los hijos orgullosos de no tener que volver a la escuela. Orgullosos de haber terminado una tortura. Muchos no pensaban en continuar en la universidad mientras en mi caso era todo lo que anhelaba. Me encantaba el ámbito donde todos sufren los mismos problemas y te extienden una mano cuando estás muy complicado. La vida de los estudiantes era lo que más amaba.<br />
Mi madre y mi padre estaban hablando con un hombre. Me presentaron como su hijo y grata fue mi sorpresa al enterarme que mi padre era amigo de la infancia del padre de Víctor. Así de pequeño es nuestro mundo.<br />
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8</div>
Pocas cosas son necesario recordar pero a ella es algo que nunca voy a olvidar: Ayelén bajó del auto de sus padres como lo hiciera una princesa. Llevaba un vestido azul muy largo, como el de un cuento de hadas, y el pelo suelto hasta la cintura. Su maquillaje me enloquecía. Di dos pasos para saludarla pero me detuve al ver al hombre que bajó del otro lado del auto y luego le dio un beso apasionado en los labios a mi amada.<br />
Di media vuelta y caminé alrededor del edificio hasta quedar detrás. Miré el campo que se extendía hasta el horizonte, donde el sol se escondía para descansar un poco, y me largué a llorar. Todo era culpa mía por no haber sido más rápido en las cuestiones del amor. Quería huir para siempre, desaparecer del mundo y comenzar una nueva vida sin recuerdos, donde el olvido sea el rey del universo. Era un sueño. Solo eso.<br />
El campo era majestuoso. Jamás había visto un lugar tan hermoso como ese. comencé a caminar mientras me secaba las lágrimas. El pasto estaba un poco seco, hacía días que no caía una gota de lluvia, y la brisa era refrescante. Miré al cielo y sonreí. Algún día olvidaría todo esto, estaba seguro de ello. A mi espalda oía que alguien me llamaba. Me di vuelta y el corazón casi me dio un vuelco. Era ella, estaba allí, quieta y observándome. Me sonreía. Pero ¿era real?<br />
―¿Qué hacés acá, lejos de la gente? ―me preguntó Ayelén mientras se acercaba a mí.<br />
―¿Vos qué hacés acá? ―le pregunté.<br />
―Nada. Buscaba los baños y vi la luz del sol y decidí acercarme. Me encantan los atardeceres. <br />
―A mí también ―dije.<br />
―Son especiales ―dijo mientras me besaba la mejilla y luego apoyaba su cabeza en mi hombro. Yo estaba quieto, temeroso de quebrar tan bello momento―. El atardecer nos recuerda que el tiempo no se detiene nunca y que debemos aprovecharlo al máximo antes de que llegue el final. Nos hace saber que no somos eternos y que no debemos dejar ir a los que más amamos. Nos dice que en la vida existe la muerte y nos dirigimos a ella a cada paso que damos. Los atardeceres son hermosos pero también terribles.<br />
»En cambio, los amaneceres son el nacimiento de nuevas esperanzas. Nos dan la energía que necesitamos para recorrer el nuevo día. Allí puedo sentir cómo el tiempo no avanza nunca, cómo el tiempo pierde ante el parir del sol. Es como una conspiración, allí la amistad y el amor son muy fuertes. Pero debemos saber cuándo es el momento adecuado para actuar. El amanecer dura solo un momento, nunca debemos olvidarlo.<br />
―¿A qué viene esto? ―le pregunté, ya que no entendía mucho de lo que me decía aunque me sentía golpeado por sus palabras. Muy dentro de mí entendía cada palabra de ella.<br />
―El amanecer te da la oportunidad de comenzar de nuevo, el atardecer te da la oportunidad de terminar lo que más te duele. Y hoy hay algo que te duele mucho, Ben, lo veo en tus ojos tristes. Y este es el momento para acabar con lo que te provoca ese dolor.<br />
Levanté mi mirada y le sonreí. Tenía razón, era hora de terminar con lo que más me dolía. <br />
Así que la rodeé con mis brazos y la besé. La besé tanto que sentía cómo el tiempo moría en mi amanecer. Ella me apartó y me dio una bofetada.<br />
―¿Qué carajo hacés? ¿Estás loco? ―En sus ojos se veían destellos provocados por incipientes lágrimas.<br />
―Lo... lo siento, Aye... No era mi intención.<br />
―Alejate de mí ―me dijo, y regresó al club a toda prisa. <br />
Me quedé mirando el horizonte. Si el tiempo de verdad existía, quería verlo asesinarme lentamente. Quería sentir sus mordidas en mi vida. Ver morir un día fue lo único que quería contemplar.<br />
Algunas cosas no necesitaban explicación.<br />
Regresé al club un rato después. Mis padres me preguntaron dónde estaba. Les dije que había ido al baño pero no había papel. El acto de graduación ya estaba por comenzar.<br />
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9</div>
El acto fue hermoso, debo admitirlo, aunque en ningún momento estuve allí. El que mi cuerpo estuviera en el club no implicaba que mi mente debiera estarlo también. En lo único que pensaba era en Ayelén. Ella estaba en la otra punta del lugar. De vez en cuando la atrapaba mirándome. Yo sonreía cuando me iban a tomar una foto pero no estaba feliz. Lo único que quería era irme con mis amigos y emborracharme. Mi plan inicial desde que el punto de inflexión había cambiado mis días e ideas.<br />
Y eso fue lo que sucedió.<br />
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En el salón, lugar donde se llevaba a cabo la fiesta de graduación, sin padres que vigilaran ni profesores que mandaran, César estaba bailando con la mejor amiga de Ayelén, Mariano estaba en la barra tomando unas cervezas y Víctor estaba sentado a mi lado, oyendo canciones de Rodrigo sonar por los parlantes.<br />
―Dale, acompañame a sacar a esas dos morochas ―me dijo, un poco borracho, mientras levantaba su jarra de cerveza a medio terminar.<br />
Le había prometido a mi madre que me cuidaría. Tuve que mentirle.<br />
―Dale, vamos ―le dije. Cuando me levanté, el mundo se balanceaba un poco. Y eso que no había tomado tantas cervezas. Era bastante tiernito con el chupe.<br />
Nos acercamos a las chicas y les pedimos que bailaran junto a nosotros pero nos rechazaron. Me acerqué a una de ellas y le pedí que me diera una oportunidad. Yo no conocía a la chica y ella a mí tampoco. Ninguno teníamos nada que perder. Aceptó bailar. El problema era que yo no sabía bailar cuarteto. Pero no importaba, la morocha me sonreía. Le compré un fernet y continuamos. Si a una mina le das constantemente alcohol no te dejan ni en pedo (estado en el que acaban al final de la noche). La besé y ella no me rechazó. Terminamos contra la pared. Su lengua era como una víbora que quiere entrar al nido de su presa. Era una bestia. Me susurró al oído que la acompañase afuera. Accedí.<br />
De soslayo vi a Víctor bailando con una rubia. Al parecer, la otra morocha lo había dejado en banda. Mariano me miró y alzó su copa hacia mí. Sonreía. Eso era bueno. A César no lo encontré, tal vez estaba en algún rincón escondido con la amiga de mi amada. Ayelén sí me vio al salir del salón acompañado y, creo, estaba celosa.<br />
Costeamos la pileta al lado del salón principal y fuimos hasta atrás del salón. Allí habían algunas parejas besándose apasionadamente y muy borrachos. La música se oía débilmente.<br />
―Vamos a cojer ―me dijo la morocha.<br />
Yo tragué saliva y pensé: ¿dónde mierda está mi preservativo?<br />
―Eh, no tengo forro.<br />
―No te hagas problema, yo tengo uno ―me dijo; luego sonrió. <br />
Ella era una de las típicas zorras de raza pura, una pura sangre. Y yo no sabía si quería darle mi amiguito a alguien que no fuera Ayelén. Se lo dije. Se alejó de mí y me dijo marica.<br />
Me encogí de hombros y luego me senté en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared, miré las estrellas mientras mi cabeza aún daba vueltas por el alcohol. Dentro sonaba Árbol y su canción «Trenes, camiones y tractores», mi canción favorita. Ya no pensaba en nada. Todo había terminado, el tiempo se había pasado y debía fijar mi rumbo hacia la universidad y un nuevo comienzo. Ayelén debía quedar en el pasado, en el olvido. Pero...<br />
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Se sentó a mi lado, me abrazó y me besó.<br />
―Gracias, Ben ―me dijo. Me sonreía, bajo la luz de la luna su belleza iluminaba mi ser.<br />
―¿Por qué, Aye?<br />
―Por regalarme tiempo, por pensar en mí. Hablé con Mariano y me dijo todo. Está muy borracho pero fue sincero. Lo sé, lo conozco. Y ahora me doy cuenta de por qué actuabas tan raro últimamente.<br />
―¿Sí? ―pregunté. Pensaba en la morocha y en Ayelén cuando nos vio salir por la puerta. ¿Será cierto lo que dicen sobre que «uno no sabe lo que quiere hasta que lo pierde»?<br />
―Sí. Me voy pero quería dejarte un regalo. ―Me extendió su mano, yo hice lo mismo con la mía, y colocó allí un objeto. Era un reloj de pulsera―. Medí el tiempo. El mismo es distancia, algún día nos volveremos a ver y quién sabe lo que pueda suceder.<br />
―¿Quién sabe? ―pregunté, dejándome llevar por los efectos del alcohol―. Me perdiste, Aye. Estás acá solo porque me viste salir con esa morocha. Solo querés que piense en vos y en nadie más.<br />
―¿Qué decís?<br />
―Lo que escuchás. Ya no te quiero ver, todo lo que tenías para decirme me lo dijiste a la tarde en el campo cuando te alejaste de mí. No me querés, no pierdas el tiempo conmigo. No lo quiero, mi tiempo jamás será tuyo.<br />
Ella se levantó y me miró, lloraba. Hoy lamento haberme dejado llevar por esas palabras que no reflejaban mis pensamientos a la perfección, pero el alcohol hace de la lengua un arma demasiado filosa y peligrosa.<br />
―Sos un pelotudo ―me dijo. Y fue la última vez que la vi.<br />
Me mandé la macana de mi vida, se lo conté a mis amigos y no lo podían creer. Mucho menos lo podía creer yo mientras recordaba cada momento que estuve al lado de ella esa noche de borrachera.<br />
Ese fue el final de mi etapa en el secundario. Al año siguiente comencé la facultad y mis visitas a mis amigos comenzó a menguar hasta que no volví a verlos.<br />
Hace seis años de esto.<br />
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Y anoche soñé con ella. Me esperaba sobre un gran reloj detenido. Cuando me levanté busqué entre mis cosas del secundario y allí encontré el reloj que Aye me había regalado. Todavía funciona, está un poco atrasado, como yo, pero funciona y es lo que importa.<br />
Hoy iré a visitarla y a devolverle su tiempo. Lamento haberla olvidado, ella había quedado guardada junto a su tiempo, escondida entre recuerdos que jamás se olvidan y ocultos en el anochecer.<br />
Espero verla antes del amanecer, quiero ver ese espectáculo a su lado. Tal vez presenciemos el nacimiento de una nueva oportunidad llena de esperanzas.<br />
Si no me entienden, los comprendo, estoy un poco borracho (tomé un poco mientras escribía). Hay cosas que no pueden cambiar, ella debe saberlo.<br />
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Cristian Barbarohttp://www.blogger.com/profile/07200985984967529836noreply@blogger.com1